Rusia celebra con reticencias centenario de la Revolución de Octubre

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

San Petersburgo. - La revolución vuelve a vencer en el Palacio de Invierno de San Petersburgo. Una elegante escalera de mármol, por la que pasaron los zares rusos, está coronada por una estatua enorme de un trabajador que agita un martillo de forma amenazadora, y estandartes rojos eclipsan a los valiosos tapices franceses que cuelgan de las paredes del actual Museo del Hermitage, por cuyos pasillos hace 100 años se hizo historia.

El 25 de octubre de 1917 (7 de noviembre según el nuevo calendario) los soldados y marineros comunistas ocuparon los puentes y otros puntos importantes de la capital del Imperio Ruso, que por aquel entonces se llamaba Petrogrado. Una noche después irrumpieron en el Palacio de Invierno, donde hacía ocho meses, desde la revolución de febrero, que ya no se encontraba el zar Nicolás II, sino un débil Gobierno de transición.
El ala radical de la izquierda rusa, el partido bolchevique liderado por Vladimir Ilich Lenin (1870-1924), se hizo con el poder en un golpe de mano que se idealizó como la "Gran Revolución Socialista de Octubre".
Se trató de un giro que marcó la historia mundial: se creó el primer Estado socialista, Rusia se convirtió en la Unión Soviética en 1922 y comenzó una competición entre los sistemas políticos que se alargó durante décadas.
Pero la Unión Soviética cayó en 1991 y en la Rusia actual la exposición "1917" del Hermitage es el recuerdo más impresionante de la Revolución de Octubre. Pero por lo demás, el país celebra con reticencia este centenario.
Por un lado, el régimen comunista le costó la vida a millones de personas, sobre todo con el dictador Josef Stalin (1878-1953). Por otro, aún hay muchos rusos, incluido el presidente, Vladimir Putin, que sueñan con la grandeza perdida de la Unión Soviética.
Los lugares más representativos de la revolución en San Petersburgo se pueden recorrer a pie. Ante el Instituto Smolny, hoy sede del Gobierno local, aún se encuentra un famoso monumento conmemorativo de Lenin. El líder de la revolución mira dominante hacia el horizonte: ¿Hacia un futuro brillante para la humanidad? ¿O simplemente hacia el Palacio de Invierno a cuatro kilómetros de distancia?
El Sóviet de Petrogrado de los Diputados de Obreros y Soldados y el Comité Militar Revolucionario tenían en Smolny su sede y desde allí manejó Lenin la toma de poder. En 1917, el año de las dos revoluciones rusas, los políticos actuaron con más decisión que nadie.
El zar fue derrocado en febrero, pero el Gobierno provisional estaba dividido. Sin embargo, lo que más le perjudicó fue no acabar con la impopular guerra contra el Imperio Alemán, mientras que Lenin prometía pan para los trabajadores, tierra para los agricultores y paz para todos.
Los historiadores están hoy de acuerdo en que el mayor éxito de los bolcheviques no fue el derrocamiento de 1917, sino el afianzamiento del poder en la sangrienta guerra civil que le siguió hasta 1922.
En la victoria militar tuvo mucho que ver el comisario Leon Trotski (1879-1940). El Kremlin ha elegido como lema para el centenario la unidad nacional, la reconciliación entre aquellos que fueron enemigos en la guerra, entre los rojos y los blancos.
Putin considera a Lenin uno de los grandes destructores de la historia rusa. "Lenin puso una bomba bajo el edificio llamado Rusia y esta explotó después", dijo en 2016.
El presidente ruso se refería a la desintegración de la Unión Soviética en repúblicas como Ucrania o Bielorrusia, que se convirtieron en Estados independientes cuando cayó el enorme imperio.
Antes del centenario el líder del Kremlin volvió a acordarse de la revolución: "¿No nos podríamos haber desarrollado por un camino evolutivo en lugar de con una revolución?", preguntó.
Putin, por el contrario, se muestra más suave con Stalin, el vencedor de la Segunda Guerra Mundial, que amplió el poder soviético, opina el historiador Ilja Kalinin. Además, el líder del Kremlin sospecha de cualquier tipo de cambio de poder y de revolución, cuenta a dpa el profesor de la Universidad de San Petersburgo. "Solo la idea de una revolución queda etiquetada como traición nacional".
Entre los lugares icónicos de la revolución en la ciudad del norte de Rusia se encuentra también "Aurora". El viejo crucero acorazado se encuentra atracado en la ribera norte del río Neva y actualmente es un museo. Dos marineros de la academia de cadetes hacen guardia en la cubierta.
Un disparo del cañón de proa de "Aurora" dió la señal para ocupar el Palacio de Invierno la noche del 25 de octubre. Los revolucionarios entraron en el suntuoso edificio y arrestaron a los ministros del Gobierno provisional en el denominado "comedor verde".
Cuenta la leyenda que el reloj sobre la chimenea se paró en el momento del arresto. Durante cien años las agujas han apuntado a las 2:10, hasta que el director del Hermitage, Mijail Piotrovski, cometió un acto revolucionario con motivo del aniversario: volvió a poner el reloj en hora.


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