Los directores de cine se pasan a la tele

MADRID.- Las recesiones económicas suelen provocar grandes flujos migratorios. En el terreno laboral, también. La larga y profunda crisis de espectadores que sufre el cine está provocando que sus trabajadores tengan que buscarse el pan en otro negocio y han vuelto la mirada hacia la televisión.
Álex de la Iglesia fue quien abrió la veda en España la pasada primavera al ponerse al frente de la serie 'Plutón BRBNero' (La 2). El director de 'El día de la bestia' se sacudía con la ficción futurista los complejos del elitista cine español, que hasta entonces había mirado por encima del hombro a la pequeña pantalla. Ahora es Daniel Calparsoro quien dirige la miniserie 'El castigo', que estrena mañana Antena 3.
«Este tránsito está relacionado con la crisis global y, más directamente, con la que vive el cine. Para todos los que trabajamos en él, se trata sin duda de una salida muy rentable», explica Calparsoro, un converso convencido que se confiesa «apasionado de la televisión».
En EEUU es habitual desde hace años ver a primeros espadas del cine encabezar los títulos de crédito de series de televisión. Tarantino ha dirigido algún capítulo en CSI, Spike Lee en Shark y Peter Bogdanovich en Los Soprano, por poner algunos ejemplos. Otros se lo han tomado más en serio y se han responsabilizado de ficciones completas como ha hecho Alan Ball (American Beauty) con 'A dos metros bajo tierra' y 'True Blood'.
«Si en España se está dando menos es porque somos muy acomplejados y tardamos mucho en reaccionar», explica el director de Salto al vacío, para quien sus compañeros muestran cada vez más interés por la televisión. Menos prosaicos fueron siempre los actores, que desde hace años tienen este medio como el más seguro para llegar a fin de mes.
El salto de calidad dado por las series españolas hace que el trabajo en ambos soportes no tenga demasiadas diferencias. La más importante de todas, sin duda, es el tiempo: «El proceso completo para hacer la serie ha durado apenas ocho meses, mientras que con una película no se tarda nunca menos de dos años», asegura Calparsoro, que se confiesa fiel espectador de 'Perdidos', 'Los Soprano' y 'A dos metros bajo tierra' �«entre otras muchas», insiste� y de El internado entre las españolas.
Otro elemento diferencial es la publicidad, que exige una mayor intensidad en el argumento para evitar el temido zapeo. «El lenguaje es el mismo, pero hay que ser más directo y dejar menos espacio para la imaginación del espectador para evitar fugas en los cortes», reflexiona.
La dura competencia entre cadenas también obliga a hacer determinadas concesiones. Según explica Calparsoro, «es vital que los conflictos de los personajes sean contundentes y que las tramas no queden en el aire». Sus planteamientos resultan revolucionarios por obvios: «Si tienes una historia que contar, lo que necesitas es gente que la vea y escuche. Y si la gente ha dejado de ir al cine, pues tendrá que llegar a donde esté, en este caso la televisión».
Su adaptación al medio es tal, que se atreve a afirmar que «la calidad de la ficción televisiva es en la actualidad bastante superior a la cinematográfica, salvo en contadas excepciones». Que su salto a la televisión haya sido a través de una miniserie lo ha facilitado todo, aunque se empeña en matizar que los dos capítulos obligan a hacer dos principios y dos finales.
El castigo, que él define como «una versión light de La matanza de Texas», se centra en la vida de un grupo de adolescentes rebeldes en un duro centro de reeducación ilegal �«Guantánamo para pijos», en palabras de Calparsoro� del que intentan escapar.
Se trata de un thriller fiel a las señas de identidad de su director, al que ha fascinado tanto la experiencia que ya piensa en repetir: «Estoy trabajando con Antena 3 en una nueva miniserie, pero habrá que esperar para ver qué tal funciona ésta».