Rodrigo Garnica gana el Premio Colima para obra publicada

La Jornada, México.

México.- Ayer sábado, en la Sala Principal del Palacio de las Bellas Artes, fueron adjudicados los Premios Bellas Artes de Literatura 2012. Las diferentes entidades culturales de los estados participantes, y Teresa Vicencio Álvarez, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), hicieron entrega de los diplomas, medallas y estímulos económicos en una ceremonia en la que se leyeron fragmentos de los libros laureados.

Uno de los miembros del jurado, Hernán Lara Zavala
Uno de los miembros del jurado, Hernán Lara Zavala
Destaca el “Premio Colima para Obra Narrativa Publicada” que concede la Universidad de Colima el cual correspondió, en esta convocatoria, al narrador Rodrigo Garnica (Ciudad de México, 1942) por la novela “Los ácratas”, editada por la editorial independiente Terracota.
“Me siento honrado con este galardón. Ingreso a una nómina donde se encuentran destacadas figuras de las letras mexicanas: Daniel Sada, Elena Garro, Ricardo Garibay, Juan García once y José Agustín, entre otros.
“Estímulo que me compromete a seguir escribiendo con más ahínco para estar a la altura de mis antecesores”, declaró para Notimex el también autor de “La pregunta” (Premio Nacional de Novela, 2003).
El jurado, integrado por Hernán Lara Zavala, Agapito Maestre y Arturo Vallejo, justificó su decisión “por las aportaciones a la narrativa costumbrista y su actualización a la realidad contemporánea de México.
Prosa solvente que construye una fábula tragicómica de aventuras políticamente incorrecta que hace una crítica a las leyes de la predicción narrativa”.
“Los ácratas” es la historia fallida de dos descendientes de Bouvard y Pécuchet, los héroes póstumos de Flaubert. Este par de inconformistas pretenden ser unos justicieros modernos, pero no alcanzan a percatarse de que eso de la justicia requiere de muchos trámites, algunos francamente burocráticos y otros establecidos en los mandatos jurídicos del Estado.
Rodrigo Garnica entrega una novela picaresca; pero también, un relato que retoma la tradición de los personajes-dúos de la narrativa universal. Indiscutible su estirpe flaubertiana.
Sin embargo, la singular pareja conformada por Marcelo y Carmelo, es también cercana al Cervantes de Rinconete y Cortadillo-- una de las doce narraciones breves de las Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento que publica el autor de La Galatea en 1613--: retrato picaresco de la actividad del hampa en la Sevilla del siglo XVII que guarda cierta relación con los espacios que merodean las dos criaturas de Garnica.
“Los ácratas” aclaro, no es una alegoría sobre la actividad delictiva. Creo que el trasiego de los antihéroes cervantinos se cruza con las andanzas de Marcelo y Carmelo: Sísifos que intentan escalar un otero que los rebasa continuamente. “Bouvard y Pécuchet”, parábola que rinde tributo a Voltaire y Swift; “Los ácratas”, metáfora kafkiana de la frustración.
A Garnica le interesa lo paródico, la farsa: el espacio en el que sus personajes se mueven está circunscripto en una temporalidad de sinuosos paralelismos con el vacío: metafísica que hace guiños a Beckett (“Esperando a Godot”, “Mercier y Camier”, “Compañía”) y a Wilcock (“La sinagoga de los iconoclastas”, “Los dos indios alegres”).
Cinismo en el sentido que le daban los griegos (Antístene y Diógenes de Sinope): excentricidades en contra de la corrupción de las costumbres y los vicios humanos. Gestos de Irreverencia (anaideia) que los convierten en un par de estoicos extraviados y procaces.
Estamos en presencia de una historia de ecléctica imaginería que develan lecturas claves: de Voltaire a Mark Twain, de Chaucer a Wilde, de Swift a Dorothy Parker.
Sorprende la desfachatez de este par de bribones arrumbando embozos fantaseados. El narrador lo aclara: “con aquel artilugio inventado por su madre: la imaginación”.
Garnica regala un texto de perspicaz configuración: lúdico, gozoso, paródico y entrañable. Marcelo y Carmelo entran airoso a la nómina de personajes cordiales que el lector nunca olvida. Recibamos a un relator de agalla. Enhorabuena para la narrativa mexicana.


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