El incendio se produjo el 14 de agosto de 2013 en Kerdasa, en los suburbios de El Cairo, horas después de que policías y soldados hubieran matado a más de 700 manifestantes pro-Mursi.
En Egipto la cadena perpetua equivale a 25 años de cárcel.
El tribunal los declaró culpables de haber "incendiado la iglesia, de intentos de asesinato (de civiles) y de posesión ilegal de armas". Dos menores fueron condenados a 10 años de cárcel.
Kerdasa era un bastión de los partidarios de Mursi y de su cofradía de los Hermanos Musulmanes.
Se estima que la represión de las autoridades hacia los partidarios de Mursi ha dejado 1.400 muertos a manos de la policía y el ejército desde el derrocamiento del entonces presidente islamista en julio de 2013.