¡Funes Presidente!

Diario CoLatino, El Salvador

El candidato presidencial de izquierda finalizó más de un año de una intensa campaña electoral con una intensa agenda decisiva. El resultado: la tendencia de los escrutinios señalaban un victoria de izquierda en el país centroamericano que toda su historia ha tenido gobiernos conservadores.

¡Funes Presidente!
Por la mañana, Mauricio Funes dijo sentirse “optimista” pero se hallaba sereno, entendiendo que la decisión electoral se hallaba en las manos de los electores. Eso sí, con confianza aseguró que “con el voto de los salvadoreños se puede cambiar el rumbo del país”.

Domingo 15 de marzo del año 2009. 7:20 de la mañana. En una de las oficinas de campaña del candidato de izquierda había un calendario abierto en el mes de marzo. Todos los números del 1 al 14 estaban marcados con una equis. Luego, el 15 tenía un círculo alrededor y leía algo muy particular junto a él: la palabra victoria.

Muy temprano se despertó Mauricio Funes. Adelante tenía el día que había estado esperando por casi 16 meses. A las 7 de la mañana, se dirigió a un desayuno con las Hermanas Clarisas, en la localidad de los Planes de Renderos. Ahí oraron por él y le bendijeron.

Luego compartió un programa radial en la estación Radio Cadena Mi Gente. “Este día yo he percibido un claro sentimiento de cambio”, manifestaba Funes a los radioescuchas. Aunque Funes se quejó de que, durante la campaña, el partido ARENA ha contado con el respaldo del aparato público gubernamental y el consentimiento mediático, sí considera que el anhelo de cambio de la población salvadoreña es mucho más fuerte que cualquier desequilibrio mediático.

Funes, luego acudió al llamado de la entrevista de Canal 12, que ya lo esperaba desde hace más de una hora. Ahí Funes denunció la presencia y concentración de cientos de personas extranjeras que portaban documentación aparentemente falsa. Aunque dijo no poder asegurar un fraude, sí llamó a las autoridades competentes a “corregir” esas irregularidades.

En el municipio de Antiguo Cuscatlán, el centro escolar «Walter Deininger» procesaba una palabra en las mentes de los cientos de simpatizantes de izquierda que se hallaban ahí: locura. Incluso, personas con colores alusivos al partido ARENA se acercaban a saludar a “Don Mauricio”. El cuarto donde votó Funes ya se encontraba lleno de decenas de periodistas y, entre cientos de flashes y vítores, Funes marcó la papeleta al igual que millones de salvadoreños que decidieron, en esta ocasión, entre el “cambio” o el “continuismo”.

El Tabernáculo Bíblico Bautista se hallaba vestido de blanco y esperaba al candidato efemelenista. El pastor Edgar López Bertrand, al ver el ingreso de Funes, dijo frente a todos “no le voy a preguntar por quién votó, pero ya sé”. Todos rieron y “Toby” procedió con el culto. Al terminar, decenas de feligreses evangélicos se arremolinaron a saludar a Funes, quien sorprendido y con una sonrisa en la cara se dirigía a otras entrevistas en radios Sonora y Maya Visión y canales 12 y 33.
En la terraza de un hotel capitalino se sentó Mauricio Funes con su esposa, vestida de blanco, y miembros de los Amigos de Mauricio.

Faltaban pocos minutos para el cierre de la elección. Funes disfrutaba de un pescado y un refresco granizado de fresa. Su esposa, una sopa. Los demás, con los ojos pegados al televisor. Los canales transmitían el conteo y, en algunas urnas, el FMLN se imponía sobre ARENA. Funes con cierta indiferencia a la pantalla, fumaba un habano y saludaba a las personas que llegaban a saludarlo y a felicitarlo, independientemente del resultado. Cuando se le preguntó cómo veía el escenario, aseguró que nada era seguro.

Rigoberta Menchú, premio Nobel guatemalteca, llegó con una comitiva de observadores. Funes se sorprendió y le narró a la Nobel “yo la entrevisté a usted hace años” y recibió felicitaciones de parte de la líder indígena. Cuando las personas se volvieron demasiadas y la prensa llegó, Funes escapó del ajetreo y descansó por un momento en su casa.

Al cierre de esta edición, el candidato izquierdista se cambiaba la ropa, tomaba un breve descanso y contemplaba como los esfuerzos de la Caravana de la Esperanza y el pueblo salvadoreño indicaban que El Salvador tendría el primer gobierno de izquierda en su historia.


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