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Política
"Recuerdo mucho a mi Cayo Hueso, a mi familia, a mis padres, cuando recibo algún homenaje", y en estas palabras puede verse el agradecimiento, que solo le es dado poseer a los grandes de espíritu, que siente esta extraordinaria mujer tantas veces laureada por sus méritos y por su pueblo.
En intervalos que interrumpen la risa y la alegría que todo buen recibimiento propicia, menciona al Beny, a Bola, a Rita, a las D’ Aida... y así establece una conversación permeada de hilvanadas inclusiones, que forman un todo y convierte en un ajiaco sustancioso el resultado de su trabajo justamente reconocido, pero inconcebible para ella sin que los ingredientes, que son todos los grandes músicos cubanos, incorporen alguna pizca al plato.
Esta incomparable voz nuestra, cuyos registros vocales nos erizan hasta el tuétano, ha merecido un Grammy Latino en la categoría de Mejor álbum tropical contemporáneo, y gracias a la vida, ha tenido la oportunidad de recibirlo en sus propias manos, lo que no le ha sido concedido, por los efectos nocivos del bloqueo a que nos condena el gobierno norteamericano, a otros muchos cubanos dignos como ella del reconocimiento.
Y Omara agradece, agradece y los incorpora al premio, por eso quiere "dividir el Grammy entre todos, un pedacito para cada uno"
No deja de mencionar nombres que hicieron posible el disco cuyo rótulo es Gracias, y concede extraordinario valor a las ovaciones o al momento en que el cantante Juan Gabriel, un grande del espectáculo mexicano e internacional, se le acerca para besarle la mano en son de respeto y devoción.
Y cuando ilumina el escenario por segunda ocasión —pues ya lo había hecho al ser presentadora de la categoría de mejor canción del año—, y recibe finalmente su premio, no le brotan más palabras que aquellas que, asegura, lo dicen todo porque no hay nada más que decir: "Gracias, gracias, muchísimas gracias".
En intervalos que interrumpen la risa y la alegría que todo buen recibimiento propicia, menciona al Beny, a Bola, a Rita, a las D’ Aida... y así establece una conversación permeada de hilvanadas inclusiones, que forman un todo y convierte en un ajiaco sustancioso el resultado de su trabajo justamente reconocido, pero inconcebible para ella sin que los ingredientes, que son todos los grandes músicos cubanos, incorporen alguna pizca al plato.
Esta incomparable voz nuestra, cuyos registros vocales nos erizan hasta el tuétano, ha merecido un Grammy Latino en la categoría de Mejor álbum tropical contemporáneo, y gracias a la vida, ha tenido la oportunidad de recibirlo en sus propias manos, lo que no le ha sido concedido, por los efectos nocivos del bloqueo a que nos condena el gobierno norteamericano, a otros muchos cubanos dignos como ella del reconocimiento.
Y Omara agradece, agradece y los incorpora al premio, por eso quiere "dividir el Grammy entre todos, un pedacito para cada uno"
No deja de mencionar nombres que hicieron posible el disco cuyo rótulo es Gracias, y concede extraordinario valor a las ovaciones o al momento en que el cantante Juan Gabriel, un grande del espectáculo mexicano e internacional, se le acerca para besarle la mano en son de respeto y devoción.
Y cuando ilumina el escenario por segunda ocasión —pues ya lo había hecho al ser presentadora de la categoría de mejor canción del año—, y recibe finalmente su premio, no le brotan más palabras que aquellas que, asegura, lo dicen todo porque no hay nada más que decir: "Gracias, gracias, muchísimas gracias".
