Hariri dimitió sorpresivamente el 4 de noviembre a través de un mensaje emitido desde Arabia Saudí y desde entonces no ha regresado al país. Aoun, sin embargo, no aceptó su renuncia, en medio de los rumores de que fue obligado a dar ese paso desde Riad, donde supuestamente estaba siendo retenido en contra su voluntad.
"Nada justifica que el primer ministro Hariri no vuelva al país en 12 días (después de su dimisión), por lo que lo consideramos detenido y bajo custodia", escribió. Líbano hará lo que pueda para liberarlo, dijo sin presentar pruebas de sus acusaciones.
Sin embargo, el propio Hariri envió un mensaje el martes asegurando que estaba bien y que volvería "en los próximos dos días" a Beirut.
Hariri es aliado de Arabia Saudí y tiene también esa nacionalidad. En el mensaje de dimisión arremetió contra el movimiento Hizbolá, con quien gobierna el país, y su aliado Irán, la gran potencia que se disputa la supremacía regional con Arabia Saudí.
La dimisión desató el miedo de que Arabia Saudí provoque otra guerra, como hace en otros países como Yemen o Siria.
El Gobierno en Líbano está estructurado en base a un frágil y complejo sistema de reparto de poder, según el cual la presidencia le corresponde a un cristiano maronita, la jefatura de Gobierno a un sunita y la presidencia del Parlamento a un chiita.