90.000 personas aclaman a U2 en el Camp Nou en el inicio de su gira


Bono dedicó la canción 'Angel of Harlem' a Michael Jackson e incluso la trufó con 'Man in the mirror', compuesta por el rey del pop | La banda da la vuelta al Camp Nou con su "No line on the horizon" y su mensaje solidario



90.000 personas aclaman a U2 en el Camp Nou en el inicio de su gira
No hubo línea en el horizonte, no. Como sugiere el título de su último disco, No line on the horizon, que los U2 presentaron ayer en el Camp Nou en el inicio de la gran gira de los 360 grados, su macromontaje no contempla lejanos horizontes, ni geográficos ni expresivos.

El escenario giratorio acaba sirviendo a los artistas la proximidad con el público que tanto anhelan. Lo que se vio anoche fue un auténtico prodigio de escenografía, con una masa sónica y lumínica desatada por doquier absolutamente novedosa. Después de interpretar cuatro temas de su nuevo disco, Bono dio las gracias a Barcelona.

Vestido con chupa negra –luego se enfundaría en la bandera irlandesa y hasta en la camiseta del Barça con el Unicef bien visible– el cantante dijo: "He estado por vuestros barrios las últimas dos semanas. Os presento esta estación espacial, diseñada por una especie de Gaudí en la capital del surrealismo, Barcelona".

Por supuesto, su dedicatoria fue saludada con grandes aplausos y gritos. Luego sonaron los primeros acordes de Beautiful Day en medio de un festival de amarillos, rojos y verdes en la pantalla cilíndrica, que proyecta varios "bonos" simultáneamente mientras The Edge se desplaza por los puentes que unen el escenario con una estratégica pasarela satélite.

Los honores al fallecido Michael Jackson no se hicieron esperar. U2 le dedicó Angel of Harlem, que acabó en remix con Man in the mirror, tan lejos del funk como era de esperar de los pulcros dublineses. Y entonces Bono se marcó un falsete con el estribillo Don't stop till get enough, éxito de los años mozos del fallecido Jackson. A continuación vino el toque solidario-galáctico.

Fue cuando Bono sorprendió a todos conectándose en directo con la tripulación de la Estación Espacial Internacional. Así, desde el espacio exterior, llegó al Camp Nou el mensaje de la nueva cultura del agua. "Ah, ¿funcionáis como un pequeño planeta?", les preguntó Bono. "Sí –respondió el astronauta–, es tan sencillo como reciclar". Y llegó el delirio previsible con Vértigo, Sunday, bloody Sunday o Pride (In the name of love).

La audiencia estaba tan desatada con la música como con los panegíricos altermundistas, bien escanciados entre canción y canción. Así le llegó el turno al Nobel Desmond Tutu, quien, desde la pantalla, alertó sobre la extensión del sida en África y recordó que quienes lucharon contra el apartheid son los mismos que han luchado contra el terrorismo en Irlanda o que batallan ahora por la libertad en Birmania.

El concierto acabó con la previsible magia de Ultraviolet, With or without you y Moment of Surrender, los tres bises que dieron fin a a dos horas y cuarto de delirio. Todo muy ochentero. Fue un concierto, como se pretendía, apoteósico. que hasta se permitieron comenzar con cuatro temas de su último disco. Porque, respecto a los horizontes expresivos, diríase que los U2 han preferido, antes que reinventar su épica, abandonarse al karma que los hizo grandes en los 80.

Lo suyo es una vuelta a casa, un andar sobre seguro y en king size, en la línea de las estrofas grandilocuentes de The unforgettable fire y The Joshua tree. Anoche quedó claro hasta qué punto U2 se gustan a rabiar (a sí mismos). Un lustro sin grabar y cuando por fin acontece, vuelven a los orígenes. Con mayores dosis, eso sí, de la garra atmosférica de Daniel Lanois y Brian Eno en la producción, que han ido tomando peso específico.

Incluso aparecen en los créditos, por primera vez, de hasta siete de las once canciones del álbum. Imagínense el sonido musculado, el rock de bisturí... y todo ello bañado anoche con el juego de luces e imágenes, y las estrellas U2 girando sobre el eje de su particular planeta... ¡la bomba! El escenario giratorio demostró ser un buen amplificador del carácter mesiánico del grupo. Su mensaje salió proyectado hacia norte, sur, este y oeste.

Algo que no ofendió a ninguno de los fieles seguidores de la banda. Los que no comulgan con el sentido de la trascendencia de Bono se mantuvieron seguramente alejados del Camp Nou. Incluso es posible que se acercaran hasta el inhóspito Sant Jordi Club para dejarse acariciar por la música cálida y esencial de Ry Cooder, el invitado pobre de la megaverbena musical de esta noche histórica del martes en Barcelona.

Miércoles, 1 de Julio 2009
La Vanguardia, Barcelona, España
           


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