"Si las densidades de insectos observados en el cielo del sur de Reino Unido se extrapolaran al espacio aéreo de todos los continentes, las migraciones de insectos a gran altitud podrían representar el más importante movimiento anual de animales de ecosistemas terrestres, comparable con las más grandes migraciones animales oceánicas", explica Jason Chapman, del Centro para la Ecología y la Conservación de la Universidad de Exeter en Cornualles.
Chapman es uno de los autores del estudio realizado con radares y otras técnicas de muestreo a lo largo de 10 años.
Estas gigantescas nubes de insectos representan, en volumen, más de siete veces la de los 30 millones de aves que dejan cada año Reino Unido para migrar hacia África.
Las procedencias y los destinos de los insectos no fueron determinados en el estudio. Observaciones anteriores sugieren sin embargo que muchos parten de Gran Bretaña, adonde regresan pasando por el canal de la Mancha y el mar del Norte.
Los investigadores observaron importantes variaciones en esos movimientos migratorios según las estaciones, con migraciones masivas hacia el norte en primavera y hacia el sur en otoño, de una envergadura similar en ambos sentidos.
"Una gran cantidad de los insectos que hemos estudiado tiene importantes funciones ecológicas que son esenciales en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas como la polinización, la destrucción de organismos dañinos para los cultivos y también para proporcionar alimento a los insectívoros como las aves y los murciélagos", explica Gao Hu, de la Universidad Agrícola de Nanking en China, que dirigió los análisis de datos de radar.
"Las migraciones animales, particularmente de los insectos, son un comportamiento muy complejo que evoluciona a lo largo de millones de años y muy sensible al entorno climático", agregó.
"Los insectos migratorios pueden así servir de indicadores de las condiciones ambientales planetarias", subraya Jason Lim, del Centro de Investigación de Rothamsted, en Reino Unido.
La investigación explica además que "el cambio climático puede provocar el declive de numerosas especies de insectos y promover otras que son muy adaptables y que pueden convertirse en plagas de los cultivos".
El estudio se centró en los insectos que vuelan a más de 150 metros del suelo, recurriendo a los radares para los de mayor tamaño (de 10 mg en adelante) y a los muestreos para los más pequeños recuperados en las redes.
Chapman es uno de los autores del estudio realizado con radares y otras técnicas de muestreo a lo largo de 10 años.
Estas gigantescas nubes de insectos representan, en volumen, más de siete veces la de los 30 millones de aves que dejan cada año Reino Unido para migrar hacia África.
Las procedencias y los destinos de los insectos no fueron determinados en el estudio. Observaciones anteriores sugieren sin embargo que muchos parten de Gran Bretaña, adonde regresan pasando por el canal de la Mancha y el mar del Norte.
Los investigadores observaron importantes variaciones en esos movimientos migratorios según las estaciones, con migraciones masivas hacia el norte en primavera y hacia el sur en otoño, de una envergadura similar en ambos sentidos.
"Una gran cantidad de los insectos que hemos estudiado tiene importantes funciones ecológicas que son esenciales en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas como la polinización, la destrucción de organismos dañinos para los cultivos y también para proporcionar alimento a los insectívoros como las aves y los murciélagos", explica Gao Hu, de la Universidad Agrícola de Nanking en China, que dirigió los análisis de datos de radar.
"Las migraciones animales, particularmente de los insectos, son un comportamiento muy complejo que evoluciona a lo largo de millones de años y muy sensible al entorno climático", agregó.
"Los insectos migratorios pueden así servir de indicadores de las condiciones ambientales planetarias", subraya Jason Lim, del Centro de Investigación de Rothamsted, en Reino Unido.
La investigación explica además que "el cambio climático puede provocar el declive de numerosas especies de insectos y promover otras que son muy adaptables y que pueden convertirse en plagas de los cultivos".
El estudio se centró en los insectos que vuelan a más de 150 metros del suelo, recurriendo a los radares para los de mayor tamaño (de 10 mg en adelante) y a los muestreos para los más pequeños recuperados en las redes.