AFP (Agencia France-Presse)
ISLAMABAD. - Un grupo de talibanes "moderados" pide a los jefes de la rebelión que acepten de una vez un diálogo de paz en un intento de evitar una guerra sin fin en Afganistán, tras varios intentos de diálogo tanto en Afganistán y Pakistán.
Esta semana, el talibán afgano Abdul Raqeeb, sentado en la parte trasera de una moto conducida por uno de sus alumnos de la escuela coránica, fue asesinado por dos desconocidos. Un asesinato selectivo, ya que el estudiante salió indemne.
Unos días antes había participado en Dubái en una reunión de rebeldes afganos favorables a la apertura de un diálogo de paz entre todas las facciones, incluido el gobierno de Kabul. Estaba organizada por Agha Jan Motasim, que al igual que él fue ministro del antiguo régimen de los talibanes (1996-2001).
Raqeeb tenía previsto regresar a Dubái para proseguir con los contactos con la esperanza de reactivar el diálogo entre Kabul y los talibanes para evitar una guerra civil en cuanto los soldados de la OTAN se vayan del país al final de este año.
Pero engrosó la lista de decenas de responsables talibanes en el exilio asesinados en los últimos años en Pakistán, entre ellos muchos "moderados".
De cara a la galería, los talibanes acusan de ello a los servicios secretos afganos o estadounidenses, pero en privado responsabilizan a miembros del espionaje paquistaní y sus aliados.
Pakistán está vinculado históricamente a los talibanes, a los que de alguna manera ayudó a tomar el poder en Kabul en 1996. Y muchos de ellos se refugiaron en su territorio después de 2001.
Pero actualmente, Islamabad, escaldado por los ataques de rebeldes talibanes paquistaníes en su propio territorio, prometió a Afganistán "un proceso de paz que incluya a todas las facciones", sin favoritismo. Lo mismo quieren Kabul y los "talibanes moderados".
Pero una parte de los servicios secretos paquistaníes está acusada de hacer lo imposible para controlar el movimiento talibán afgano.
"Cualquier talibán abierto a la negociación sin el consentimiento de Pakistán puede convertirse en un blanco. Pakistán no está forzosamente en contra de las negociaciones de paz, pero quiere el control", explica Thomas Ruttig de la Red de Analistas de Afganistán (AAN) en Kabul.
Intentando sacar partido de esta frustración, Motasim pasó a la ofensiva la semana pasada en Dubái reuniendo, según sus colaboradores, a "una treintena de talibanes procedentes de Afganistán y de Pakistán, entre ellos siete exministros, 4 exdiplomáticos y 8 comandantes militares".
Todos ellos recordaron hasta qué punto es urgente establecer un diálogo con "todas las facciones afganas", única solución, según ellos, para lograr los dos objetivos de los talibanes: "pacificar el país" y hacer "partir las fuerzas extranjeras".
El presidente afgano Hamid Karzai acogió favorablemente la iniciativa de Motasim, y esta semana el Alto Consejo para la Paz del gobierno afgano viajó a Dubái para reunirse con Motasim.
Pero lo más difícil queda todavía por hacer: convencer al resto de la rebelión, dirigida por el mulá Omar, y sus clanes de que abandonen la doctrina oficial opuesta a entablar negociaciones de paz mientras las tropas extranjeras sigan en el país.
El mando central de los talibanes ha condenado la iniciativa de Motasim, afirmando que "no representa a la rebelión" y que la "perjudica".
Por su parte Estados Unidos parece haber dado un paso hacia los talibanes, mencionando esta semana por primera vez un canje de prisioneros. Pero sus relaciones con Karzai son malas y las que mantiene con Pakistán tampoco pasan por su mejor momento.
Ante esta situación, varios talibanes de distintas corrientes declararon a la AFP que son pesimistas y temen que su país se hunda en una "guerra sin final".