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Y razones hay para avalar estos elogios, porque a los 4 años este músico nacido en Illinois ofreció su primer recital en solitario y a los 8 actuó junto a una agrupación sinfónica. Pero como suele pasar con los artistas brillantes, desde temprana edad lo suyo no ha sido tocar exclusivamente a los más grandes creadores universales, sino que también dar rienda suelta a sus propias composiciones.
En conversación con "El Mercurio", sorprende la lucidez y madurez con que ha enfrentado su incipiente carrera. Como explica, sus influencias son variadas y trascienden el mundo clásico. "Mis compositores favoritos son Mozart, Beethoven, Berlioz, Ravel, Shostakovich, Messiaen, Steve Reich y Arvo Pärt. Mi música está fuertemente marcada por las pulsaciones y ritmos del minimalismo y por las creaciones de James Murphy (integrante de la banda de pop electrónico LCD Soundsystem), Aphex Twin (músico electrónico irlandés), el colorido espectacular y las armonías de Messiaen y Radiohead, las orquestaciones exuberantes de Berlioz, Sufjan Stevens (músico electrónico) y Joanna Newsom (cantante y arpista estadounidense), las electrizantes cuerdas de Shostakovich y los increíbles paisajes sonoros de Björk, Brian Eno y Sigur Rós".
-¿Qué enfatizarías de tu debut en Chile?
"En 2008 recibí una importante condecoración (Davidson Fellow Laureate), por mis esfuerzos para proyectar la música clásica hacia el futuro y hacerla atractiva entre las nuevas generaciones. Intento lograr ese objetivo programando recitales que no sólo sean agradables al oído, sino que también funcionen como viajes a través de distintos estilos musicales y períodos. El repertorio que ofreceré en Frutillar cruza varios siglos, desde Bach con su exuberante 'Obertura francesa', hasta la obra encantadoramente grotesca de Lowell Liebermann (1961), uno de los pianistas y compositores estadounidenses más brillantes de la actualidad. En cada recital, me gusta incluir piezas de creadores vivos, para mostrar al público cómo será el futuro de la música clásica. De este último, por ejemplo, ejecutaré la pieza 'Gargoyles', que fue escrita en 1989 y ha sido popularizada por pianistas de todo el mundo. Además, interpretaré 'Andante spianato' y 'Grande Polonaise brillante', de Chopin; un repertorio que aún no deja de sorprenderme por su lirismo y cuatro preludios de Rachmaninoff, ejemplos supremos de expresividad y escritura virtuosa para piano. En concreto, entregaré a la audiencia un caleidoscopio de personalidades diversas y mágicas".
-¿Cómo definirías tu estilo?
"Es difícil describirme. Lo que me interesa es que el público perciba un sonido orgánico y sincero. Algunos críticos han calificado mi estilo como 'explosivo' y 'expresivo'; pero para mí tocar el piano es la culminación de todo un proceso que incluye muchísimas horas de práctica y ensayo. Es un momento, por lo demás, donde libero todas mis inhibiciones e impulsos. Un paso muy excitante".
En conversación con "El Mercurio", sorprende la lucidez y madurez con que ha enfrentado su incipiente carrera. Como explica, sus influencias son variadas y trascienden el mundo clásico. "Mis compositores favoritos son Mozart, Beethoven, Berlioz, Ravel, Shostakovich, Messiaen, Steve Reich y Arvo Pärt. Mi música está fuertemente marcada por las pulsaciones y ritmos del minimalismo y por las creaciones de James Murphy (integrante de la banda de pop electrónico LCD Soundsystem), Aphex Twin (músico electrónico irlandés), el colorido espectacular y las armonías de Messiaen y Radiohead, las orquestaciones exuberantes de Berlioz, Sufjan Stevens (músico electrónico) y Joanna Newsom (cantante y arpista estadounidense), las electrizantes cuerdas de Shostakovich y los increíbles paisajes sonoros de Björk, Brian Eno y Sigur Rós".
-¿Qué enfatizarías de tu debut en Chile?
"En 2008 recibí una importante condecoración (Davidson Fellow Laureate), por mis esfuerzos para proyectar la música clásica hacia el futuro y hacerla atractiva entre las nuevas generaciones. Intento lograr ese objetivo programando recitales que no sólo sean agradables al oído, sino que también funcionen como viajes a través de distintos estilos musicales y períodos. El repertorio que ofreceré en Frutillar cruza varios siglos, desde Bach con su exuberante 'Obertura francesa', hasta la obra encantadoramente grotesca de Lowell Liebermann (1961), uno de los pianistas y compositores estadounidenses más brillantes de la actualidad. En cada recital, me gusta incluir piezas de creadores vivos, para mostrar al público cómo será el futuro de la música clásica. De este último, por ejemplo, ejecutaré la pieza 'Gargoyles', que fue escrita en 1989 y ha sido popularizada por pianistas de todo el mundo. Además, interpretaré 'Andante spianato' y 'Grande Polonaise brillante', de Chopin; un repertorio que aún no deja de sorprenderme por su lirismo y cuatro preludios de Rachmaninoff, ejemplos supremos de expresividad y escritura virtuosa para piano. En concreto, entregaré a la audiencia un caleidoscopio de personalidades diversas y mágicas".
-¿Cómo definirías tu estilo?
"Es difícil describirme. Lo que me interesa es que el público perciba un sonido orgánico y sincero. Algunos críticos han calificado mi estilo como 'explosivo' y 'expresivo'; pero para mí tocar el piano es la culminación de todo un proceso que incluye muchísimas horas de práctica y ensayo. Es un momento, por lo demás, donde libero todas mis inhibiciones e impulsos. Un paso muy excitante".
