¿Una vaca de la Amazonía en mi plato, en mi auto, en mis zapatos? No gracias

AFP, Agence France-Presse

El 80% de las tierras deforestadas en la Amazonía brasileña son destinadas a pastoreo, y el gran desafío es impedir que llegue al consumidor carne o cuero provenientes de zonas destruidas ilegalmente en lo que es la mayor selva tropical del planeta, coinciden autoridades y especialistas.

¿Una vaca de la Amazonía en mi plato, en mi auto, en mis zapatos? No gracias
BRASILIA, 6 agosto 2009 (AFP) - La pecuaria es hoy el gran dolor de cabeza de la Amazonía, reconoce el ministro de Medio Ambiente brasileño, Carlos Minc.
Brasil tiene el mayor rodeo comercial bovino del mundo, con 200 millones de cabezas, y es el mayor exportador, con el 30% del mercado mundial. El 22% de esta producción procede del área amazónica, según datos del sector.
"La pecuaria de la Amazonía brasileña es el mayor vector de deforestación en el mundo, responsable por una de cada ocho hectáreas destruidas globalmente", denuncia la organización ambientalista Greenpeace.
Años atrás la devastación había sido impulsada por la producción de soja, pero ahora ese cultivo "dejó de ser un factor relevante de deforestación amazónica" gracias al compromiso de la industria de no comprar el producto de áreas recientemente deforestadas, recuerda el ministro.
¿Cómo lograr entonces un compromiso similar para la cadena pecuaria, mucho más extendida y difícil de controlar, y que reconoce que el 30% del ganado abatido es clandestino? La respuesta puede ser una clara presión de la opinión pública y los consumidores.
La Fiscalía denunció en junio a 13 frigoríficos y 22 haciendas acusadas de contribuir con la deforestación en el estado de Pará (norte). Además, advirtió a 72 supermercados, fábricas de cosméticos y de calzados que podrán ser procesados si adquieren productos obtenidos en zonas de deforestación ilegal.
Al mismo tiempo, Greenpeace divulgó un informe, fruto de tres años de investigación, que denuncia que carne y cuero vacunos de haciendas que deforestaron ilegalmente consiguen infiltrarse en las grandes procesadoras del sur de Brasil, las cuales venden a empresas que abastecen a grandes marcas mundiales de calzado y moda como Adidas, Nike y Gucci; autos como BMW, Ford, Honda y Toyota, y alimentos y otros, como Carrefour, Ikea, Kraft y Wal-Mart.
Las acciones de la Fiscalía y el informe de los ambientalistas cayeron como una bomba, con resultados inmediatos.
Las gigantes del calzado Nike y Timberland acaban de anunciar que no usarán más cuero de vacunos de la Amazonía sin garantía de que sus criadores son ajenos a la deforestación. Según Greenpeace, Adidas estudia una medida similar.
Mientras, las tres mayores cadenas de supermercados en Brasil, Pao de Açucar (vinculada al grupo francés Casino), Carrefour y Wal-mart se comprometieron a no comprar productos bovinos si no incluyen garantías de que no proceden de áreas deforestadas.
Además, grandes frigoríficos exportadores brasileños anunciaron que adoptarán un código que garantice la trazabilidad del origen de los productos bovinos.
La Asociación de Industrias Exportadoras de Carne (ABIEC) estudia instalar un sistema de rastreo en el ganado del país, con chips que garantizan el seguimiento de cada animal desde su nacimiento hasta su muerte.
Esta medida evitaría que animales criados en áreas deforestadas ilegalmente entren en la gran cadena industrial, pero esa "no es una tarea simple, es gigantesca" y demorará tres o cuatro años, afirmó el presidente de ABIEC, Roberto Gianetti da Fonseca, a la AFP.
"Está habiendo una presión y una reacción de las empresas que nos hace pensar que tenemos una posibilidad de conseguir una 'moratoria' como la de la soja, un compromiso de la industria de no adquirir producto de haciendas que deforestaron ilegalmente", dijo Paulo Adario, director de Greenpeace en el país, a la AFP.
Brasil es considerado el cuarto mayor emisor mundial de gases con efecto invernadero. El 75% de esas emisiones está relacionado con la deforestación amazónica.
En diciembre pasado el gobierno brasileño se comprometió a llegar al año 2018 con un ritmo de deforestación de la Amazonía 70% inferior al actual.
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