En concreto, el exprimer ministro ha sido condenado por haber pagado tres millones de euros al entonces senador Sergio De Gregorio, reo confeso, del partido Italia de los Valores fundado por Antonio Di Pietro. "Se trata de una sentencia completamente injustificada", ha comentado Nicolò Ghedini, abogado de Berlusconi.
El próximo mes de noviembre cae la prescripción sobre el delito, por lo que el político podría salvarse por los pelos, dado que parece poco probable que en tan poco tiempo se puedan celebrar el proceso de apelación y el más que seguro recurso ante el Supremo.
El tribunal ha condenado también a tres años a Valter Lavitola, un personaje un tanto oscuro, que actuó como intermediario de la compra-venta de senadores. De Gregorio había pactado un pena de 20 meses, a cambio de su admisión de culpabilidad, es decir, de haber recibido los tres millones de euros. La fiscalía había pedido cinco años para todos ellos. Hasta el último minuto, Berlusconi había invocado la inmunidad parlamentaria, que no le fue acordada.
En su arenga final, el fiscal Alessandro Milita había dicho que el tribunal se encuentra "frente a una de las peores hipótesis que se podían vislumbrar, el poder económico para comprar personas para explotar sus funciones y dirigir su voto". "Fue un contrato banal, una cuestión de dinero, de intercambio, de trueque sobre todo lo que contempla la función de parlamentario", ha añadido Henry Woodcock, también fiscal en el proceso de Nápoles. "Será una sentencia que dictará ley, ya que es la primera vez que se hace frente al tema de corrupción parlamentaria", ha subrayado el tercer fiscal del caso, Fabrizio Vanorio. Por su parte, el intermediario condenado, Valter Lavitola, dijo en su disculpa que había sido "sólo un cartero" y que no conocía "la razón por la que el senador De Gregorio recibía el dinero".
El defenestrado primer ministro, Romano Prodi, ha comentado la sentencia afirmando que había "oido hablar" de la campaña de compras de Berlusconi, pero que no fue nunca informado. "Si lo hubiese sabido, todavía sería presidente del gobierno", ha dicho.
El próximo mes de noviembre cae la prescripción sobre el delito, por lo que el político podría salvarse por los pelos, dado que parece poco probable que en tan poco tiempo se puedan celebrar el proceso de apelación y el más que seguro recurso ante el Supremo.
El tribunal ha condenado también a tres años a Valter Lavitola, un personaje un tanto oscuro, que actuó como intermediario de la compra-venta de senadores. De Gregorio había pactado un pena de 20 meses, a cambio de su admisión de culpabilidad, es decir, de haber recibido los tres millones de euros. La fiscalía había pedido cinco años para todos ellos. Hasta el último minuto, Berlusconi había invocado la inmunidad parlamentaria, que no le fue acordada.
En su arenga final, el fiscal Alessandro Milita había dicho que el tribunal se encuentra "frente a una de las peores hipótesis que se podían vislumbrar, el poder económico para comprar personas para explotar sus funciones y dirigir su voto". "Fue un contrato banal, una cuestión de dinero, de intercambio, de trueque sobre todo lo que contempla la función de parlamentario", ha añadido Henry Woodcock, también fiscal en el proceso de Nápoles. "Será una sentencia que dictará ley, ya que es la primera vez que se hace frente al tema de corrupción parlamentaria", ha subrayado el tercer fiscal del caso, Fabrizio Vanorio. Por su parte, el intermediario condenado, Valter Lavitola, dijo en su disculpa que había sido "sólo un cartero" y que no conocía "la razón por la que el senador De Gregorio recibía el dinero".
El defenestrado primer ministro, Romano Prodi, ha comentado la sentencia afirmando que había "oido hablar" de la campaña de compras de Berlusconi, pero que no fue nunca informado. "Si lo hubiese sabido, todavía sería presidente del gobierno", ha dicho.