AFP (Agencia France-Presse)
Harare, Zimbabue. - Miles de jóvenes, modernos y ávidos de cambio, disfrutaron toda la semana de fiestas con mucha música y alcohol en el Festival Internacional de Arte, en el escenario artístico más improbable del momento, la capital del Zimbabue de Robert Mugabe.
Fundado en 1999, el Festival Internacional de Arte de Harare (HIFA) no se celebró el año pasado, víctima del colapso económico de un país dirigido con mano de hiero desde 1980 por el jefe de Estado más anciano del planeta, de 93 años.
Los más asiduos creían que el evento se había perdido para siempre. Pese a la retirada de muchos de sus patrocinadores, los organizadores lograron resucitarlo para una nueva edición, un reto lanzado al presidente.
"El dinero es el problema principal de todos", considera Chidochemoyo Nemhara, un festivalero de 29 años, "pero sabemos que el HIFA es el lugar donde podemos olvidar todo lo demás".
Más de un centenar de artistas, músicos, cantantes o actores, locales o llegados del extranjero, se presentaron este año en una decena de localizaciones repartidas en toda la ciudad.
Cabeza de cartel, el músico y cantante maliense Habib Koite clausurará el festival el domingo por la noche.
Su director, Tafadzwa Simba, se sorprende aún de haber organizado el festival pese a la retirada de empresas, fundaciones y embajadas extranjeras que consideraban su celebración "imposible", debido al estado financiero del país.
"Técnicamente, el país está en ruina", ríe Simba, "¡y sin embargo aquí estamos!".
- 'Una vida abierta y libre' -
A pesar del control orweliano ejercido por la policía, el festival muestra con orgullo su lema: "poner en escena una intervención", muy en sintonía con la revuelta anti Mugabe del año pasado.
"Todo el mundo sabe lo que quiere decir", confirma Chiedza Mahere, un grafista y bloguero de 27 años.
"Estamos dirigidos por un gobierno que quiere tomarlo todo", continúa, "pero tenemos que vivir nuestra vida (...) una vida abierta y libre donde podamos ser lo que queramos, es el sentido del HIFA", puntualiza.
El espíritu es el mismo, pero este año la venta de entradas supuso una pesadilla, en un país amenazado por la escasez de efectivo.
Tras la devastadora hiperinflación de principios de los años 2000, el dolar estadounidense se ha convertido en la única moneda del país. Pero, debido a la crisis, las autoridades emitieron hace seis meses "bonos de obligación" que, incluso indexados al billete verde, tienen poco éxito.
Justo al lado de las taquillas del festival, la gente hace largas filas para retirar la cantidad máxima diaria de 50 dólares.
"El gobierno nos pide utilizar sus bonos de obligación pero las tiendas los rechazan", se queja Gamuchirai Gatawa, de 20 años, con su entrada del festival en la mano.
- 'Aventura' -
Estas dificultades logísticas y el precio de las entradas impactará en la afluencia, que quedará por debajo de las 49.000 entradas de hace dos años, admiten los organizadores.Pero Simba se alegra de haber ofrecido a la ciudad un bienvenido paréntesis que ha beneficiado tanto a los artistas como a los taxistas y hosteleros.
"De verdad, el HIFA es la prueba de que pese a todo es posible emprender en este país", señala.
Consecuencia de la crisis, el producto interior bruto de Zimbabue disminuyó a la mitad desde principios de los 2000 y alrededor del 90% de su población activa está oficialmente desempleado.
Bocanada de libertad para los jóvenes de Harare, el festival constituye también una ocasión para los artistas extranjeros de descubrir la realidad del país.
"Encontré una habitación en casa de un habitante de Highfield, uno de los barrios desfavorecidos de la ciudad, pero me siento totalmente en seguridad y sobre todo bienvenido", celebra el tenor Jochen Kraus, de 44 años, llegado para cantar con su Coral Filarmónica de Munich.
"Es una oportunidad que no hay que perder, poder participar en una gran aventura", añade.