La Jornada, México
Presentaron libro conmemorativo dedicado al "duranguense regio o regio duranguense". "Amo a la pintura tanto como a la vida", manifestó el muralista en el Palacio de Bellas Artes. Muchas generaciones de artistas han abrevado en su creatividad, dijo González Parás
Aparte de mi pintura, me preocupa conocer la de otros, pues todavía hay mucho que uno debe estudiar, como los códices prehispánicos, el arte del pasado y el actual”, expresó el artista Guillermo Ceniceros (El Salto, Pueblo Nuevo, Durango) en la presentación, el miércoles, de un libro conmemorativo por sus 70 años.
Guillermo Ceniceros: setenta años (La Cabra Ediciones), es un esfuerzo conjunto de los gobiernos de Durango y Nuevo León.
“Amo a la pintura tanto como a la vida –reconoció el homenajeado–. Amo a la mujer por lo que es y por lo que representa. Amo a Esther (González, su esposa y también artista) por ser como es. Adoro el arte prehispánico que conocí cuando trabajé en el Museo (Nacional) de Antropología, también el de América, desde Canadá hasta la Patagonia, que traté de plasmar en el mural de la estación Copilco del Metro.
Son los pueblos de nuestra América que han sabido traducir muchos de los aspectos que, mediante su magia, han logrado transformar en un lenguaje.
Ceniceros también habló de su gusto por el arte tradicional chino, el bizantino y el rupestre, en particular el mexicano, muy desconocido, hecho en la península de Baja California, en la sierra de Guadalupe
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El acto efectuado en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes fue encabezado por los gobernadores de Durango y Nuevo León, Ismael Hernández Deras y José Natividad González Parás, respectivamente, quienes reivindicaron como suyo al artista nacido en Durango, pero egresado en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León, y con una vasta obra en esta última entidad. También asistió Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes.
José Ángel Leyva, poeta, editor del libro y moderador de la mesa, resolvió el problema de manera imparcial al bautizar a Ceniceros como un duranguense regio o un regio duranguense
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Los gobiernos, aseguró Hernández Deras, tenemos el deber y la obligación de estimular la cultura, porque se trata de una actividad que forja naciones, valores, y que propicia actitudes constructivas en su población
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González Parás reiteró que en Nuevo León, Ceniceros abrió espacios de afecto, amistad y enseñanza de muchas generaciones de artistas jóvenes que han abrevado de su arte y creatividad
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Inventor de un lenguaje
Después de escuchar una selección de valses del compositor duranguense Ricardo Castro, interpretados por el pianista Armando Merino, se inició la mesa de análisis de la obra de Guillermo Ceniceros.
Varias veces se mencionó que Ceniceros había sido discípulo de David Alfaro Siqueiros en Cuernavaca. El escultor Sebastián, nacido en Ciudad Camargo, Chihuahua, estado donde nació Siqueiros, habló del
celo profundoque tenía
como artista que se iniciabacuando veía la obra de su amigo y colega Ceniceros, y decía:
claro, es discípulo de Siqueiros.
Pero,
luego vi la grandeza de Ceniceros de haber tenido la capacidad de beber, de aprender de uno de los grandes de la pintura mexicana, y, no como dicen, de haber superado al maestro, porque nunca se supera al maestro. En esto del arte se inventa un lenguaje completamente diferente, y Ceniceros lo ha inventado.
El escritor y político duranguense Miguel González Avelar trajo a colación las siete décadas del artista,
una edad juvenil tratándose de pintores. También se refirió a
la fascinación manifiestaque tiene el artista por los palíndromos o palindromas.
No sé si esto sea una característica de los duranguenses, especuló.
“Un número notable de las obras de Guillermo están concebidas como palindromas, en la medida que pueden apreciarse lo mismo de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. Inclusive, tiene un acrílico, Casi palindrómico”.
Para el periodista Rafael Cardona, Ceniceros es un pintor “al cual se ha hecho poca justicia y cuya obra original, propia, profunda y técnicamente impecable, merecería más atención de críticos especializados, cuyo embeleso
tiene mucho de ideológico o de convenenciero y mafioso, y muy poco de justiciero.