Virginia Raggi, la nueva figura del Movimiento Cinco Estrellas
AFP (Agencia France-Presse)
Roma, Italia. - Bien situada para convertirse en la primera mujer en llegar a la alcaldía de Roma, Virginia Raggi es una joven abogada de 37 años y la figura ascendente del partido antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S).
"Estamos viviendo un momento histórico", dijo el domingo tras terminar en cabeza en la primera vuelta de las municipales en Roma.
Desconocida del público hasta hace pocos meses, incluso en Roma, Raggi se impuso al candidato del centroizquierda apoyado por el primer ministro Matteo Renzi y obtuvo más del 35% de votos, según resultados casi definitivos.
Y el 19 de junio tiene muchas posibilidades de ganar la segunda vuelta y convertirse en la primera alcaldesa de la capital italiana.
Nacida en Roma, Raggi entró en política hace sólo cinco años, seducida por el discurso radical del M5S, que juró, como otros partidos en Europa, acabar con los políticos tradicionales.
Roma se ha visto particularmente afectada por la dimisión en 2015 del exalcalde de centroizquierda, implicado en un caso de facturas falsas.
Raggi aseguró a la AFP que el nacimiento de su hijo Matteo la convenció para actuar frente a la degradación de la capital, una situación que exaspera a gran parte de sus más de dos millones de habitantes.
Elegida como consejera municipal desde 2013, la candidata, una jurista licenciada en la universidad de Roma especializada en propiedad intelectual, se dio a conocer rápidamente por su elocuencia y su obstinación.
Gran parte de su infancia en el barrio romano de San Juan de Letrán la pasó estudiando, recuerda. "Era una niña curiosa, interesada en muchas cosas, pero siempre concentrada en mis objetivos, como lo sigo estando ahora. De hecho nunca me ha faltado la determinación", explica en su web.
Para aspirar a la alcaldía tuvo primero que ganar las primarias del M5S, organizadas en internet siguiendo la filosofía participativa del partido. Poco después los romanos descubrieron su pelo castaño y sus ojos negros en grandes carteles en el metro y en los autobuses.
Raggi ha construido su éxito gracias a la exasperación de sus conciudadanos, cansados de años de inmovilismo y de ineficacia de la administración local en cuestiones como el transporte público.
Ahora tendrá que transformar su éxito en victoria en la segunda vuelta y luego demostrar sus aptitudes para el cargo. Si lo logra y se convierte en alcaldesa podría erigirse también en líder del partido, sobre todo después de que su creador, el humorista Beppe Grillo, haya anunciado que se retira.
Raggi parece haber seducido a los romanos a pesar de su seriedad durante la campaña.
En un debate televisado supo aguantar con la mirada dura y el rostro cerrado las críticas incesantes de su adversarios y no fue hasta el final que lanzó un mensaje que parece haber llegado a mucha gente: "Si quieren que todo siga igual, vótenles a ellos".
Raggi también tendrá que convencer a los electores de su independencia frente al M5S, un movimiento acusado de opacidad y donde el equipo de Beppe Grillo acumula mucho poder.
Como todos los candidatos del M5S, Raggi tuvo que firmar un código de buena conducta que le obliga a pedir autorización a ese equipo cada vez que nombre a un nuevo colaborador y también a consultarles para tomar decisiones importantes.
"Es mejor tener cuatro o seis ojos para controlar mejor las cosas (...) pero seré totalmente autónoma", prometió durante la campaña.
Desconocida del público hasta hace pocos meses, incluso en Roma, Raggi se impuso al candidato del centroizquierda apoyado por el primer ministro Matteo Renzi y obtuvo más del 35% de votos, según resultados casi definitivos.
Y el 19 de junio tiene muchas posibilidades de ganar la segunda vuelta y convertirse en la primera alcaldesa de la capital italiana.
Nacida en Roma, Raggi entró en política hace sólo cinco años, seducida por el discurso radical del M5S, que juró, como otros partidos en Europa, acabar con los políticos tradicionales.
Roma se ha visto particularmente afectada por la dimisión en 2015 del exalcalde de centroizquierda, implicado en un caso de facturas falsas.
Raggi aseguró a la AFP que el nacimiento de su hijo Matteo la convenció para actuar frente a la degradación de la capital, una situación que exaspera a gran parte de sus más de dos millones de habitantes.
Elegida como consejera municipal desde 2013, la candidata, una jurista licenciada en la universidad de Roma especializada en propiedad intelectual, se dio a conocer rápidamente por su elocuencia y su obstinación.
Gran parte de su infancia en el barrio romano de San Juan de Letrán la pasó estudiando, recuerda. "Era una niña curiosa, interesada en muchas cosas, pero siempre concentrada en mis objetivos, como lo sigo estando ahora. De hecho nunca me ha faltado la determinación", explica en su web.
Para aspirar a la alcaldía tuvo primero que ganar las primarias del M5S, organizadas en internet siguiendo la filosofía participativa del partido. Poco después los romanos descubrieron su pelo castaño y sus ojos negros en grandes carteles en el metro y en los autobuses.
Raggi ha construido su éxito gracias a la exasperación de sus conciudadanos, cansados de años de inmovilismo y de ineficacia de la administración local en cuestiones como el transporte público.
Ahora tendrá que transformar su éxito en victoria en la segunda vuelta y luego demostrar sus aptitudes para el cargo. Si lo logra y se convierte en alcaldesa podría erigirse también en líder del partido, sobre todo después de que su creador, el humorista Beppe Grillo, haya anunciado que se retira.
Raggi parece haber seducido a los romanos a pesar de su seriedad durante la campaña.
En un debate televisado supo aguantar con la mirada dura y el rostro cerrado las críticas incesantes de su adversarios y no fue hasta el final que lanzó un mensaje que parece haber llegado a mucha gente: "Si quieren que todo siga igual, vótenles a ellos".
Raggi también tendrá que convencer a los electores de su independencia frente al M5S, un movimiento acusado de opacidad y donde el equipo de Beppe Grillo acumula mucho poder.
Como todos los candidatos del M5S, Raggi tuvo que firmar un código de buena conducta que le obliga a pedir autorización a ese equipo cada vez que nombre a un nuevo colaborador y también a consultarles para tomar decisiones importantes.
"Es mejor tener cuatro o seis ojos para controlar mejor las cosas (...) pero seré totalmente autónoma", prometió durante la campaña.