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Mujeres cristianas en misa en la iglesia As Saitun, en Damasco.
Este domingo, en el primer día de vuelta al colegio, el ambiente era optimista ante la escuela primaria Jardín de la Libertad, en el elegante barrio de Abu Rumané.
"Ya no tengo miedo por los niños pues la tensión ha bajado y la guerra ya no es noticia, la vida vuelve a la normalidad", asegura Hala Tabaa, directora del colegio.
"Nos sentimos mejor. Que Dios calme los espíritus. El ruido de las bombas da miedo a mis dos hijas" afirma Julud al Masri, mientras empuja en un columpio a sus hijas de cinco y tres años.
Muna Ibo, cuenta haber abierto su salón de belleza "Beautiful World", "hace un mes y medio" pese a la guerra que asola el país y en dos años y medio ha dejado más de 110.000 muertos.
"Espero que Siria se levante y que podamos trabajar y seguir existiendo", afirma.
En una terraza vecina, Azem, de 40 años, está sentado con su mujer y sus dos hijos. "Este acuerdo (ruso-estadounidense) es algo bueno".
"El presidente (Vladimir) Putin vuelve a hacer de Rusia un gran país que domina otra vez el mundo", asegura. Este empleado de banco cree que el "acuerdo funcionará porque los sirios están muriendo y la economía está en muy mal estado".
Estados Unidos, que apoya a la rebelión siria, y Rusia, país aliado del régimen de Bashar Al Asad, llegaron el sábado a un acuerdo sobre la destrucción del arsenal químico sirio, que incluye el posible uso de la fuerza si el régimen incumple sus compromisos.
Este acuerdo aleja la amenaza de ataques por parte de Estados Unidos para "castigar" al régimen de Asad, acusado de haber llevado a cabo el 21 de agosto un ataque con armas químicas cerca de Damasco que dejó centenares de muertos.
El poder sirio no había reaccionado el domingo a este acuerdo y la prensa local informaba de ello, pero sin comentarios. Solamente el diario Al-Watan, afín al poder, asegura que "el acuerdo constituye un verdadero progreso en la crisis siria, cuando hasta hace poco las posiciones entre los dos países parecían muy alejadas".
El Ejército Sirio Libre (ESL), principal componente de la rebelión sobre el terreno, se opuso al acuerdo porque "descuida" al pueblo "y no menciona al criminal", en referencia al presidente Asad.
La oposición siria pide además de la destrucción del arsenal químico que se imponga al régimen una prohibición de utilizar misiles balísticos y la aviación contra los civiles.
En la discoteca de un hotel, Wasim Al Sharif, de 36 años, llega con amigos para bailar y despejarse. Para él, el acuerdo es "una buena solución para el país".
Para Fuad, un ingeniero de 60 años, "este acuerdo no tendrá impacto sobre la evolución (de la guerra) en Siria", por eso desea que "rusos y estadounidenses se pongan también de acuerdo sobre una solución de la crisis" en el país.
"Se trata de un acuerdo internacional para proteger a los países vecinos de armas de destrucción masiva y el primer beneficiario es Israel. Es necesario que otros (acuerdos) lo completen, como por ejemplo Ginebra 2", dice en alusión a la conferencia de paz que pretenden organizar las dos grandes potencias.
"Ya no tengo miedo por los niños pues la tensión ha bajado y la guerra ya no es noticia, la vida vuelve a la normalidad", asegura Hala Tabaa, directora del colegio.
"Nos sentimos mejor. Que Dios calme los espíritus. El ruido de las bombas da miedo a mis dos hijas" afirma Julud al Masri, mientras empuja en un columpio a sus hijas de cinco y tres años.
Muna Ibo, cuenta haber abierto su salón de belleza "Beautiful World", "hace un mes y medio" pese a la guerra que asola el país y en dos años y medio ha dejado más de 110.000 muertos.
"Espero que Siria se levante y que podamos trabajar y seguir existiendo", afirma.
En una terraza vecina, Azem, de 40 años, está sentado con su mujer y sus dos hijos. "Este acuerdo (ruso-estadounidense) es algo bueno".
"El presidente (Vladimir) Putin vuelve a hacer de Rusia un gran país que domina otra vez el mundo", asegura. Este empleado de banco cree que el "acuerdo funcionará porque los sirios están muriendo y la economía está en muy mal estado".
Estados Unidos, que apoya a la rebelión siria, y Rusia, país aliado del régimen de Bashar Al Asad, llegaron el sábado a un acuerdo sobre la destrucción del arsenal químico sirio, que incluye el posible uso de la fuerza si el régimen incumple sus compromisos.
Este acuerdo aleja la amenaza de ataques por parte de Estados Unidos para "castigar" al régimen de Asad, acusado de haber llevado a cabo el 21 de agosto un ataque con armas químicas cerca de Damasco que dejó centenares de muertos.
El poder sirio no había reaccionado el domingo a este acuerdo y la prensa local informaba de ello, pero sin comentarios. Solamente el diario Al-Watan, afín al poder, asegura que "el acuerdo constituye un verdadero progreso en la crisis siria, cuando hasta hace poco las posiciones entre los dos países parecían muy alejadas".
El Ejército Sirio Libre (ESL), principal componente de la rebelión sobre el terreno, se opuso al acuerdo porque "descuida" al pueblo "y no menciona al criminal", en referencia al presidente Asad.
La oposición siria pide además de la destrucción del arsenal químico que se imponga al régimen una prohibición de utilizar misiles balísticos y la aviación contra los civiles.
En la discoteca de un hotel, Wasim Al Sharif, de 36 años, llega con amigos para bailar y despejarse. Para él, el acuerdo es "una buena solución para el país".
Para Fuad, un ingeniero de 60 años, "este acuerdo no tendrá impacto sobre la evolución (de la guerra) en Siria", por eso desea que "rusos y estadounidenses se pongan también de acuerdo sobre una solución de la crisis" en el país.
"Se trata de un acuerdo internacional para proteger a los países vecinos de armas de destrucción masiva y el primer beneficiario es Israel. Es necesario que otros (acuerdos) lo completen, como por ejemplo Ginebra 2", dice en alusión a la conferencia de paz que pretenden organizar las dos grandes potencias.
