Tensión en Bangkok en torno a la sede del gobierno tailandés

AFP (Agencia France-Presse)

BANGKOK. - La policía tailandesa utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua contra los manifestantes opositores que amenazaban el domingo con tomar la sede del gobierno, tras los enfrentamientos que dejaron cuatro muertos y decenas de heridos.

Lo que une a los manifestantes -una alianza de burgueses conservadores cercanos al Partido Demócrata, el principal de la oposición, y grupúsculos ultramonárquicos- es el odio al hermano de la primera ministra Yingluck Shinawatra, el multimillonario Thaksin Shinawatra.

Los manifestantes, --que eran este domingo, según la policía, unos 70.000 en Bangkok contra cerca de 180.000 hace una semana-- acusan a Thaksin, derrocado por el ejército en 2006, de seguir dirigiendo la política gubernamental desde su exilio en Dubai.

El domingo se podían distinguir dos caras en el movimiento de protesta.

Frente a la entrada de la Casa de Gobierno, cientos de manifestantes enmascarados trataban de desplazar bloques de cemento y recortar la alambrada de espinos, a lo que la policía respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua.

Delante de otra entrada estaba organizada una sentada pacífica con la fórmula "El muro de Berlín en Bangkok" pintada sobre los bloques.

Suthep Thaugsuban, líder de la oposición, aseguró haberse reunido con la primera ministra.

"Yingluck no ha respondido nada (...) Mantenemos nuestros planes. Dentro de dos días todo habrá terminado", dijo Suthep Thaugsuban , quien sigue en libertad pese a una orden de captura por la ocupación del ministerio.

 

Llamamiento a la huelga

Thaugsuban llamó luego a los funcionarios a declararse en huelga el lunes.

Las autoridades desmintieron los rumores según los cuales la primera ministra había huido al extranjero, pero ésta seguía sin aparecer en público el domingo.

El viceprimer ministro Pracha Promnog aconsejó a la población no salir entre las 22H00 y las 05H00 por razones de seguridad, y prometió un retorno "a la normalidad tan pronto como sea posible".

Tras la ocupación y el asedio esta semana de ministerios y administraciones, que las autoridades toleraron para evitar mayores tensiones, los manifestantes pudieron entrar el domingo en el recinto del ministerio del Interior. Pero todavía no tomaron el control de los canales de televisión, como habían dicho que harían.

Unas horas antes, el domingo, los cabecillas de los "camisas rojas", progubernamentales, reunidos por decenas de miles en un estadio en Bangkok, habían llamado a dispersarse, por miedo a la violencia.

"Para no complicar más la tarea del gobierno, hemos decidido dejar que la gente vuelva a casa", declaró su dirigente, Thilda Thavornseth.

La violencia estalló el sábado por la noche cerca del estadio cuando unos "camisas rojas" a bordo de un autobús empezarona tirar adoquines contra unos opositores. Un hombre de 21 años, primera víctima de la revuelta, murió de bala en circunstancias confusas. Otras tres personas murieron y 57 resultaron heridas, según los equipos de rescate. Al menos dos "camisas rojas" se encuentran entre las víctimas, según la policía.

Los líderes del movimiento opositor llamaron a un último esfuerzo para llegar el domingo a la "victoria" antes del aniversario del rey Bhumibol, el 5 de diciembre, unas celebraciones durante las cuales es impensable manifestarse en una sociedad tailandesa muy respetuosa de su rey.

La policía dijo que había 3.000 manifestantes ante las sedes del gobierno y la policía metropolitana. El domingo pasado fueron casi 180.000 personas las que se echaron a la calle.

La escalada de la tensión desde hace un mes, que se disparó el sábado con la primera muerte, hace temer graves disturbios.

En 2010, unos 100.000 "camisas rojas" habían ocupado el centro de Bangkok para reclamar la caída del gobierno de entonces, en una protesta que fue disuelta por el ejército.

La crisis, que dejó unos 90 muertos y 1.900 heridos, hizo aflorar las profundas divisiones de la sociedad entre masas rurales y urbanas desfavorecidas del norte y noreste, fieles a Thaksin, y las élites de la capital que gravitan en torno al palacio real, y que ven al ex primer ministro como una amenaza para la monarquía.

La ira de los manifestantes fue provocada por un proyecto de ley de amnistía, redactado según ellos deliberadamente para permitir el regreso de Thaksin, que vive en el exilio para escapar a una condena a dos años de prisión por malversación financiera.



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