Intercambio en Meknes


H-Kayne, estrellas del hip-hop marroquí, y ToteKing, rapero sevillano, interpretarán en La mar de Músicas el tema que grabaron juntos, la primera colaboración del hip-hop de ambos lados del estrecho. "Quillo, esto es igual que Sevilla". El rapero ToteKing ha venido a Meknes traído por el Festival La Mar de Músicas de Cartagena.



Intercambio en Meknes
Es su primer viaje a Marruecos y mientras observa desde la azotea del hotel los minaretes, las mezquitas, las murallas y los patios de la ciudad imperial. Aterrizó en Casablanca hace unas horas y no deja de alucinar con las similitudes entre el país magrebí y Andalucía. Las ve por todas partes: en los paisajes, en los olores y hasta en las personas. Hace un rato, la furgoneta paró en una estación de servicio de la autopista. Tote, señalando al cocinero de la cafetería, le dice en voz baja a Randy su dj y amigo. "Tío, ese señor es igual que mi padre". Al final, sólo hay una conclusión posible: "Yo creo que debo ser de aquí".
El objetivo de la visita es que grabe un tema a medias con H-Kayne, uno de los combos de hip-hop más famosos del país. Cuatro MCs y un Dj capaces de convocar a decenas de miles de personas en sus conciertos. Fundados a finales de los noventa alrededor de la Rue de Paris, una zona de clase media de Meknes, eligieron desde el primer momento expresarse en dariya, la variante marroquí del árabe, en vez de en francés o el inglés. Eso les ha convertido en un referente dentro y fuera del Reino Alauita. Ámsterdam, Berlín... ya han girado por Europa, España incluida. Cuentan que en Madrid, en otoño de 2006, llenaron la sala Heineken sin problemas. Para sorpresa de los promotores.
Otro detalle: si el sevillano no sabe nada del hip-hop marroquí ellos desconocen la existencia de algo llamado rap español. Algo que se hace patente en el primer encuentro. Frente a un té con hierbabuena en una cálida mañana de febrero la conversación empieza con una pregunta lógica.
"¿Cómo es el rap en España?".
"Ahora es grande, ha crecido mucho en los últimos años".
"¿De qué van tus letras?"
"Tengo de todo: sociales, divertidas..."
"¿Pero en España tenéis problemas sociales?"
"Sí, claro. Por ejemplo hay muchos chavales que sólo piensan en coches y en rap y no se preocupan de nada más".
"¿Dejan el colegio y se meten en las drogas y eso?"
"Exacto".
"Nosotros aquí tenemos muchos problemas sociales. Y hay una gran escena de rap. El hip-hop en Marruecos es un niño. Apenas tiene ocho, quizás 10, años. Pero crece rápido. Tenemos letras críticas, pero sobre todo hablamos sobre la esperanza. En las letras del rap marroquí hay mucha esperanza". Es el espíritu de la nayda. Un remedo de movida madrileña articulada en torno al festival L'Boulevard, en el que H-Kayne triunfaron en 2003 y que quiere servir de revulsivo para la sociedad marroquí, que se mueve entre la tradición, el incipiente movimiento islamista, y los problemas típicos de cualquier sociedad en desarrollo: paro, corrupción, desigualdad. "Estamos orgullosos de lo que somos sin ser ciegos a lo que pasa", dice Ohtman, uno de los MCs del grupo marroquí.
La conversación vira pronto hacia sus referentes comunes: Talib Kweli, Cool Kids y otros músicos estadounidenses que admiran por igual a ambos lados. Tote, licenciado en filología inglesa, habla un perfecto inglés, al igual que los magrebíes y en seguida demuestran que se entenderán a las mil maravillas. Los H-Kayne han alquilado Big Star studio, que en realidad es un piso en una calleja de la parte nueva de Meknes. Dos habitaciones reconvertidas son la sala de grabación y la pecera. Tote, cuentan, es rápido, siempre y cuando no haya nadie alrededor que no sea indispensable para el trabajo. Sentados en sillones, el productor, un músico local que ha vivido ocho años en Estados Unidos, les presentan las bases. Hay de todo, desde cosas con aire local a puras bases con aire de gansta yanqui. Al final la elegida es la denominda "la minimal". Un ritmo corto de alrededor de un minuto donde domina algo que parece un trombón profundo sobre unos teclados que suenan a hammond de los sesenta. Falta por llegar Oum, una cantante marroquí que tiene la función de aportar musicalidad al conjunto.
Así que durante seis horas la habitación se abre y cierra. Sale y entra gente, los bajos hacen vibrar la puerta de contrachapado. De vez en cuando un marroquí aparece intentando aprender unos versos en castellano, o el Tote se enciende un cigarro. "Tienen una forma muy peculiar de trabajar", dice el andaluz. "En España tú grabas y el productor que ha puesto la base lo cambia a su gusto. Aquí lo discuten todo".
Hace meses que el tema está acabado y circula por Internet. El viernes sonará en directo por primera vez con todos sus autores sobre el escenario. "Les haremos sentir como en casa", decía Tote en el momento de la despedida.

Jueves, 16 de Julio 2009
El País, Madrid, España
           


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