"Toda familia es un nido de víboras"

La Vanguardia, Barcelona, España

ROMA. - Alicia Giménez Bartlett publica otra novela sobre la inspectora Petra Delicado, ambientada en Roma y Barcelona. La inspectora Petra Delicado, criatura literaria de Alicia Giménez Bartlett, resuelve un caso muy complejo, a caballo entre Barcelona y Roma, en la novena novela de la serie. ‘Nadie quiere saber’ (Destino) llega a las librerías españolas este martes.

Alicia Giménez Bartlett
Alicia Giménez Bartlett
En Italia es líder en ventas (100.000 ejemplares en un mes). “Quería hacer un libro de homenaje a mis lectores italianos, para corresponderles por el aprecio, cariño y simpatía que siempre me han dado; me sentía en deuda”, afirmó la escritora durante un almuerzo con la prensa en un restaurante de Roma. ‘Nadie quiere saber’ se inspira en una historia real, la de un empresario barcelonés, ya mayor, que frecuentaba prostitutas y que, durante el robo mientras estaba con una chica, fue asesinado por un italiano. La novela incorpora a la mafia napolitana. Delicado y el subinspector Fermín Garzón se desplazan a Roma y viven todo tipo de aventuras.
Giménez Bartlett, por boca de la inspectora, hace múltiples reflexiones sobre la vida, la relación de pareja, la familia. La novelista (premio Nadal en el 2011), aceptó gustosa el juego propuesto por La Vanguardia para hacerse una especie de autoentrevista y comentar algunos de esos pensamientos, casi aforismos, del libro. Aparecen a continuación, en negrita:
Los humanos somos muy distintos los unos de los otros pero nos aprendemos los papeles que nos corresponden con mucha aplicación y nunca dejamos de representarlos.
“Nos enseñan enseguida dónde estamos y qué debemos hacer y, nosotros, sin poder evitarlo, lo aprendemos. Diría que, incluso, con cierta inocencia”.
Una máxima humana que no falla jamás: cuanto más cedes, más te machacan. ¡El matrimonio es algo espantoso!
“Es verdad, hay que ser tolerante, pero de vez en cuando es recomendable dar un bufido. Es casi terapéutico”.
Seguro que era un hombre casado y que alguna que otra culpa debía expiar.
"Sí, los casados siempre estamos en una especie de culpa que no se expía nunca, sobre todo de cara al cónyuge”.
El síndrome del viaje: de repente llegas a un sitio en el que se te antoja que vivirás en calma total.
“¡Me ha pasado tantas veces! Pero al sentir eso siempre te olvidas de que llevas contigo la maleta de tus neuras, de tus obsesiones, de tus miedos”.
La convivencia amorosa es muy difícil porque la mente del otro nunca sigue los derroteros que cabría esperar.
“Tener una evolución de pareja y armónica no es fácil, y no es sólo la evolución ideológica. Tener la misma salud, los mismos impulsos externos, es casi imposible”.
Hay vidas arrastradas y difíciles sobre las que nunca acaba de brillar el sol ni un solo día.
“Lo pienso tantas veces... mujeres que trabajan en cocinas estrechas de restaurantes, hombres que pasan de un trabajo al siguiente... y encima se abaten sobre ellos enfermedades, tragedias familiares... ¡qué sabemos!”
La enorme fuerza magmática de los bares de España.
“Son confesionarios, locales sociales, gabinetes de psiquiatra, Son lo mejor que tenemos en este país”.
A veces las intuiciones se forman con tal fuerza, con tal claridad, que deben concederse espacio y crédito, aunque hacerlo vaya contra la racionalidad.
“En esa cuestión las mujeres somos expertas, y lo suficientemente valientes como para ponerlo en práctica”.
Toda familia es un nido de víboras por definición.
“La familia es un ente cerrado y el aire que se respira siempre está un poco viciado”.
A veces resulta curioso comprobar que el grupo, por muy pequeño que sea, puede influir decisivamente en el individuo 
“Sí, el miedo a equivocarnos, el pánico a la soledad nos hace tomar a veces autobuses que no sabemos adónde van. Volver la mirada y ver a otro que protesta o que llora da una extraña tranquilidad.
El amor es un desastre y reaccionamos frente a él como suele hacerse frente a un pastel demasiado dulce. Lo deseamos al verlo, pero al probarlo nos empalaga y, sin embargo, volvemos a desearlo aun sabiendo que nos empalagará.
“Dicen que es un gran misterio, y yo creo que es verdad. He conocido a personas de 80 años que lo único que echaban en falta era saber que habían quedado fuera del juego del amor. Y no hablo de sexo”.
Has de tener cuidado con la culpa. Te puede cortar las alas sin que te enteres. Y sin alas no se vuela; siempre te arrastrarás.
“El sentimiento de culpa es terrible, sobre todo en las mujeres. Puede que sea una herencia católica, pero yo me muestro en este caso conductista y creo que, luchando, puede desaparecer”.

Hace falta estar un poco loco para vivir.
“Sí claro, pero no demasiado, lo justo para no sufrir”.
Los hombres pivotan toda su vida en torno al trabajo porque necesitan el triunfo social para creer en sí mismos.
“Es otro aprendizaje funesto contra el que los hombres deberían reaccionar, pero ni lo piensan, prefieren el poder a una posible felicidad”.
A los hombres les encanta protegernos cuando la protección consiste en prohibir
“Pues es posible que sea así, cuando la protección consiste en asumir responsabilidades...”
La vida sería más auténtica si no tuviéramos nombre, ni recuerdos, ni apoyos, ni deberes. Cuerpo nada más.
“Un cuerpo joven, un cuerpo viejo, un cuerpo que nace, que muere, sí, sería más fácil”.
Lo mejor para salir adelante es el olvido.
“Sin ninguna duda, y volver a recordar cuando lo olvidado ya no te hace daño”.
Quizá la única manera de vivir en libertad absoluta sería vivir sin ningún vínculo amoroso.
“Eso dicen los budistas y lo extienden a todo tipo de vínculos, pero hay que reconocer que los budistas puros follan poquísimo y comen fatal”.
Es malo buscarse ídolos entre los mortales.
“Antes me fascinaba acercarme a los grandes artistas, escritores, intelectuales... al final ya no tengo ídolos, pero admiro a la gente buena y anónima, sobre todo si no tengo que tratar directamente con ellos”.


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