Ante cerca de 70.000 personas, con el telón de fondo de la basílica de San Pedro en la que se habían colgado los tapices de los siete santos proclamados hoy, Francisco celebró la canonización del que es ya San Romero de América y de Giovani Battista Monti, el papa que clausuró el Concilio Vaticano II.
En su homilía, dedicada a la necesidad de la privación de la riqueza y lo material para seguir a Jesús, el pontífice dedicó solo unas breves palabras a los nuevos santos.
Francisco elogió de san Oscar Romero, asesinado en 1980 por un comando de la ultraderecha, que abandonó "la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos".
Mientras que de Pablo VI, cuyo pontificado se extendió entre 1963 y 1978, resaltó que fue "profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres".
También hizo referencia a los problemas dentro de la misma Iglesia que tuvo el papa Giovanni Battista Montini.
"Pablo VI, aun en medio de dificultades e incomprensiones, testimonió de una manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús", agregó.
De Pablo VI recordó además que "fue el sabio timonel" del Concilio Vaticano II y que animó a "vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad".
En estos días se han hecho muchas comparaciones entre las dificultades que tuvo que pasar Romero durante su vida, y también en el proceso de canonización, por la oposición de algunos obispos y en la Curia, y las dificultades de Pablo VI para llevar a cabo las reformas surgidas del Concilio Vaticano II.
El papa Francisco proclamó también santos a la que es considerada la primera santa boliviana, aunque nacida en España, Nazaria Ignacia March; a los italianos Francesco Spinelli, Vincenzo Romano y Nunzio Sulpriziola y a la religiosa alemana María Katharina Kasper.
Todos estos santos, en diferentes contextos, señaló el pontífice argentino, "han traducido con la vida la Palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar" y abogó para que "el Señor nos ayude a imitar su ejemplo".
A los fieles, entre ellos miles de peregrinos salvadoreños, pero también llegados de la región italiana de Lombardía, de donde era Montini, Francisco les dijo: "No vayas detrás de Jesús solo cuando te apetezca, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones".
Subrayó que San Pablo decía "que el amor al dinero es la raíz de todos los males" e insistió en que "donde el dinero se pone en el centro, no hay lugar para Dios y tampoco para el hombre".
"Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso", agregó.
Por ello instó a pedir "la gracia de saber dejar por amor del Señor: dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo".
La Iglesia no ha repartido sus miles de millones entre los pobres en ninguna parte de su existencia.
Al final de la ceremonia, el pontífice Francisco saludó a las delegaciones y citó a la reina Sofia en representación de España y también al presidente del Salvador, Salvador Sánchez Cerén; el de Chile, Sebastián Piñera y el de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez.
También saludó al exarzobispo de Canterbury Rowan Williams, líder de la iglesia anglicana y presente en la canonización: una estatua de Romero se encuentra colocada ya entre los santos en la abadía de Westminster.
En su homilía, dedicada a la necesidad de la privación de la riqueza y lo material para seguir a Jesús, el pontífice dedicó solo unas breves palabras a los nuevos santos.
Francisco elogió de san Oscar Romero, asesinado en 1980 por un comando de la ultraderecha, que abandonó "la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos".
Mientras que de Pablo VI, cuyo pontificado se extendió entre 1963 y 1978, resaltó que fue "profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres".
También hizo referencia a los problemas dentro de la misma Iglesia que tuvo el papa Giovanni Battista Montini.
"Pablo VI, aun en medio de dificultades e incomprensiones, testimonió de una manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús", agregó.
De Pablo VI recordó además que "fue el sabio timonel" del Concilio Vaticano II y que animó a "vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad".
En estos días se han hecho muchas comparaciones entre las dificultades que tuvo que pasar Romero durante su vida, y también en el proceso de canonización, por la oposición de algunos obispos y en la Curia, y las dificultades de Pablo VI para llevar a cabo las reformas surgidas del Concilio Vaticano II.
El papa Francisco proclamó también santos a la que es considerada la primera santa boliviana, aunque nacida en España, Nazaria Ignacia March; a los italianos Francesco Spinelli, Vincenzo Romano y Nunzio Sulpriziola y a la religiosa alemana María Katharina Kasper.
Todos estos santos, en diferentes contextos, señaló el pontífice argentino, "han traducido con la vida la Palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar" y abogó para que "el Señor nos ayude a imitar su ejemplo".
A los fieles, entre ellos miles de peregrinos salvadoreños, pero también llegados de la región italiana de Lombardía, de donde era Montini, Francisco les dijo: "No vayas detrás de Jesús solo cuando te apetezca, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones".
Subrayó que San Pablo decía "que el amor al dinero es la raíz de todos los males" e insistió en que "donde el dinero se pone en el centro, no hay lugar para Dios y tampoco para el hombre".
"Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso", agregó.
Por ello instó a pedir "la gracia de saber dejar por amor del Señor: dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo".
La Iglesia no ha repartido sus miles de millones entre los pobres en ninguna parte de su existencia.
Al final de la ceremonia, el pontífice Francisco saludó a las delegaciones y citó a la reina Sofia en representación de España y también al presidente del Salvador, Salvador Sánchez Cerén; el de Chile, Sebastián Piñera y el de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez.
También saludó al exarzobispo de Canterbury Rowan Williams, líder de la iglesia anglicana y presente en la canonización: una estatua de Romero se encuentra colocada ya entre los santos en la abadía de Westminster.