Tejeda Jaramillo, el artista mexicano que enfureció a la DEA
AFP (Agencia France-Presse)
México, México. - Sobre la mesa de trabajo del pintor mexicano Javier Tejeda Jaramillo quedan dos muestras de su reciente pasado carcelario: la ropa caqui convertida en paños para limpiar y las pinturas al óleo fabricadas por sus alumnos y envasadas en bolsas de plástico.
Tejeda fue condenado a 40 años de cárcel por el asesinato en México del agente de la DEA Enrique "Kiki" Camarena en 1985. Por buena conducta fue liberado el 28 de octubre pasado tras 31 años preso.
El crimen produjo una crisis diplomática con Estados Unidos, evidenció la corrupción de la policía mexicana y descabezó el primer gran cártel de México, el de Guadalajara.
En la cárcel Tejeda buscó la salvación en el arte: "Comencé a estudiar pintura, me decidí a aprovechar el tiempo, sublimar la cárcel, y me dio resultado", cuenta a la AFP.
Tejeda asegura que era "sólo un policía corrupto" que vendía marihuana y daba protección a los líderes porque se dejó "llevar por el dinero fácil".
Pero se dice arrepentido: "Yo no volvería a hacer nada como lo hice".
Como pintor logró ser reconocido internacionalmente: de acuerdo con la casa de subastas Morton, sus pinturas se venden en promedio en 1.700 dólares, aunque en su sitio personal llegan hasta 7.400 dólares. A sus 64 años vende en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Francia, entre otros países, algo muy difícil de lograr aún en libertad.
El artista asegura que pinta con su subconsciente. "Creí que cuando saliera de la cárcel dejaría de usar el color negro", afirma, pero lo que está sobre el caballete lo contradice.
Es el primer lienzo que pinta en libertad. Se trata de la abstracción del torso y rostro de un hombre con la mitad derecha cubierta de negro y el fondo en púrpura, su otro color recurrente. "Es mi vida amorosa, es un conflicto que traigo ahorita, estuve 31 años en la cárcel, casi pierdo a mi familia", se interrumpe Tejeda con la voz entrecortada.
Su obra es muy variada. Con una producción de 200 pinturas al año su estilo es inconstante, aunque perseveran algunos elementos que se encuentran reunidos en uno de sus cuadros favoritos, el cual resume su vida en prisión.
En él se ve cómo Tejeda se asoma dentro del sombrero del Tío Sam y en hombros va sentada su mamá: "Mi madre es una santa, va rezando"; al centro su esposa: "Ella sufriendo"; atrás va su hijo, y al fondo, del lado derecho, hay una luz: "Una esperanza".
"El Tío Sam representa al gobierno de los Estados Unidos", cuenta Tejeda, quien sentía que "la DEA estaba presionando" para asegurar que cumpliera la condena por secuestro, homicidio, asociación delictiva y encubrimiento.
Cuatro meses antes de ser preliberado, personal de la embajada de Estados Unidos lo entrevistó en dos ocasiones, "para ver a qué me dedicaba", cuenta él.
Contactados por la AFP, la agencia antidroga estadounidense y la embajada de Estados Unidos en México declinaron hacer cualquier comentario.
Ahora que está afuera Tejeda confiesa: "No pienso pintar más al Tío Sam". Y aunque durante años se refugió en su taller con sus alumnos que suplieron a los cuatro hijos que solo veía en los días de visita, dice que no está interesado en continuar como maestro: "Tengo muchos alumnos que ya están libres, con ellos quiero montar mi taller".
Los hechos que lo llevaron a la cárcel culminaron en la noche del 7 de febrero de 1985 en una casa ubicada en Guadalajara, Jalisco, propiedad del llamado "Narco de Narcos" Rafael Caro Quintero.
Jaramillo, quien era agente de la agencia de inteligencia de México, la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), asegura que cuando llegó a la casa, Camarena no estaba golpeado ni había muestras de la brutal tortura a la que fue sometido: "Vi que se lo llevaron vivo, lo subieron a un coche, se lo llevaron y esa fue mi participación", cuenta.
Según el FBI, la DEA reportó que después del secuestro los muros de la casa fueron pintados, los rastros borrados y agentes de la Policía Judicial mexicana habían contaminado la escena del crimen.
Caro Quintero y los otros dos grandes capos del cártel de Guadalajara, Ernesto Fonseca y Miguel Ángel Félix Gallardo, fueron capturados y condenados.
De su relación con Quintero y Fonseca, Tejeda dice que no los conoció a fondo hasta que compartieron celda en la cárcel durante ocho años: "Rafael es un tipo sencillo", opina.
En 2013 Caro Quintero fue liberado por un juez por un tecnicismo en un fallo que también enfureció a la DEA y ahora la fiscalía busca recapturarlo. Fonseca fue transferido en arresto domiciliario en julio por su avanzada edad. Félix Gallardo sigue en prisión.
El crimen produjo una crisis diplomática con Estados Unidos, evidenció la corrupción de la policía mexicana y descabezó el primer gran cártel de México, el de Guadalajara.
En la cárcel Tejeda buscó la salvación en el arte: "Comencé a estudiar pintura, me decidí a aprovechar el tiempo, sublimar la cárcel, y me dio resultado", cuenta a la AFP.
Tejeda asegura que era "sólo un policía corrupto" que vendía marihuana y daba protección a los líderes porque se dejó "llevar por el dinero fácil".
Pero se dice arrepentido: "Yo no volvería a hacer nada como lo hice".
Como pintor logró ser reconocido internacionalmente: de acuerdo con la casa de subastas Morton, sus pinturas se venden en promedio en 1.700 dólares, aunque en su sitio personal llegan hasta 7.400 dólares. A sus 64 años vende en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Francia, entre otros países, algo muy difícil de lograr aún en libertad.
- Píntalo de negro -
El artista asegura que pinta con su subconsciente. "Creí que cuando saliera de la cárcel dejaría de usar el color negro", afirma, pero lo que está sobre el caballete lo contradice.
Es el primer lienzo que pinta en libertad. Se trata de la abstracción del torso y rostro de un hombre con la mitad derecha cubierta de negro y el fondo en púrpura, su otro color recurrente. "Es mi vida amorosa, es un conflicto que traigo ahorita, estuve 31 años en la cárcel, casi pierdo a mi familia", se interrumpe Tejeda con la voz entrecortada.
Su obra es muy variada. Con una producción de 200 pinturas al año su estilo es inconstante, aunque perseveran algunos elementos que se encuentran reunidos en uno de sus cuadros favoritos, el cual resume su vida en prisión.
En él se ve cómo Tejeda se asoma dentro del sombrero del Tío Sam y en hombros va sentada su mamá: "Mi madre es una santa, va rezando"; al centro su esposa: "Ella sufriendo"; atrás va su hijo, y al fondo, del lado derecho, hay una luz: "Una esperanza".
"El Tío Sam representa al gobierno de los Estados Unidos", cuenta Tejeda, quien sentía que "la DEA estaba presionando" para asegurar que cumpliera la condena por secuestro, homicidio, asociación delictiva y encubrimiento.
Cuatro meses antes de ser preliberado, personal de la embajada de Estados Unidos lo entrevistó en dos ocasiones, "para ver a qué me dedicaba", cuenta él.
Contactados por la AFP, la agencia antidroga estadounidense y la embajada de Estados Unidos en México declinaron hacer cualquier comentario.
- Liberarse del pasado -
Ahora que está afuera Tejeda confiesa: "No pienso pintar más al Tío Sam". Y aunque durante años se refugió en su taller con sus alumnos que suplieron a los cuatro hijos que solo veía en los días de visita, dice que no está interesado en continuar como maestro: "Tengo muchos alumnos que ya están libres, con ellos quiero montar mi taller".
Los hechos que lo llevaron a la cárcel culminaron en la noche del 7 de febrero de 1985 en una casa ubicada en Guadalajara, Jalisco, propiedad del llamado "Narco de Narcos" Rafael Caro Quintero.
Jaramillo, quien era agente de la agencia de inteligencia de México, la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), asegura que cuando llegó a la casa, Camarena no estaba golpeado ni había muestras de la brutal tortura a la que fue sometido: "Vi que se lo llevaron vivo, lo subieron a un coche, se lo llevaron y esa fue mi participación", cuenta.
Según el FBI, la DEA reportó que después del secuestro los muros de la casa fueron pintados, los rastros borrados y agentes de la Policía Judicial mexicana habían contaminado la escena del crimen.
Caro Quintero y los otros dos grandes capos del cártel de Guadalajara, Ernesto Fonseca y Miguel Ángel Félix Gallardo, fueron capturados y condenados.
De su relación con Quintero y Fonseca, Tejeda dice que no los conoció a fondo hasta que compartieron celda en la cárcel durante ocho años: "Rafael es un tipo sencillo", opina.
En 2013 Caro Quintero fue liberado por un juez por un tecnicismo en un fallo que también enfureció a la DEA y ahora la fiscalía busca recapturarlo. Fonseca fue transferido en arresto domiciliario en julio por su avanzada edad. Félix Gallardo sigue en prisión.