AFP (Agencia France-Presse)
BUSSETO. - El célebre maestro italiano Giuseppe Verdi, compositor de 28 óperas, entre ellas Aída, Rigoletto y La Traviata, perdura en el recuerdo de Busseto, su pueblo natal, que el jueves 10 de octubre celebrará al igual que toda Italia el bicentenario del nacimiento de su hijo predilecto.
Pese a la fama que cosechó en el mundo, Verdi nunca quiso alejarse de la casa familiar, cuya modestia sorprende, ubicada en la pequeña aldea de Roncole, cercana a Busseto, en Emilia-Romaña, norte de Italia.
Situada en una avenida, el hotel-panadería de sus padres resalta por su simplicidad.
Al héroe nacional, que popularizó la lírica, narrando la historia de "héroes" incómodos para la sociedad, los italianos siguen rindiendo homenaje y veneración.
Mario Rossin y Laura Manfrenatto, una pareja de Rovigo, viajó desde el nordeste para conocer la casa donde nació el gran maestro, el 10 de octubre de 1813.
"Italia le debe mucho, por él nos conocen y respetan en todo el mundo", explicó a la AFP Rossin.
Emocionada, Manfrenatto reconoce lo que significa estudiar música para una familia humilde.
"Tenemos tres hijos, estudiaron en el conservatorio, no es fácil sin tantos medios económicos", sostiene.
El genio surgido de la nada, que a fuerza de trabajo y empeño se convierte en ídolo, el defensor de una Italia unida en el agitado siglo XIX, debe mucho a un rico negociante de Busseto y melómano, Antonio Barezzi, su mecenas.
En su mansión, que también se puede visitar, situada ahora en la plaza Giuseppe Verdi, dirigió su primer concierto y conoció a su primera mujer, Margherita, hija del pudiente comerciante, cuya prematura muerte junto con la de sus dos hijos, marcaron su vida.
Una estatua monumental de Verdi domina la localidad donde contribuyó a la fundación del teatro local y también de su hospital.
Recorrer la tierra a la que el compositor estuvo siempre tan arraigado, que inspiró sentimientos y contradicciones del ser humano que narraba en sus óperas, incluye una visita también a su residencia de Santa Agata y a sus fincas.
"Para nosotros Verdi no es un genio de la música, sino uno de nosotros. Está vivo", sostiene Gian Paolo Laurini, un pintor local.
La popularidad de Verdi, quien fue un hombre comprometido políticamente, se extiende a nuevas y viejas generaciones de hoy en día.
"Cuando pasamos por su residencia, por la plaza, frente a su estatua, o cuando discutimos en el bar, muchas veces nos preguntamos lo que hubiera dicho o pensado Verdi", sostiene uno de ellos.
El jueves, con ocasión de los festejos, retumbará en muchas casas italianas el célebre "Va pensiero", el coro de los esclavos de la ópera Nabucco, en el que se habla de la patria perdida, en una referencia a la Italia ocupada, pero también al exilio.
El gran director de orquesta italiano, Riccardo Muti, dirigirá ese día en directo --gratuitamente para todo el mundo-- desde Chicago el "Requiem", mientras se multiplican nuevas ediciones de las óperas de Verdi más conocidas: Don Carlos, Otello, Falstaff, La forza del destino.
"Verdi es nuestra tarjeta de identidad musical en el mundo", sostiene el director de orquesta Jader Bignamini, de 37 años, quien dirige la ópera "Simon Boccanegra" en el teatro Regio de Parma.
"Nací y crecí con esa música, que aún es muy vital, con una gran fuerza", sostiene.
Su mensaje político, de defensor de los pobres, de los oprimidos, de los explotados, su anticlericalismo, al acusar a los representantes de la religión de desencadenar violencia y castigos, es poco conocido, según Bignamini.
"Su grito de rebelión se hubiera perdido hoy en día con la clase política que tenemos", lamenta el músico.
"Nadie se preocupa por los otros en este país. Es el drama de Italia. Necesitamos al Verdi de nuestros días", sostiene.