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Política
Berlusconi, a la izquierda, choca su puño con Bossi, a la derecha. En el centro, Tremonti
Berlusconi tuvo que pedir la confianza tras la grave ruptura en agosto con su ex aliado y ex delfín, Gianfranco Fini, actual presidente de la Cámara de Diputados.
El gobierno obtuvo 342 votos a favor, superando la cifra de 309 votos indispensable, mientras 275 diputados votaron en contra y tres se abstuvieron.
Los disidentes de la coalición de derecha liderada por Berlusconi garantizaron la confianza al gobierno, decisión que fue anunciada oficialmente por Italo Bocchino, portavoz del nuevo grupo liderado por Gianfranco Fini, Futuro y Libertad para Italia (FLI).
Según los primeros cálculos, la coalición gubernamental depende de los disidentes de Fini y de los parlamentarios autónomos sicilianos para alcanzar la mayoría absoluta, lo que condiciona el futuro del gobierno.
FLI cuenta con 34 diputados y 10 senadores determinantes para que la derecha mantenga la mayoría absoluta de 316 votos.
El magnate de las comunicaciones, en un discurso pronunciado en la mañana ante los diputados, con tono conciliador solicitó el apoyo de los "moderados" y "reformistas" para poder gobernar hasta el 2013 y realizar su ambicioso programa de gobierno.
"Me dirijo al conjunto del Parlamento, más allá de su pertenencia política", declaró Berlusconi al pedir el sostén de todos aquellos que "comparten la misma visión de libertad, de economía, de familia y de trabajo", dijo.
"No nos hemos detenido hasta ahora, pero sabemos que hay que completar todas las reformas programadas, con la ayuda de todos los parlamentarios responsables (...), que quieren trabajar por el país por encima de sus partidos y facciones", aseguró.
Berlusconi pronunció un discurso volcado al interés general, centrado en cinco puntos programáticos: reforma fiscal, incentivos para el sur, seguridad, inmigración y reforma de la justicia.
"No hay democracia ni un buen gobierno sin un parlamento libre y fuerte", clamó respondiendo indirectamente a las acusaciones de Fini de que no respeta el rol de las varias instituciones italianas al haberle pedido su renuncia.
La nueva actitud de Berlusconi suscitó en cambio fuertes críticas de la oposición de izquierda que denunció la "compra y venta de parlamentarios" por parte del ex magnate de las comunicaciones para obtener la confianza y evitar la caída.
"Vivimos en el paraíso fiscal de la política", denunció Pierluigi Bersani, líder de la mayor formación de izquierda, Partido Democrático.
Por su parte, el ex magistrado anticorrupción Antonio Di Pietro calificó a Berlusconi de "violador de la democracia" y de "mago sin escrúpulos", suscitando la irritación del mismo Berlusconi y tensando el clima en el hemiciclo.
Si bien el voto salva al gobierno y sirve a compactar la coalición al poder, la nueva mayoría tiene que tener en cuenta las exigencias de los llamados "finianos", que se niegan a aprobar un escudo judicial para Berlusconi que perjudique a los demás ciudadanos.
"Estamos a favor de la reforma de la justicia, pero no de una reforma punitiva con los magistrados, porque ellos son el baluarte para garantizar la justicia", advirtió Bocchino en su discurso, refiriéndose a uno de los puntos de mayor fricción dentro de la coalición de gobierno.
El gobierno obtuvo 342 votos a favor, superando la cifra de 309 votos indispensable, mientras 275 diputados votaron en contra y tres se abstuvieron.
Los disidentes de la coalición de derecha liderada por Berlusconi garantizaron la confianza al gobierno, decisión que fue anunciada oficialmente por Italo Bocchino, portavoz del nuevo grupo liderado por Gianfranco Fini, Futuro y Libertad para Italia (FLI).
Según los primeros cálculos, la coalición gubernamental depende de los disidentes de Fini y de los parlamentarios autónomos sicilianos para alcanzar la mayoría absoluta, lo que condiciona el futuro del gobierno.
FLI cuenta con 34 diputados y 10 senadores determinantes para que la derecha mantenga la mayoría absoluta de 316 votos.
El magnate de las comunicaciones, en un discurso pronunciado en la mañana ante los diputados, con tono conciliador solicitó el apoyo de los "moderados" y "reformistas" para poder gobernar hasta el 2013 y realizar su ambicioso programa de gobierno.
"Me dirijo al conjunto del Parlamento, más allá de su pertenencia política", declaró Berlusconi al pedir el sostén de todos aquellos que "comparten la misma visión de libertad, de economía, de familia y de trabajo", dijo.
"No nos hemos detenido hasta ahora, pero sabemos que hay que completar todas las reformas programadas, con la ayuda de todos los parlamentarios responsables (...), que quieren trabajar por el país por encima de sus partidos y facciones", aseguró.
Berlusconi pronunció un discurso volcado al interés general, centrado en cinco puntos programáticos: reforma fiscal, incentivos para el sur, seguridad, inmigración y reforma de la justicia.
"No hay democracia ni un buen gobierno sin un parlamento libre y fuerte", clamó respondiendo indirectamente a las acusaciones de Fini de que no respeta el rol de las varias instituciones italianas al haberle pedido su renuncia.
La nueva actitud de Berlusconi suscitó en cambio fuertes críticas de la oposición de izquierda que denunció la "compra y venta de parlamentarios" por parte del ex magnate de las comunicaciones para obtener la confianza y evitar la caída.
"Vivimos en el paraíso fiscal de la política", denunció Pierluigi Bersani, líder de la mayor formación de izquierda, Partido Democrático.
Por su parte, el ex magistrado anticorrupción Antonio Di Pietro calificó a Berlusconi de "violador de la democracia" y de "mago sin escrúpulos", suscitando la irritación del mismo Berlusconi y tensando el clima en el hemiciclo.
Si bien el voto salva al gobierno y sirve a compactar la coalición al poder, la nueva mayoría tiene que tener en cuenta las exigencias de los llamados "finianos", que se niegan a aprobar un escudo judicial para Berlusconi que perjudique a los demás ciudadanos.
"Estamos a favor de la reforma de la justicia, pero no de una reforma punitiva con los magistrados, porque ellos son el baluarte para garantizar la justicia", advirtió Bocchino en su discurso, refiriéndose a uno de los puntos de mayor fricción dentro de la coalición de gobierno.
