Senegaleses en Atenas: atrapados entre la crisis, la pobreza y la burocracia
AFP (Agencia France-Presse)
ATENAS. - "Tengo cinco hijos y una mujer en Senegal. Me llaman por teléfono y me dicen que desde que estoy aquí, no tienen casi nada que comer", cuenta El Hadj, de pie frente a un montón de bolsos y carteras, en una gran avenida del centro de Atenas.
Todos ellos han pedido asilo, que Grecia concede con cuentagotas. A la espera del examen de su demanda, la administración les da una "tarjeta roja" renovable cada seis meses, con la que en teoría no pueden ser expulsados.
Llegaron al país antes del estallido de la crisis económica, no ven a sus familias desde hace años y quieren marcharse. Sin embargo, están atrapados porque su documento les impide viajar de forma legal a otros países europeos, y en caso de que lo hagan clandestinamente, los devuelven a Grecia.
"La tarjeta roja no nos da ningún derecho. Apenas el derecho de caminar por la calle", cuenta Soumara, que llegó a Grecia desde Turquía con el propósito de avanzar a Suecia.
"Existe la posibilidad de ir al consulado de Senegal. Ellos te dan los papeles para que puedas volver a casa, pero hay que pagar el avión, y no tengo dinero para eso", añade Soumara.
Mientras tanto, este grupo de senegaleses padece un racismo que describen como "un infierno" y como "el peor de Europa", asegurando todos que al menos alguna vez han sido golpeados por la policía.
"Una vez me detuvo un policía cuando estaba vendiendo bolsos en el Pireo. Miró mis papeles y me dijo: 'que te jodan, negro'. Luego me llevó a la comisaría y me golpearon cuatro agentes. Tengo la impresión de que todos los racistas están en la policía y se aprovechan de ello para hacer daño", cuenta Alioune, de 32 años, que pasó por Bélgica e Italia antes de llegar a Grecia.
"Te registran los bolsillos y te sacan el dinero. Otras veces incluso te meten droga en un bolso y te detienen. Conozco a uno que pasó más de un año en prisión por eso", añade Alioune, padre de dos hijos pequeños en Senegal, de 4 y 11 años.
A su lado, Mustafa dice: "Yo estoy casado con una griega y tenemos un niño de tres meses. Pero cuando salgo a la calle con ellos, la gente me mira raro, como si no fuera un ser humano".
Sus condiciones de vida tampoco son mejores en el céntrico barrio de Victoria, donde según la ONG Médicos del Mundo sobreviven apiñados unos 30.000 inmigrantes que conviven con toxicómanos y prostitutas.
Alioune vive con cinco personas más en un pequeño apartamento de una habitación y un salón. "El alquiler nos cuesta muy caro, 350 euros al mes. No tenemos elección; si somos pocos tenemos problemas para pagar".
Más allá de la solidaridad que reina en el grupo, el apoyo legal de los estudiantes de la facultad de Economía aparece como la única ayuda exterior que reciben estos senegaleses atrapados en Grecia por la crisis y la burocracia.
Según cuentan, los estudiantes "anarquistas" les pagan abogados cuando son detenidos, y cuando llega la policía, recogen su mercancía y se refugian rápidamente en el patio de la facultad, a la vuelta de la esquina.
Algunos de estos senegaleses se manifiestan con motivo de las numerosas huelgas organizadas en Grecia para protestar contra las medidas de austeridad, como Alioune, que participó en la del pasado jueves en Atenas.
Pero según él, los problemas no son de extrañar porque "éste es un país de mafiosos en el que la gente no paga impuestos".