Santa Cruz de Tenerife. (EFE).- El avistamiento se produjo la pasada semana frente a las costas de Lanzarote en el transcurso de un censo de cetáceos desarrollado por la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC), que financian los gobiernos español y autonómico canario. Según el presidente de la SECAC, Vidal Martín, los machos adultos de esta especie, Orcinus orca, alcanzan los 10 metros de longitud y 10.000 kilogramos de peso y son "uno de los mamíferos más complejos culturalmente".
Las orcas, que pueden llegar a los 90 años, viven en manadas estables, con animales relacionados genéticamente y una estructura materno filial. Hay poblaciones de orcas especializadas en comer salmones, atunes, arenques o mamíferos marinos, y la presencia de estas orcas está estrechamente ligada a la de atunes rojos, su principal presa.
Un reciente artículo científico ha puesto de manifiesto que las orcas del estrecho de Gibraltar persiguen a los atunes rojos hasta que éstos se cansan, lo que facilita su captura pero lleva a las orcas al límite de sus posibilidades energéticas. Las orcas observadas frente a Lanzarote exhibieron un comportamiento similar, lo que «asombró» al equipo de investigadores.
También se tomaron diminutas biopsias de piel y grasa a nueve ejemplares de esta especie, y que contribuirán a que se conozcan los lazos sociales dentro del grupo y la relación genética con otras manadas de orcas del Atlántico, información muy importante para la conservación de la especie. Además, gracias al estudio de isótopos estables en estas muestras se podrá conocer de qué se alimentan y sus niveles de contaminación.
Este avistamiento contribuirá además a que se pueda conocer algo más sobre las orcas de esta parte del Atlántico. Detalla Vidal Martín que en la costa noroeste del Pacífico hay manadas residentes que poseen dialectos en sus vocalizaciones y que comparten su hábitat con grupos de orcas transeúntes que comen mamíferos marinos, principalmente focas y marsopas, y pasan la mayor parte del tiempo en silencio para pasar inadvertidas a sus presas.
"A pesar de ser una especie intensamente estudiada en algunos puntos de su ámbito de distribución, existe un vacío de información en esta parte del Atlántico, especialmente al sur del estrecho de Gibraltar", explica. Las orcas oceánicas «no deben de llevar precisamente una vida idílica en el vasto océano», pues, por un lado se enfrentan «a la dramática reducción» de las poblaciones de sus principales presas por la sobrepesca, los grandes atunes, y por otro a la degradación de su hábitat.
Recientemente se han encontrado niveles de contaminantes en sus tejidos inusualmente altos, añade Vidal Martín, quien señala que los principales expertos en esta especie coinciden al opinar que las poblaciones de orcas son más reducidas de lo que se creía y algunas, como la del estrecho de Gibraltar, están al borde de la extinción. Precisa que no es la primera vez que se ven orcas en Canarias, donde parece que la especie es infrecuente, pero lo singular de este encuentro es que los 14 miembros, entre los que habían cuatro grandes machos maduros, fueron identificados fotográficamente y su comportamiento fue estudiado durante casi 8 horas.
Las orcas, que pueden llegar a los 90 años, viven en manadas estables, con animales relacionados genéticamente y una estructura materno filial. Hay poblaciones de orcas especializadas en comer salmones, atunes, arenques o mamíferos marinos, y la presencia de estas orcas está estrechamente ligada a la de atunes rojos, su principal presa.
Un reciente artículo científico ha puesto de manifiesto que las orcas del estrecho de Gibraltar persiguen a los atunes rojos hasta que éstos se cansan, lo que facilita su captura pero lleva a las orcas al límite de sus posibilidades energéticas. Las orcas observadas frente a Lanzarote exhibieron un comportamiento similar, lo que «asombró» al equipo de investigadores.
También se tomaron diminutas biopsias de piel y grasa a nueve ejemplares de esta especie, y que contribuirán a que se conozcan los lazos sociales dentro del grupo y la relación genética con otras manadas de orcas del Atlántico, información muy importante para la conservación de la especie. Además, gracias al estudio de isótopos estables en estas muestras se podrá conocer de qué se alimentan y sus niveles de contaminación.
Este avistamiento contribuirá además a que se pueda conocer algo más sobre las orcas de esta parte del Atlántico. Detalla Vidal Martín que en la costa noroeste del Pacífico hay manadas residentes que poseen dialectos en sus vocalizaciones y que comparten su hábitat con grupos de orcas transeúntes que comen mamíferos marinos, principalmente focas y marsopas, y pasan la mayor parte del tiempo en silencio para pasar inadvertidas a sus presas.
"A pesar de ser una especie intensamente estudiada en algunos puntos de su ámbito de distribución, existe un vacío de información en esta parte del Atlántico, especialmente al sur del estrecho de Gibraltar", explica. Las orcas oceánicas «no deben de llevar precisamente una vida idílica en el vasto océano», pues, por un lado se enfrentan «a la dramática reducción» de las poblaciones de sus principales presas por la sobrepesca, los grandes atunes, y por otro a la degradación de su hábitat.
Recientemente se han encontrado niveles de contaminantes en sus tejidos inusualmente altos, añade Vidal Martín, quien señala que los principales expertos en esta especie coinciden al opinar que las poblaciones de orcas son más reducidas de lo que se creía y algunas, como la del estrecho de Gibraltar, están al borde de la extinción. Precisa que no es la primera vez que se ven orcas en Canarias, donde parece que la especie es infrecuente, pero lo singular de este encuentro es que los 14 miembros, entre los que habían cuatro grandes machos maduros, fueron identificados fotográficamente y su comportamiento fue estudiado durante casi 8 horas.