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Los enfrentamientos empezaron cuando los rebeldes de Ansarualá intentaron asaltar la residencia del jefe de la seguridad nacional, Ali Ahmadi, que ya ocuparon brevemente la semana pasada y que está cerca del palacio presidencial, según testigos.
El viernes, el presidente Abd Rabbo Mansur Hadi instó a los insurgentes a retirarse de la capital. Y los acusó indirectamente de incumplir el acuerdo de paz firmado el domingo bajo los auspicios de la ONU, tras una jornada en la que se hicieron con gran parte de la capital.
Los insurgentes indicaron que los enfrentamientos, que duraron tres horas entre la noche del viernes y la madrugada del sábado, se cobraron dos muertos y 15 heridos en sus filas.
Un corresponsal de la AFP constató que después de estas refriegas, los rebeldes armados han reforzado su presencia en el sur de la capital. Hasta ahora estos se habían concentrado en el norte de Saná.
Según fuentes militares, los rebeldes quieren hacerse con el control de bases en Saná y otras regiones, mediante la cooperación de altos mandos del ejército.
Fuente cercanas a la presidencia afirman que el ex presidente Alí Abdalá Saleh, que dejó el poder en febrero de 2012 presionado por un movimiento popular, estaría manipulando a algunos mandos del ejército y el aparato de seguridad para ponerlos a favor de los insurgentes y en contra del gobierno.
El presidente Hadi todavía tiene que nombrar un nuevo primer ministro, tal y como estipula el acuerdo del domingo.
Las autoridades yemeníes acusan a Irán, la potencia chiita regional, de estar apoyando a estos rebeldes, que vienen del norte del país.
El acuerdo del domingo tiene por objetivo enderezar el difícil proceso de transición iniciado tras la renuncia de Saleh.
