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La literatura, ya impresa, ya representada, ha sido imprescindible para conocer la Historia, para la que se convierte en su fuente inagotable y permanente. ¿Cuántos leemos libros en El Salvador? Es difícil calcular, de todas maneras no seremos muchos. Se sabe que al teatro no asistimos más de 100,000 personas en un año y bastantes, repetimos. Siempre nos saludamos.
Estas realidades no propician la reflexión sincera y científica. Se queda en el cafetín o en la cervecería. Hoy día en los blogs, en los que media docena de individuos se autocomplacen ¿leyéndose? ¿pretendiendo ser?, burlándose de todo y de todos en busca de catarsis, según Freud, aunque se nota que no lo consiguen a plenitud.
Pero el teatro y la novela renacentista tenían un gran público en su época. Hoy se considera difícil, de entender y valorar. Ya sabemos que ahora los medios electrónicos llenan el tiempo del ocio, sin salir de casa y con mucha más facilidad. ¿Por qué, si se supone un mayor desarrollo de la inteligencia y el medio para cultivarla? Allá cada quien.
“Lazarillo” es un montaje de la famosa novela picaresca española, “El Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, de autor desconocido, pero muy apreciada.
El teatro es catarsis, en cualquiera de sus géneros; para la sociedad, la novela también lo es. Por eso el cine y la televisión retoman sus elementos.
César Pineda, excelente actor y entusiasta en aprender a dirigir y producir, se arriesgó, de nuevo, con el teatro clásico. Le fue bastante bien esta vez. La disciplina se demuestra en el escenario.
Ricardo Lindo escribió la versión para 2009. Bastante literal, únicamente se permite inclusiones salvadoreñas, supongo que para agradar al público y hacerla “Más entretenida”. Pineda lo respetó. Ya llegará el día en que como director decida todo sobre su puesta en escena.
Nunca he estado, ni estaré, de acuerdo en que los textos originales deban cambiarse con la finalidad de que el público entienda mejor. Es el público el que debe tener la preparación necesaria para entender lo que se presenta; si no las artes no admitirían tanta evolución y revolución constante.
Pese a lo anterior, Pineda mantiene en un 90% la originalidad de la obra clásica y consigue que Lazarillo sea apreciado por el público. Mucho de ello se debe a la gratísima sorpresa actoral, que ha resultado ser Marvin Pleitez, cuya apropiación del personaje, y la excelente condición física para el movimiento escénico necesario, lo anuncian como uno de los mejores en un futuro inmediato. En esta ocasión está estupendo.
Geovanni Alvarado le da una muy buena respuesta en los personajes con máscara; sin embargo se lo ve inseguro y falto de fuerza cuando tiene que mostrar su rostro. Quizás los nervios.
Muy bueno el uso del escenario y de la utilería, se siente una influencia de “La Zaranda”, pero muy bien lograda; igual las caracterizaciones y el vestuario.
La música es un elemento a considerar, en apoyo y fluidez, pero, igual podría no estar y no pasaría nada.
Muy bien para César Pineda y su compañía Escena X Teatro. Se están volviendo una buena opción.
Estas realidades no propician la reflexión sincera y científica. Se queda en el cafetín o en la cervecería. Hoy día en los blogs, en los que media docena de individuos se autocomplacen ¿leyéndose? ¿pretendiendo ser?, burlándose de todo y de todos en busca de catarsis, según Freud, aunque se nota que no lo consiguen a plenitud.
Pero el teatro y la novela renacentista tenían un gran público en su época. Hoy se considera difícil, de entender y valorar. Ya sabemos que ahora los medios electrónicos llenan el tiempo del ocio, sin salir de casa y con mucha más facilidad. ¿Por qué, si se supone un mayor desarrollo de la inteligencia y el medio para cultivarla? Allá cada quien.
“Lazarillo” es un montaje de la famosa novela picaresca española, “El Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, de autor desconocido, pero muy apreciada.
El teatro es catarsis, en cualquiera de sus géneros; para la sociedad, la novela también lo es. Por eso el cine y la televisión retoman sus elementos.
César Pineda, excelente actor y entusiasta en aprender a dirigir y producir, se arriesgó, de nuevo, con el teatro clásico. Le fue bastante bien esta vez. La disciplina se demuestra en el escenario.
Ricardo Lindo escribió la versión para 2009. Bastante literal, únicamente se permite inclusiones salvadoreñas, supongo que para agradar al público y hacerla “Más entretenida”. Pineda lo respetó. Ya llegará el día en que como director decida todo sobre su puesta en escena.
Nunca he estado, ni estaré, de acuerdo en que los textos originales deban cambiarse con la finalidad de que el público entienda mejor. Es el público el que debe tener la preparación necesaria para entender lo que se presenta; si no las artes no admitirían tanta evolución y revolución constante.
Pese a lo anterior, Pineda mantiene en un 90% la originalidad de la obra clásica y consigue que Lazarillo sea apreciado por el público. Mucho de ello se debe a la gratísima sorpresa actoral, que ha resultado ser Marvin Pleitez, cuya apropiación del personaje, y la excelente condición física para el movimiento escénico necesario, lo anuncian como uno de los mejores en un futuro inmediato. En esta ocasión está estupendo.
Geovanni Alvarado le da una muy buena respuesta en los personajes con máscara; sin embargo se lo ve inseguro y falto de fuerza cuando tiene que mostrar su rostro. Quizás los nervios.
Muy bueno el uso del escenario y de la utilería, se siente una influencia de “La Zaranda”, pero muy bien lograda; igual las caracterizaciones y el vestuario.
La música es un elemento a considerar, en apoyo y fluidez, pero, igual podría no estar y no pasaría nada.
Muy bien para César Pineda y su compañía Escena X Teatro. Se están volviendo una buena opción.
