Revuelta en la Francia profunda

El País, España

Firminy es una mediana ciudad francesa de provincias con su mercado de los sábados, sus paseantes con ramos de flores bajo el brazo, su ayuntamiento coquetón y su calle peatonal. Con su plaza mayor, su pequeña redacción de periódico y sus restaurantes baratos y agradables. En los últimos 100 años en Firminy no ha pasado gran cosa a excepción del desmantelamiento progresivo en la comarca, en los años setenta, de las minas de carbón y de la construcción en 2006 de una iglesia diseñada en 1960 por el mismísimo Le Corbusier.

Revuelta en la Francia profunda
Hasta esta semana, en la que la tranquila vida de la esta ciudad de 18.000 habitantes, a una decena de kilómetros de Saint Etienne y a 60 de Lyon, se ha convulsionado de tal forma que se ha convertido de golpe en la protagonista de los telediarios franceses. Desde el lunes, en Firminy han ardido más de 50 coches, los escaparates y ventanas de más de una decena de comercios están destrozados a palos y un pequeño centro comercial circular, renovado hace un año -con su peluquería, su farmacia y su tienda de periódicos y lotería- ardió por los cuatro costados la madrugada del jueves después de haber sido presa de un ataque con varios cócteles molótov. Siempre ocurre al caer de noche. Los causantes son bandas de adolescentes que viven en los barrios más pobres, de origen marroquí o argelino, que habitan los bloques de pisos que contrastan con las casitas de dos alturas del resto de la ciudad. Durante toda la semana se han sucedido los enfrentamientos nocturnos entre los jóvenes encapuchados armados de piedras y los policías antidisturbios, con gases lacrimógenos. Un vecino de la ciudad resumía ayer lo que la mayoría de los residentes piensa, incluido su alcalde: "Nunca lo habría creído aquí. Es la primera vez que en Firminy pasa esto".
El origen de la protesta tiene los mismos protagonistas que la que en 2005 inflamó la periferia parisiense: policías y jóvenes de barrio. Hace cinco años, dos jóvenes de Clichy-Sous-Bois, a 20 kilómetros de París, murieron electrocutados al esconderse en una miniestación eléctrica cuando huían de unos agentes que les perseguían. El detonante de Firminy es un poco más complejo: el lunes, la policía detuvo, acusado de extorsión, en un supermercado del cercano pueblo de Ricamarie, donde trabajaba, a Mohamed Benmouna, de 21 años, nacido en Francia y vecino del Gran H (el mayor edificio de pisos sociales de Firminy, un mamotreto cúbico de más de 25 plantas, convertido en símbolo y epicentro de la revuelta). Fue conducido a una comisaría y, horas después, agonizaba en el calabozo. La policía (y las autopsias) aseguran que murió al atar un trozo de tela a un enganche que encontró en un agujero de la pared, rodeársela al cuello y tirarse de la cama rodando. La familia (y el barrio) desconfía de esta versión y cree que la policía lo asesinó.
"Mi propia hija ha estado arrestada en esa comisaría y no hay camas. Es una mentira", aseguraba ayer una madre increíblemente indignada, casi rabiosa, que se acercaba con decisión a los periodistas sin que nadie le preguntara nada.
Mohamed Hassalli, un conocido de la familia del joven muerto, asegura que éste acababa de conseguir un trabajo temporal en el supermercado, que era optimista, alegre, buen amigo y que jamás habló a nadie de suicidarse. Su abuela, hace unos días, señaló que su nieto tenía planes (comprarse una moto, viajar a Argelia en vacaciones, formar una familia, conseguir un contrato fijo) incompatibles con quitarse la vida así a los 21 años. Muchos recuerdan que había sido detenido ya varias veces y que, por lo tanto, sabía lo que era un calabozo y un interrogatorio policial, por lo que tampoco encaja la teoría de que se viera desbordado por la situación. Hay quien menciona, además, que el islam condena a los suicidas.
En resumen: nadie en el Gran H cree que se ahorcara. Eso es lo que más llama la atención de los residentes en el bloque de pisos su desconfianza instintiva ante todo lo que proceda desde la orilla de la policía de su propio país, colocada ahí para, en teoría, proteger a todos, incluidos a ellos.
Algunos policías piensan que, tal vez, Benmouna quería sólo llamar la atención, o que le hospitalizaran y que calculó mal el riesgo y se ahogó sin proponérselo. La familia ha interpuesto una denuncia y un juez investiga todo el caso.
El lunes por la noche, cuando se extendió por el barrio la noticia, comenzaron las carreras de los jóvenes encapuchados, la quema de coches y el destrozo de cristales de tiendas o de guarderías. Desde entonces se suceden los rumores en una ciudad estupefacta ante lo que le está pasando: "Dicen que esta noche vendrán al centro, a destrozar las tiendas del centro", aseguraba ayer un vecino. "Un día de estos queman la iglesia de Le Corbusier", añadía otro
El viernes por la noche Firminy se acostó tomada por furgonetas de policías antidisturbios disfrazados de robocop. Había furgonetas en cada esquina. En cada cruce. En cada calle importante y en cada plaza. Y muchos, claro, al pie del Gran H. No ocurrió nada, pero nadie se atreve a pronosticar qué pasará esta noche.
Ayer, los vecinos del Gran H y de otros barrios de Firminy y alrededores se congregaron para protestar pacíficamente. Se citaron al pie del mamotreto, a un paso, precisamente, del minicentro comercial que ardió el jueves y donde muchos de ellos compraban medicinas, la lotería o se cortaban el pelo. Acudieron muchos adolescentes enrabietados, silenciosos, con el gesto serio y la mirada concentrada en algo que sólo ellos veían. Uno llevaba una bandera de Argelia. Un padre pidió que se calmaran los ánimos cuando un chico de unos 15 años comenzó a exaltarse y a hablar en voz muy alta.
Unas mujeres musulmanas, cubiertas con el hiyab (pañuelo), colocaron en el suelo una sábana blanca donde alguien, con un rotulador que salió de no se sabe dónde, escribió: "En memoria de Mohamed. Para que se sepa la verdad". Otra mujer, después de mirar con desdén hacia la policía, que lo observaba todo desde lejos, preguntó, para añadirlo en la pancarta: "¿Cuándo fueron aprobados los derechos humanos? En 1789, cuando la Revolución Francesa, ¿no?".

La herencia del pasado minero

El paro se ceba con los jóvenes de la comarca del valle del Odaine, donde está enclavado Firminy. Según datos del periódico La Tribune-Le Progrès, el desempleo para los menores de 25 años llegó, a finales de 2008, en lo peor de la crisis, hasta el 40%. También es muy alto (35%) el porcentaje de desempleados de larga duración. La región arrastra su difícil pasado minero de pozos cerrados y las industrias que se instalan en la zona arrancan de cero y lo tienen difícil. El alcalde de la ciudad, el comunista Marc Petit, reconoce que la crisis económica ha golpeado Firminy, aunque sostiene que "no más que a otras regiones francesas".
Precisa el alcalde: "Esta es una ciudad tranquila, agradable, con vida propia, con un patrimonio histórico y cultural, a la que incluso vienen turistas. El año pasado llegaron 25.000". Para Petit, Firminy no tiene nada que ver con las poblaciones de la periferia parisiense que estallaron en 2005 a base de revueltas y de coches quemados.
Entonces ¿por qué aquí? El regidor no tiene una respuesta clara: apela a la negativa de la familia a creerse el suicidio del joven muerto en la comisaría e invita a esperar a que la investigación judicial aclare de una vez lo sucedido. Además, asegura que entre los agitadores nocturnos "hay jóvenes que no son de Firminy, que vienen de otras ciudades cercanas".



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