"Puertas del averno" se abren en Bolivia, dando inicio a folklórico carnaval
AFP (Agencia France-Presse)
ORURO. - Las "puertas del averno" se abrieron este sábado en la ciudad minera de Oruro (este), liberando a diablos y diablas que reinarán durante la fiesta de carnaval, considerada como la mayor expresión folklórica de Bolivia, declarada por la Unesco como patrimonio de la humanidad.
Hombres ataviados de diablos con capas y pecheras multicolores, pelucas y caretas con ojos saltones, astas y víboras, surgen detrás de densas nubes de humo de colores acompañados por sensuales mujeres "chinasupay" (diablas en quechua) ataviadas con polleras cortas y enfundadas en caretas con provocativas sonrisas.
La costumbre considera que el baile que comenzó hace más de tres siglos es una representación de "Supay", una malhumorada deidad andina que los indígenas consideran buena y mala a la vez, pero que con la llegada de la religión cristiana, de la mano de los españoles, se la asoció con el diablo bíblico.
Además, las creencias también dicen que Supay vive en las entrañas de las minas de cobre y plata bolivianas y las figuras que se construyen sobre él lo muestran malvado y diabólico, por lo que ambas ideas, la cristiana y la indígena, terminaron fundiéndose en el tiempo.
En Oruro, el baile de la "Diablada" es encabezado por el "Arcángel Gabriel" que, espada en mano, guía a las fuerzas del mal hacia el santuario de la Virgen de la Candelaria, ante quien los feroces diablos caen de rodillas, culminando su peregrinación de 6 kilómetros.
A los danzarines les motiva su devoción a la Virgen, a quien prometen bailar por tres años consecutivos, a cambio de algún favor divino, aunque muchos continúan participando después del compromiso inicial para reafirmar su fe católica y su afición a las expresiones folklóricas nativas.
Tambores, bombos, trompetas y platillos no tienen respiro. Suenan al máximo y su ritmo contagia a los espectadores que desde improvisados palcos de madera acompañan las danzas con aplausos y vítores.
El carnaval de Oruro congrega unos 35.000 danzarines de 48 fraternidades que recrean 18 danzas autóctonas, junto a 10.000 músicos.
También hay otros dos bailes centrales, la "Morenada" y los "Caporales", impregnados por los tambores africanos que trajeron esclavos negros, arrancados de sus regiones por la colonia española y traídos a Bolivia en los primeros siglos de la invasión ibérica.
La "Morenada" escenifica la explotación de los esclavos africanos en labores agrícolas y mineras por parte de los capataces europeos. Se usan máscaras que magnifican sus facciones y que a la vez hacen burla de sus dominadores ibéricos. Los "morenos" avanzan a un ritmo cadencioso que evocan sus penurias.
Ese desplazamiento monótono es roto por el baile de los "Tobas", de origen amazónico, cuyos danzarines ataviados con ligeros taparrabos, plumas, rústicas flechas y con rostros pintados deleitan al público con saltos atléticos que evocan la caza.
El baile de los ¨Caporales" es uno de los favoritos, pese a ser una expresión relativamente contemporánea (mediados del Siglo XX).
Recuerda a los capataces de las plantaciones agrícolas con látigo en mano. De ritmo contagioso, exige ágiles movimientos y permite coreografías muy flexibles, siendo su atracción las bailarinas que los acompañan, desplazándose con sensualidad, con diminutas minifaldas.
El "baile es una especie de 'igualador social' que permite superar barreras sociales y generacionales`", comenta a la AFP Enrique Barrios, abogado cuarentón de transnacionales petroleras que baila desde hace 20 años en Oruro la danza de los caporales.
Profesionales, comerciantes, estudiantes; jóvenes y viejos; ricos y pobres lucen iguales bajo un disfraz y conviven sin prejuicios.
La fiesta más importante de Bolivia ha sido declarada por la Unesco en 2001, como obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad.