Jaled Mohamed Saleh, de unos 50 años, que huyó de los combates de su ciudad natal de Mosul, corta trozos de carne en su pequeño puesto.
"La seguridad aquí es mucho mejor que en cualquier otra parte de la región, prueba de ello es el mercado, desde hace una semana", afirma a la AFP este carnicero, luciendo una kufiyya blanca y negra.
Los habitantes han vuelto al mercado, el mismo que fue escenario de cruentos combates hace algunas semanas entre las fuerzas iraquíes y los combatientes del grupo extremista sunita.
El 1 de noviembre, las unidades de élite iraquíes entraron en Gogjali para expulsar a los últimos yihadistas, liberando a su población de dos años y medio del yugo del EI.
Los vecinos, sometidos hasta hace poco a brutales atrocidades, empiezan a hablar libremente. Explican como los yihadistas cosían los labios de los que pronunciaban la palabra "Dáesh", acrónimo árabe del EI que el grupo extremista considera peyorativo.
En el nuevo mercado, instaurado hace dos semanas, Abdelaziz Saleh coloca sobre su mesa bolsas de dulces y latas de conservas. Antes, "los productos iraníes estaban totalmente prohibidos", explica, mostrando un pastel envuelto en un plástico rojo y azul.
"Cuando los yihadistas veían a alguien vendiendo productos iraníes, lo arrestaban inmediatamente y confiscaban la mercancía", confirma Achraf Shakr, de 30 años, vendedor de verduras.
Las mujeres no estaban autorizadas a comprar solas, recuerda. "Tenían que ir siempre acompañadas por un hombre o un niño, que hablaba con el vendedor", agrega.
Un grupo de jóvenes explica que los yihadistas prohibieron fumar cigarrillos y narguile, utilizar teléfonos celulares e incluso ir al barbero.
El bullicio del mercado contrasta con los escombros todavía visibles en la carretera y los edificios destruidos.
Los vendedores están sentados delante de cajas llenas de verduras: tomates, berenjenas, patatas, cebollas... En otros puestos, se pueden encontrar conservas e incluso carburante.
Fares Maher, de 27 años, viene del barrio de Zahra, en Mosul, actualmente bajo control de las fuerzas iraquíes, para abastecerse. "Vengo aquí todos los días para comprar víveres y revenderlos a los habitantes de mi barrio", explica. El kilo de tomates y berenjenas no supera los 1.000 dinares (0,8 euros).
Según él, los yihadistas importaban la mercancía de Siria y la vendían a precios elevados. Hoy los productos llegan de la ciudad de Erbil, capital del Kurdistán iraquí.
Los habitantes, sobre todo los que no podían trabajar para los yihadistas, se sienten felices de poder retomar sus actividades.
El mercado de Gogjali ha sido construido en la entrada del pueblo, un pasaje obligatorio para los desplazados huyendo de los combates de Mosul.
En las calles de esta localidad, varias tiendas han abierto y algunas casas han sido transformadas en sedes militares.
Husein Haidar, un vendedor de verduras de 24 años, estima que los principales clientes del mercado son "desplazados que llegan aquí".
"Hay mucho trabajo, la gente viene cada día para comprar", explica. "Todos los días llega mercancía de Erbil", agrega.
Su hermano Mohamed le interrumpe: "Antes de la llegada de Dáesh, éramos pintores, pero la empresa cerró cuando el EI tomó el control de Mosul, así que ahora vendemos verduras".
"La seguridad aquí es mucho mejor que en cualquier otra parte de la región, prueba de ello es el mercado, desde hace una semana", afirma a la AFP este carnicero, luciendo una kufiyya blanca y negra.
Los habitantes han vuelto al mercado, el mismo que fue escenario de cruentos combates hace algunas semanas entre las fuerzas iraquíes y los combatientes del grupo extremista sunita.
El 1 de noviembre, las unidades de élite iraquíes entraron en Gogjali para expulsar a los últimos yihadistas, liberando a su población de dos años y medio del yugo del EI.
Los vecinos, sometidos hasta hace poco a brutales atrocidades, empiezan a hablar libremente. Explican como los yihadistas cosían los labios de los que pronunciaban la palabra "Dáesh", acrónimo árabe del EI que el grupo extremista considera peyorativo.
En el nuevo mercado, instaurado hace dos semanas, Abdelaziz Saleh coloca sobre su mesa bolsas de dulces y latas de conservas. Antes, "los productos iraníes estaban totalmente prohibidos", explica, mostrando un pastel envuelto en un plástico rojo y azul.
"Cuando los yihadistas veían a alguien vendiendo productos iraníes, lo arrestaban inmediatamente y confiscaban la mercancía", confirma Achraf Shakr, de 30 años, vendedor de verduras.
Las mujeres no estaban autorizadas a comprar solas, recuerda. "Tenían que ir siempre acompañadas por un hombre o un niño, que hablaba con el vendedor", agrega.
Un grupo de jóvenes explica que los yihadistas prohibieron fumar cigarrillos y narguile, utilizar teléfonos celulares e incluso ir al barbero.
- 'La mercancía llega todos los días' -
El bullicio del mercado contrasta con los escombros todavía visibles en la carretera y los edificios destruidos.
Los vendedores están sentados delante de cajas llenas de verduras: tomates, berenjenas, patatas, cebollas... En otros puestos, se pueden encontrar conservas e incluso carburante.
Fares Maher, de 27 años, viene del barrio de Zahra, en Mosul, actualmente bajo control de las fuerzas iraquíes, para abastecerse. "Vengo aquí todos los días para comprar víveres y revenderlos a los habitantes de mi barrio", explica. El kilo de tomates y berenjenas no supera los 1.000 dinares (0,8 euros).
Según él, los yihadistas importaban la mercancía de Siria y la vendían a precios elevados. Hoy los productos llegan de la ciudad de Erbil, capital del Kurdistán iraquí.
Los habitantes, sobre todo los que no podían trabajar para los yihadistas, se sienten felices de poder retomar sus actividades.
El mercado de Gogjali ha sido construido en la entrada del pueblo, un pasaje obligatorio para los desplazados huyendo de los combates de Mosul.
En las calles de esta localidad, varias tiendas han abierto y algunas casas han sido transformadas en sedes militares.
Husein Haidar, un vendedor de verduras de 24 años, estima que los principales clientes del mercado son "desplazados que llegan aquí".
"Hay mucho trabajo, la gente viene cada día para comprar", explica. "Todos los días llega mercancía de Erbil", agrega.
Su hermano Mohamed le interrumpe: "Antes de la llegada de Dáesh, éramos pintores, pero la empresa cerró cuando el EI tomó el control de Mosul, así que ahora vendemos verduras".