Puerto Edén, último destino de la ruta de los indios Kaweskars
AFP (Agencia France-Presse)
PUERTO EDEN, Patrick Filleux, (AFP) - Una docena de mestizos, hombres, mujeres y niños descendientes de los Kaweskars forman parte de los 152 habitantes de Puerto Edén que viven en una bahía de los canales de la Patagonia, el último sitio al que llegó la primera población de Tierra del Fuego.
Puerto Edén
Pero Puerto Edén, que le debe su nombre a la belleza del sitio por su gran bahía llena de islas y su rica vegetación con múltiples esencias, encarna el acto final de una tragedia: la extinción de una etnia.
"Mis ascendentes eran 'el pueblo de las canoas', los más desheredados de los desheredados, nómadas del mar en sus barcos de bálsamo, que vivían desnudos, con el cuerpo cubierto de grasa de foca para protegerse del frío y la intemperie", cuenta Francisco Arroyo, 68 años, pescador de Puerto Edén y descendiente de los Kaweskars (hombres de piel y hueso), también llamados Alakalufs.
En 1832, Charles Darwin utilizó palabras terribles para describir esta población que comenzó a extinguirse con la importación de bacilos, virus occidentales y el alcohol: "Cuando vemos a estos hombres y estas mujeres, con la cara repugnante, la piel sucia y grasosa, los pelos enredados, la voz discordante y los gestos violentos, apenas se puede creer que son criaturas humanas, habitantes del mismo mundo que el nuestro..." (en 'El viaje del Beagle').
Los Kaweskars, uno de los pueblos más antiguos de la Tierra, llegaron al continente americano hace 10.000 años. A lo largo de los siglos, divididos en pequeñas hordas, se movieron del norte al extremo sur, continuamente perseguidos y maltratados por numerosas tribus más evolucionadas y organizadas.
Tierra del Fuego fue la última parada. Allí llegó el hombre blanco, con sus bacterias e ideologías. Fue el comienzo del fin.
Los Alakalufs originarios no eran más que algunas decenas en la mitad del siglo XX, reagrupados en Puerto Edén, en el corazón de su territorio de pesca en el canal Messier, al sur de Puerto Montt.
La última sobreviviente de línea directa murió con más de 80 años de edad en 2009. La docena de descendientes (cinco mujeres y siete hombres, de los cuales cuatro son niños) que encontramos en Puerto Edén son de sangre mezclada.
Para recordar a sus antepasados, Francisco Arroyo erigió la carcasa de una choza de sus ancestros, una pequeña arquitectura realizada con ramas en forma de pan de azúcar sobre la cual se tienden pieles de focas.
"En este pequeño espacio se apretaban unos contra otros, en la noche, alrededor del fuego, como animales", cuenta Arroyo.
En un islote escondido en un meandro aparecen algunas extrañas casas de muñecas, de colores azules descoloridos. El cementerio de Puerto Edén y sus principales panteones son los últimos restos de los Kaweskars.
Una antigua sepultura de madera se desmoronó. No hay más descendientes para mantener esta tumba que ya sufrió la erosión del viento, la nieve y las lluvias diluvianas.
El esqueleto de un difunto salió a la superficie como para pedir explicaciones a los que aún permanecen vivos.