Un "tesoro nacional viviente" de Japón pone a París a sus pies

AFP (Agencia France-Presse)

PARÍS. - La belleza depurada del legendario teatro japonés kabuki, encarnada en Tamasaburo Bando, una de las más grandes figuras del teatro contemporáneo mundial, ha deslumbrado a París, que se rindió ante este artista declarado hace unos meses "tesoro nacional viviente" de Japón.

Tamasaburo Bando, en el centro
Tamasaburo Bando, en el centro
Quizá en ningún país de Occidente un artista puede alcanzar el alto rango social que goza Bando en Japón, que le rinde un verdadero culto.
Y el público que abarrotó el teatro Châtelet, el templo de la música parisina, compartió ese fervor, al ponerse entero de pie y ovacionar al artista durante una decena de minutos, en el estreno parisino el martes de noche de su espectáculo "Jiuta", tres danzas intimistas de sorprendente belleza.
Los elegantes movimientos del kabuki, cuyos personajes son siempre interpretados por hombres, son llevados a su cúspide por Tamasaburo Bando, de 61 años, quien desde hace 45 es un "onnagata", dando vida a bellas mujeres que coquetean a la sombra de un cerezo en flor o en una casa de lujosas concubinas.
El célebre actor no se ha presentado en Europa en un cuarto de siglo, por lo que su presencia en París es uno de los acontecimientos culturales de este año en Francia.
Adornado con lujosas peinetas y majestuosos trajes de seda bordada, el maestro del arte kabuki, que desde el siglo XVII permanece invariable, comunicó al público pasiones y sentimientos universales: amor, despecho, odio, con sus movimientos delicados, sinuosos, milimétricos, y su maquillaje blanco.
"El nos ha comunicado la quintaesencia de la feminidad, como no sabría hacerlo una mujer", dijo tras el espectáculo una japonesa, que había llevado a su pequeña nieta. "Lleva el arte del kabuki a sus límites".
"La flor de Onnagata", lo describió el gran escritor Mishima.
En una de las danzas, Bando interpretó una escena de "La Novela de Genji", una de las mayores obras de la literatura japonesa de todos los tiempos.
Además, Bando, que se presenta en el Châtelet con otro "tesoro nacional vivo", Seikin Tomiyama, maestro del instrumento tradicional shemisen, protagonizará a partir del domingo siete representaciones de la célebre ópera china "El Pabellón de amapolas", una inmensa epopeya compuesta en 1598.
Esta es la primera vez que se presentará fuera de Asia esta versión creada por Bando, que ha trabajado con medio centenar de artistas de China y Japón.
Pese a haber sido comparado con el dios de la danza, Vaslav Nijinski, y haber recibido todos los honores, Bando no cree en la perfección de su arte del kabuki. "Sólo logro sugerir la esencia de una mujer", dice.
En una entrevista con la AFP en Tokio, antes de viajar a París, el radiante sesentón, que se mueve con mayor agilidad que cualquier joven, y que no tiene una sola arruga en su rostro, señala que en escena él es "quizá sólo una creación", o "un sueño".
"El verdadero Tamasaburo está frente usted", dice el sonriente actor, que no camina, sino se desliza, como sobre una nube.
Interrogado acerca de lo qué representa para él haber sido consagrado como "tesoro nacional viviente", Bando afirma que "más que una recompensa, ello representa sobre todo un deber, una obligación moral para las generaciones futuras", que contribuirá a perpetuar el kabuki, que él empezó a practicar cuando tenía apenas cinco o seis años.
"El kabuki no se moderniza, evoluciona. Guarda todo su espíritu y continuará en el futuro, como perviven las tragedias griegas, la ópera o el ballet", concluyó el actor.


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