Dillinger no ha muerto


'Enemigos públicos', de Michael Mann, revive la mística de los ladrones de bancos de la Gran Depresión, héroes para un pueblo en crisis. La avenida Lincoln es una calle ancha de casas bajas, que corta en diagonal un barrio bohemio pero bien del centro de Chicago. Las diversas dependencias de un hospital infantil y de la Universidad De Paul marcan la vida del vecindario: los restaurantes ofrecen menús para los enfermeros y en los bares hay precios especiales para estudiantes.



Dillinger no ha muerto
Entre esos edificios de ladrillos blancos y rojos, ocupados por un instituto de belleza y dos restaurantes mexicanos, no queda casi rastro del mítico atracador de bancos John Dillinger. Nadie lo diría, pero aquí fue acribillado por el FBI. Salía del cine Biograph, de ver una de gánsteres. Hoy hace 75 años y 15 días.En realidad, alguna huella queda de aquel asesinato en el lugar donde Michael Mann rodó el clímax de Enemigos públicos, su película biográfica sobre el atracador de bancos más famoso de EE UU (que se estrena en España el 14 de agosto). Una tienda de artículos de acampada asegura estar abierta desde 1922. Frente al lugar donde Dillinger cayó muerto, el bar Lou Malnati's aún conserva el cartel con la foto del ladrón que anuncia copas a mitad de precio para el pasado 22 de julio, cuando se cumplió el 75º aniversario de su muerte. Y, sobre todo, aún queda en pie el cine Biograph, reconvertido en teatro Victoria Gardens Biograph, en el 2433 de Lincoln.
Allí, John Herbert Dillinger entró en 1934 con dos amigas -una de ellas, la dama de rojo, la traidora que avisó al FBI horas antes- a ver Manhattan melodrama (en España se tituló, reveladoramente, El enemigo público número 1), un filme de gánsteres en que el mítico ladrón pudo verse reflejado en el personaje que encarna Clark Gable. A la salida de la sesión, Dillinger fue rodeado y tiroteado por una treintena de detectives estatales. Una ajada butaca solitaria parece recordar en el vestíbulo viejos tiempos. "No, no es de la época", comenta una de los tres taquilleros desde su mostrador. Eso sí, en la pared cuelga un cartel de... Manhattan melodrama.
Y la soberbia fachada sigue intacta, para disfrute del amor a la realidad del director Michael Mann. "Yo fui a ese cine de pequeño. Y a los 17 años, mi madre trabajó en la exposición del Siglo del Progreso, en 1933, que revolucionó la ciudad. Seguramente se cruzó con Dillinger. En mi infancia era un héroe local".
La confesión procede de un cineasta nacido en Chicago en 1943. Director de El último mohicano, Hunter, El dilema o Collateral, ya ha realizado dos thrillers sobre robos de bancos: Ladrón y Heat. Y ahora ha vuelto a su ciudad natal para loar a su Robin Hood urbano en Enemigos públicos. A Dillinger le pone rostro Johnny Depp, que nació a menos de 250 kilómetros del pueblo del atracador. "Dillinger era guapo, con un bigotito a lo Gable. En los 14 meses que transcurrieron de mayo de 1933, cuando obtuvo la libertad condicional, a su muerte en julio de 1934 el hijo de un tendero de Indiana se convirtió en el bandido más popular y en el grano en el culo de John Edgar Hoover, que comenzaba su carrera como todopoderoso responsable del FBI, y de Melvin Purvis, el agente especial encargado del caso. En plena Gran Depresión, Dillinger mutó en el héroe de muchos ciudadanos", rememora Mann.
Durante esos salvajes 14 meses su banda mató a 10 hombres, hirió a siete, robó numerosos bancos -el FBI nunca concretó la cifra-, y logró huir de la cárcel de Crow Point (Indiana) y de una encerrona de los agentes de la ley en la posada Little Bohemia, en mitad de los bosques de Wisconsin. "La gente más maltratada por la crisis le veía como su representante. Antes de entrar en la prisión de Indiana, dio una rueda de prensa en la que supo manipular a los periodistas. Era el retorno del hijo pródigo. En los robos, abroncaba a sus compañeros si éstos soltaban algún taco. Así creó el mito del bandido caballero: agradable, amigo de sus amigos y a la vez duro", según el director. Amante de las películas, murió además a la salida de un cine. "En contrapartida su vida nunca ha quedado bien reflejada en la pantalla. En 1974 John Milius dirigió Dillinger, con Warren Oates como protagonista. Y estaba bien, porque entonces no se sabía mucho de él. El FBI desclasificó miles de folios de documentos a finales del siglo XX que motivaron a Bryan Burrough a escribir la novela en la que se basa mi filme".
Mann ha estado durante años sobrevolando por esta historia. Hace tres décadas escribió un guión sobre Alvin Karpis, otro atracador que colaboró en alguna ocasión con Dillinger. Por supuesto, en aras de su amada verosimilitud, ha sacado partido a numerosas localizaciones reales: "Crow Point se mantiene tal cual; la posada de Little Bohemia, reconvertida en restaurante, aún conserva la habitación de Dillinger, y en los bosques puedes ver los huecos en los troncos de las balas del tiroteo. Me sorprendió encontrarlos".
Y el mítico Biograph. "Decidí rodar en esos sitios porque espero que el público advierta esos detalles, que le hagan decir: 'Sé que eso pasó, y me lo creo en la pantalla'. Pero no te engañes, la acumulación de detalles no provoca verdad. Tienes que cuidarlos, y a la vez recordar que estás haciendo cine". Aun así, Mann filmó durante varias noches a la puerta del Victoria Gardens Biograph en la primavera de 2008, e hizo que Depp cayera muerto exactamente en el mismo sitio que Dillinger. "Así, cuando miró al cielo, Johnny vio lo mismo que por última vez observó Dillinger". Del atracador, a Mann le atrajo "su modo de vida. Nunca pensó en el futuro, en huir con el dinero a Suramérica como Sundance y Cassidy. Vivió cada día como si fuera el último".
Al cineasta le encanta el thriller, "porque los auténticos estallidos de vida se dan en los momentos más extremos. Los mortales nos casamos, nos divorciamos, tenemos hijos... Y de golpe, en nuestros ataques de ira por injusticias pasamos al thriller, que en el cine muchas veces es también un drama humano". En su futuro cercano no volverá al género. "Sí repetiré con Depp. Ha sido increíble. He dejado de lado un guión sobre un mafioso de Chicago para alejarme de la temática. Quiero ir en otra dirección. Por ejemplo, un western o algo así. Ahora estoy desarrollando una comedia negra basada en Ricardo III [risas]". Las calles de Chicago, una ciudad dada a esconder su rico pasado criminal, pueden respirar tranquilas.
Miércoles, 5 de Agosto 2009
El País, Madrid, España
           


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