Trabajadores sirios entran en zona rebelde para restituir suministro de agua a Damasco
AFP (Agencia France-Presse)
Damasco, Siria. - Trabajadores del gobierno sirio entraron en una ciudad rebelde cercana a Damasco el viernes para empezar a restablecer el suministro de agua a la capital siria, informaron medios de comunicación estatales que citaron al gobernador local.
En declaraciones a los periodistas cerca de la fuente de Ain Al Fijeh, en la región de Wadi Barada, Alaa Ibrahim afirmó que se había alcanzado un acuerdo para que el ejército tomase el control de la zona y que las tropas deberían restablecer el servicio de abastecimiento de agua lo más pronto posible.
El suministro desde esta fuente permanece cortado desde el 22 de diciembre, después de que los combates dañaran las infraestructuras de bombeo y dejaran a 5,5 millones de personas sin agua.
"Hemos interrumpido las operaciones militares en Ain Al Fijeh y hemos iniciado la reconciliación con las milicias" explicó el gobernador provincial.
"Si Dios quiere, la tubería estará reparada en tres días (...) Se tomarán medidas rápidas para enviar agua a Damasco mañana", añadió.
Ibrahim aseguró que cualquier rebelde en Wadi Barada que entregue sus armas podrá hacerlo, y añadió que los que rehúsen hacerlo o que pertenezcan a Fateh Al Sham, la filial siria de Al Qaida, podrán dirigirse a la provincia rebelde de Idlib.
Ahmad Ramadan, miembro de la Coalición Nacional de la oposición, confirmó que había un acuerdo en Wadi Barada pero matizó que el único fin del mismo era permitir a las tropas reparar la fuente y que no tenía "ninguna consecuencia militar o política".
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) confirmó que los trabajadores sirios habían llegado a Ain Al Fijeh y que habían empezado a trabajar, agregando que se había izado la bandera siria en la zona.
Las fuerzas del gobierno llevaban semanas combatiendo en Wadi Barada y el presidente Bashar Al Asad había prometido que reconquistarían la región.
El gobierno acusa a los rebeldes, incluyendo a Fateh Al Sham, de haber cortado el abastecimiento de agua a propósito.
Sin embargo, los rebeldes aseguran que los bombardeos del gobierno habían dañado las bombas de agua y niegan que Fateh Al Sham esté presente en la zona.
Los combates amenazaron una frágil tregua nacional decretada el pasado 30 de diciembre y apadrinada por Rusia y Turquía, aliados del régimen y de los rebeldes respectivamente.
Este alto el fuego se considera un preludio de las negociaciones en Astaná, la capital de Kazajistán, que empezarán tres días después de la toma de posesión del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump.
La tregua fue auspiciada por Rusia y por Turquía, mientras que la administración de Barack Obama fue dejada al margen.
Aún así, el jueves por la noche, en Ginebra, el jefe de la diplomacia turca, Mevlut Cavusoglu, anunció que su socio ruso estaba de acuerdo en que Estados Unidos entrara en el proceso de negociaciones.
"Estados Unidos definitivamente debería estar invitado y eso es lo que acordamos con Rusia", dijo en alusión al encuentro de Astaná, donde se reunirán representantes del régimen y de los grupos rebeldes.
"Necesitamos mantener el alto el fuego. Es esencial para las conversaciones de Astaná", indicó Cavusoglu, agregando que las invitaciones para la reunión serían enviadas la próxima semana.
"Nadie puede ignorar el papel de Estados Unidos. Y esto es una posición de principios para Turquía", afirmó.
Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, declaró al respecto: "No puedo pronunciarme. Por supuesto, somos favorables a una representación lo más amplia posible de todas las partes" implicadas en el conflicto sirio.
"Pero no puedo responder concretamente por el momento", agregó.
El ministerio ruso de Relaciones Exteriores afirmó más tarde en un comunicado que Rusia, Irán y Turquía habían mantenido "discusiones tripartitas" sobre el desarrollo de estas negociaciones.
Según una fuente siria, el 23 de enero podría llevarse a cabo una reunión inaugural y protocolaria con varios países invitados, entre ellos Estados Unidos, como sucedió en 2014 en Montreux (Suiza).
Después de este encuentro, se abrirían las negociaciones entre el régimen y los rebeldes bajo la supervisión única de Rusia y Turquía.
El suministro desde esta fuente permanece cortado desde el 22 de diciembre, después de que los combates dañaran las infraestructuras de bombeo y dejaran a 5,5 millones de personas sin agua.
"Hemos interrumpido las operaciones militares en Ain Al Fijeh y hemos iniciado la reconciliación con las milicias" explicó el gobernador provincial.
"Si Dios quiere, la tubería estará reparada en tres días (...) Se tomarán medidas rápidas para enviar agua a Damasco mañana", añadió.
Ibrahim aseguró que cualquier rebelde en Wadi Barada que entregue sus armas podrá hacerlo, y añadió que los que rehúsen hacerlo o que pertenezcan a Fateh Al Sham, la filial siria de Al Qaida, podrán dirigirse a la provincia rebelde de Idlib.
Ahmad Ramadan, miembro de la Coalición Nacional de la oposición, confirmó que había un acuerdo en Wadi Barada pero matizó que el único fin del mismo era permitir a las tropas reparar la fuente y que no tenía "ninguna consecuencia militar o política".
- Izan la bandera siria -
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) confirmó que los trabajadores sirios habían llegado a Ain Al Fijeh y que habían empezado a trabajar, agregando que se había izado la bandera siria en la zona.
Las fuerzas del gobierno llevaban semanas combatiendo en Wadi Barada y el presidente Bashar Al Asad había prometido que reconquistarían la región.
El gobierno acusa a los rebeldes, incluyendo a Fateh Al Sham, de haber cortado el abastecimiento de agua a propósito.
Sin embargo, los rebeldes aseguran que los bombardeos del gobierno habían dañado las bombas de agua y niegan que Fateh Al Sham esté presente en la zona.
Los combates amenazaron una frágil tregua nacional decretada el pasado 30 de diciembre y apadrinada por Rusia y Turquía, aliados del régimen y de los rebeldes respectivamente.
- Nuevas negociaciones de paz -
Este alto el fuego se considera un preludio de las negociaciones en Astaná, la capital de Kazajistán, que empezarán tres días después de la toma de posesión del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump.
La tregua fue auspiciada por Rusia y por Turquía, mientras que la administración de Barack Obama fue dejada al margen.
Aún así, el jueves por la noche, en Ginebra, el jefe de la diplomacia turca, Mevlut Cavusoglu, anunció que su socio ruso estaba de acuerdo en que Estados Unidos entrara en el proceso de negociaciones.
"Estados Unidos definitivamente debería estar invitado y eso es lo que acordamos con Rusia", dijo en alusión al encuentro de Astaná, donde se reunirán representantes del régimen y de los grupos rebeldes.
"Necesitamos mantener el alto el fuego. Es esencial para las conversaciones de Astaná", indicó Cavusoglu, agregando que las invitaciones para la reunión serían enviadas la próxima semana.
"Nadie puede ignorar el papel de Estados Unidos. Y esto es una posición de principios para Turquía", afirmó.
Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, declaró al respecto: "No puedo pronunciarme. Por supuesto, somos favorables a una representación lo más amplia posible de todas las partes" implicadas en el conflicto sirio.
"Pero no puedo responder concretamente por el momento", agregó.
El ministerio ruso de Relaciones Exteriores afirmó más tarde en un comunicado que Rusia, Irán y Turquía habían mantenido "discusiones tripartitas" sobre el desarrollo de estas negociaciones.
Según una fuente siria, el 23 de enero podría llevarse a cabo una reunión inaugural y protocolaria con varios países invitados, entre ellos Estados Unidos, como sucedió en 2014 en Montreux (Suiza).
Después de este encuentro, se abrirían las negociaciones entre el régimen y los rebeldes bajo la supervisión única de Rusia y Turquía.