Versos osados y onomatopéyicos resaltaron en cierre del Festival de Poesía

ABN, Agencia Bolivariana de Noticias, Venezuela

Versos osados, onomatopéyicos, y carentes de gramática resaltaron en la clausura del VI Festival Mundial de Poesía que desbordó la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, en Caracas. En el escenario reapareció públicamente quien fue Ministro de la Cultura, Farruco Sesto, en este caso recitando un par de versos de su autoría: Mi mujer y la creación, y La carta, para dejarle el micrófono a la efervescente declamación del poeta criollo Blas Perozo Naveda que, con los versos explosivos de Adrede y Marditos todos, encendió los ánimos del público.

Versos osados y onomatopéyicos resaltaron en cierre del Festival de Poesía
La keniana Pamela Ateka volvió a contagiar al público con la gracia oral que le añade al poema Canta África, canta, y con otro denominado Amor Secreto, que pronto se podrán leer en una edición que sacará la editorial El Perro y la Rana.

El canadiense Paul Dutton, que llegó hasta el micrófono con una seriedad inviolable, se despojó de la mitad de sus 66 años para recitar un poema sin gramática, con palabras que eran cuerdas, percusión o algún instrumento de viento.

Leyó un Haykú Perdido y después lanzó una lírica indefinida de sonidos y onomatopeyas que tuvo una segunda parte, luego salió la poeta chilena Elizabeth Neira al centro del escenario y alguien dijo «Ay mi madre», quebrando el silencio de la sala.

Y a continuación sus poemas, entre ellos El pene tiene pena, en el que la autora pidió al público gritar «Ánimo» para infundírselo al protagonista de su poema.

«Pero cuando el pene tiene pena, nada de eso vale una puta pena», concluía Neira, para dejarle la palabra al colombiano Jotamario Arbeláez quien pronunció, en un tono parecido, sus poemas impregnados con esencias de humor.

Diálogo amoroso escuchado en un motel fue el primer poema de Arbeláez, que dedicó a Eli. Simuló gemidos, respiraciones, y la excitación de una pareja, y dijo con voz exhausta y femenina «Te amo Paul», y con tono más varonil: «Yo no me llamo Paul», para concluir: «espero que por lo menos Eli, se llame Eli».

La fiesta poética concluyó con los versos del homenajeado Juan Calzadilla, quien recitó en sus poemas críticas a los medios comerciales de comunicación, narró sin rimas su visión de la tragedia de Vargas, y hasta reveló la fórmula para evitar el crimen: «Que la víctima no esté en el lugar de los hechos», así se despidió y aseguró más ímpetu en el Festival del año que viene.

El presidente de la Casa de las Letras Andrés Bello, Luis Alberto Crespo, recibió la Pluma Palestina de manos de la poeta árabe Hannan Awwad, por la solidaridad venezolana a su país.

Crespo destacó el diálogo masivo que provocó el Festival en todos los estados del país y dijo: «Este es el sueño de un país que quiere elevar a lo más alto la condición humana. Este es el momento del adiós, pero también es el momento del hasta luego, hasta el año que viene, que tendrá como homenajeado a William Osuna».


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