Turistas occidentales visitan Irak pese a los atentados
AFP (Agencia France-Presse)
BAGDAD. - Irak convive con la sangre, el estruendo y el furor de los atentados, pero eso no impide que turistas occidentales apasionados por la arqueología y la historia sigan llegando a Bagdad y visiten la ciudad, bajo escolta policial.
Paradójicamente Irak es un país de turismo, pero se trata ante todo de un "turismo religioso" ya que millones de peregrinos, en su mayoría iraníes, vienen a recogerse en los santuarios del chiismo, una de las ramas del islam.
Los otros raros visitantes tentados por la aventura lo hacen casi siempre en viajes organizados y evitan las regiones más peligrosas.
"Hace mucho que quería venir. No habría podido hacerlo solo. Por eso, cuando oí hablar de este viaje, me dije: esta tal vez sea una oportunidad, y la aproveché", explica el estadounidense Greg Lessenger, fascinado por la estación de Bagdad.
"Cada lugar es totalmente diferente", recalca Lynda Coney, una británica que participa en este mismo viaje, organizado por la agencia británica HinterlandTravels.
"Los árabes, la historia, la arqueología me apasionan", añade, recorriendo la estación, reconstruida en 1948 por los británicos.
Guiados por Geoff Hann, propietario de la agencia de viajes, el grupo se desplaza en minibús, sin publicidad ni marcas distintivas.
Su viaje de quince días los llevará de Kurdistán (norte) hasta Basora (sur) pasando por Nimrud y Hatra (antiguas ciudades de Mesopotamia), así como por la antigua Babilonia y las ciudades santas de Kerbala y Nayaf.
El precio del viaje organizado por esa agencia, una de las pocas autorizadas por el gobierno, es de 3.100 euros, sin contar los tiquetes de avión ni los visados.
La dificultad para obtener los visados de entrada -y de salida- podría disuadir a los viajeros solitarios.
Pero los más audaces obtienen una visa únicamente para Kurdistán (norte) e intentan pasar luego al sur sin autorización, pese a las advertencias de las embajadas occidentales para disuadirlos.
El principal problema sigue siendo el de la seguridad: los atentados suicidas y las explosiones de coches bomba son cotidianos y causan decenas de muertos.
Los atentados apuntan a menudo contra los almacenes, mercados, mezquitas y, desde hace poco, a barés y cafés.
Incluso los periodistas, ejecutivos y diplomáticos dudan en salir sin custodios debido, sobre todo, al temor de ser secuestrados.
"Cuando se habla de Irak en Europa, en lo primero que se piensa es en el terrorismo y la violencia", lamenta Baha al Maya, consejero del ministro de Turismo.
"Debemos cambiar esa imagen", subraya.
"Hay que hacer un gran esfuerzo para explicarle a la gente que Irak no es el país del terrorismo y de los asesinatos, sino un país de historia y civilización", agrega.
Geoffe Hann, que organiza viajes a Irak desde 2009, reconoce que la seguridad sigue siendo complicada.
Recientemente, un grupo de turistas fue detenido por policías que les pidieron la autorización para poder sacar fotos, un documento emitido por las autoridades militares y que sólo se les exige a los periodistas.
En lo que respecta a la seguridad de su grupo, Hann explica que la clave es la discreción.
El policía que los escolta puede pedir refuerzos en cualquier momento y a los turistas se les pide que no indiquen con anticipación los trayectos ni los programas de sus visitas.
Zein Ali, de 21 años, admite que la violencia puede desalentar a los turistas, pero con ánimo tranquilizador dice que "Bagdad no es como la muestra la televisión".
"Los turistas deben venir aquí, ver la ciudad. Estoy seguro de que después de una primera visita van a querer volver", afirma este empleado de una empresa de limpieza.