Martin Parr abre su escaparate de lujo obsceno


Para unos es un genio que ha logrado documentar las mil caras de nuestro tiempo, mientras que para otros sólo es un hábil retratista del lado más grasiento y grotesco de la sociedad actual. En cualquier caso, Martin Parr (Bristol, 1952) es un fotógrafo que no deja indiferente y mucho menos en su país, Reino Unido, donde en el último mes se han inaugurado dos exposiciones en torno a su obra y donde la crítica sigue dividida entre si lo suyo es genialidad documental o vulgar brocha gorda.



Martin Parr abre su escaparate de lujo obsceno
Mientras Parrworld (inaugurada en el Gateshead Baltic Center of Contemporary Art) reúne su último proyecto, Luxury, en el que el fotógrafo ha invertido cuatro años de trabajo enfocando los chirriantes detalles de los rincones más opulentos del planeta, Parrbooks (que se inaugura esta semana en la Rocket Gallery de Londres) está dedicada a sus libros, que conforman una extensa bibliografía que arranca de 1974 para cerrase este año con la citada Luxury.
"Todo el mundo fotografía a los pobres, así que yo decidí que quería fotografiar a los ricos", señala Parr en una conversación telefónica. "Es algo que inspira poca confianza. Está claro que fotografiar una guerra da más prestigio, no hay discusión, pero seguir el rastro de la clase media o, ahora, de los nuevos ricos no despierta demasiado interés".
Desde una presentación de joyas en Dubai en la que todo es de un color rosa chicle o las aceleradas bambalinas de un desfile de moda en Moscú, Parr ha pasado de las playas con olor a aceite de coco del turismo de masas a los salones del consumo más caro y aberrante. Miembro de Magnum desde 1994, el fotógrafo dispara cuando se le pregunta por una lectura ideológica de ese zoológico de colores ácidos. "Yo no juzgo con mi cámara, no busco lo que está bien y lo que está mal, eso es algo que dejo al espectador", afirma.
Según Parr, la crisis económica ha barrido del mapa ese escaparate de lujo obsceno convirtiendo su serie en el epitafio de una era. Normalmente, Parr busca la ficción en la realidad pero esta vez los patéticos rostros operados de Luxury parecen hiperrealismo. "Es un mundo que me inspiraba curiosidad y por eso acudí durante cuatro años a todas las fiestas y presentaciones que pude. No fue tan difícil, siempre conoces a alguien que conoce a alguien que puede colarte. Me resultaba muy fascinante y no me sentía incómodo, mi cámara siempre me protege del mundo exterior. Entonces yo no contaba con lo que pasaría luego y con la lectura que la serie tomaría después de la crisis económica. Es un mundo que se ha esfumado, no ha desaparecido el dinero ni, evidentemente, los ricos, pero sí ha desaparecido esa exhibición del dinero que campaba a sus anchas".
Para Parr, la fotografía todavía es en Reino Unido un arte considerado menor. "Desde luego no es el caso de España o Francia, aunque poco a poco la cosa va cambiando. La fotografía es un arte muy flexible y democrático, cada uno puede inventarse a sí mismo, eso es precisamente lo que más me gusta de ella, aunque quizá eso es lo que despierta más sospechas contra ella".
Martes, 10 de Noviembre 2009
El País, Madrid, España
           


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