Sursudaneses viven escondidos en Israel para evitar su expulsión

AFP (Agencia France-Presse)

TEL AVIV. - Abraham Alu no se atreve a salir de su casa en el sur de Tel Aviv pese a que se le acaba el dinero y la comida. El miedo a la policía impide que este sursudanés de 35 años, inmigrante ilegal en Israel, se aventure a salir a las calles desde hace una semana.

Sursudaneses viven escondidos en Israel para evitar su expulsión
Abraham era vendedor ambulante en las calles del sur del Tel Aviv pero desde el pasado jueves, cuando un tribunal israelí dio el visto bueno a la expulsión de los clandestinos de Sudán del Sur, su vida quedó en suspenso.
La policía comenzó sus redadas tres días después de la decisión judicial, pese a que las autoridades prometieron dar una semana a los miembros de esta comunidad para que salieran de Israel por su propia voluntad.
Según organizaciones de defensa de los derechos humanos, estos ilegales, naturales de Sudán del Sur, sumarían unas 700 personas entre hombres, mujeres y niños. El gobierno israelí habla de más del doble.
Abraham Alu compartía su estudio con otros 12 compatriotas. Como muchos sursudaneses dejaron de trabajar por miedo a la policía, el minúsculo apartamento está habitado actualmente por 20 personas.
"A veces nos quedamos sentados dos días sin comer. Bebemos agua y té y eso nos basta", cuenta. Algunos de sus compañeros de infortunio cazan palomas para comerlas.
Abraham sólo tenía siete años cuando vio a sus padres morir, a manos de milicianos. Huyó de su pueblo y en 2005 llegó a El Cairo.
Cuando la policía egipcia lanzó una redada en su campo de refugiados, en la que murieron 27 africanos, entre ellos un bebé, decidió, traumatizado, huir de nuevo y en 2006 consiguió entrar en Israel.
"Ahora, he perdido todas mis esperanzas", suspira. Y recuerda a uno de sus compañeros que volvió a Sudán del Sur cuando se proclamó su independencia el verano pasado y murió en los conflictos en la frontera.
Abraham no sabe dónde están los miembros de su familia y ni siquiera si están vivos. No hay ninguna razón para que vuelva a su antiguo país, donde teme morir si regresa.
Una permanente huida
William Chol, de 32 años, padre de cuatro niños, también huyó de Sudán del Sur siendo un niño. Fue al norte, a Sudán, donde trabajó como sirviente. Pero su patrón no le permitía salir de casa y ni siquiera le pagaba. "Era como ser un esclavo", recuerda.
En 2002 pudo escaparse a Egipto y en 2009 consiguió llegar a Israel con su esposa e hijos.
Pese al miedo que le inspira la policía, decidió no esconderse. "No soy un criminal", repite. Sin embargo, ante la violencia antiafricana que ha estallado en algunos barrios de Tel Aviv, este hombre ya no manda a sus hijos a la escuela, donde, según él, fueron agredidos por niños israelíes.
"Me da la impresión que estamos en guerra con Israel", dice.
Emanuel Kel Bol Yok, de 52 años, tampoco trabaja. "No puedo pagar mi alquiler y en tres días estaré en la calle", asegura.
Pese a su miedo, este hombre fue a pedir a la policía que permita que sus cinco hijos, de entre 2 y 18 años, terminen su año escolar.
Sigal Rozen, de la organización que defiende a los inmigrantes "Hotline for Migrant Workers", explicó que los arrestos sólo incrementan el miedo entre la comunidad sursudanesa, ya de por sí objeto de un gran rechazo por parte de los israelíes.
Numerosas familias se han roto desde que se hizo pública esta decisión judicial ya que la policía detiene al padre, de origen sursudanés, pero no a la esposa e hijos, naturales de otros países. Desde el domingo, 300 clandestinos han sido arrestados y el primer avión de repatriación a Sudán del Sur está previsto el domingo.
El ministro israelí del Interior, Eli Yishai, advirtió de que la ola de arrestos sólo era el "inicio" de una operación destinada a librarse de 60.000 africanos instalados ilegalmente en Israel.


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