AFP (Agencia France-Presse)
Viena, Austria. - De París a Sofía, pasando por Atenas o Budapest, la Rusia de Vladimir Putin ha encontrado en los partidos de extrema derecha y de izquierda radical sus aliados contra EE UU, las críticas y las sanciones.
Los ultraderechistas Frente Nacional en Francia y Jobbik en Hungría, así como el partido de izquierda radical griego Syriza son las formaciones más conocidas. Otros, como el eurófobo británico UKIP, se contenta con una posición de "neutralidad" respecto a Putin.
Su punto en común es la voluntad de "cuestionar la UE", que también les alinea con una Rusia deseosa de ver "una Europa débil y dividida", describe el politólogo húngaro Peter Kreko.
A largo plazo, el Kremlin apuesta por la subida al poder de estos partidos para cambiar y alejar Europa de la OTAN y de Estados Unidos.
"Moscú quiere mantener relaciones con todas las fuerzas leales a Rusia. Se trata de establecer vínculos a largo plazo", confirma el analista ruso Konstantin Kalachev, del Grupo de Expertos Políticos.
Algunos de estos partidos también sirven para la comunicación interior del presidente ruso.
En este sentido, los diputados europeos del FN o del FPÖ austríaco, por ejemplo, ejercieron de "observadores" en 2014 en el referéndum sobre la anexión de la entonces península ucraniana de Crimea a Rusia y atestiguaron el buen desarrollo de los comicios en las televisiones rusas.
- El dinero ruso del FN -
Jean-Yves Camus, un especialista francés sobre la extrema derecha, explica que "existe una comunidad de valores" entre algunas de estas formaciones y Rusia con, por ejemplo, la oposición al matrimonio homosexual.
Esta "vieja manera de hacer propaganda" viene "de la época comunista" y de la Guerra Fría, identifica Camus.
Pero la estrategia de seducción también se dirige a una parte de la izquierda europea. "En Alemania, la izquierda es la más crítica con la política de Merkel" hacia Rusia, recuerda Kalachev.
¿Qué consiguen estos partidos de su cercanía con Moscú? El Frente Nacional recibió un préstamo de nueve millones de euros de un banco ruso, pero rechaza cualquier vínculo entre este préstamo y sus posiciones.
Aunque las sospechas abundan, no existen pruebas de otros casos de financiación directa, aunque el caso Wikileaks, por ejemplo, reveló que la embajada estadounidense en Sofía mostró su preocupación por la entrega de dinero ruso al partido ultranacionalista búlgaro Ataka.
- 'Una nueva Europa' -
En la crisis ucraniana, la mayoría de los partidos populistas europeos apoyaron a Rusia, especialmente el Frente Nacional, para el que Crimea y el este de Ucrania son territorios históricos de Rusia.
Dos meses después de la anexión de Crimea, el nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, entonces en la oposición, visitó en mayo de 2014 Moscú.
El caso de su partido Syriza (izquierda radical) ilustra que las etiquetas políticas pierden importancia cuando se abordan las relaciones con Moscú.
Pero, aunque el nuevo gobierno griego habla habitualmente de buscar financiación en Rusia, Syriza ya no defiende la salida de Grecia de la OTAN.
Sin embargo, para el antiguo consejero de defensa estadounidense Zbigniew Brzezinski, Atenas podría "paralizar" con su veto una respuesta de la Alianza Atlántica a una eventual violación de su defensa colectiva por parte de Moscú.
Peter Kreko subraya, por su parte, que la campaña del Kremlin no ha roto la unidad de los europeos respecto a las sanciones impuestas a Rusia.
Pero, según Kalachev, los estrategas del ala derecha de la presidencia rusa van más allá. "Una nueva Europa llega (...) Hay que establecer ahora relaciones con quienes serán útiles en el futuro. Europa podría cambiar".