Sara Montiel en La violetera
Presentada en la sección oficial Cannes Classics, esta producción de Agustín Almodóvar y Enrique Cerezo es el resultado del trabajo de toda una vida, "de años y años de ver cine", bromea Diego Galán, exdirector del Festival de San Sebastián, crítico, especialista sobre todo de cine español que ha realizado varias series para televisión, dirigido documentales y escrito libros especializados.
De hecho, recuerda, su serie "Memorias del cine español" (1975) contenía cosas de las que hay aquí. "Durante muchos años los géneros eran femeninos: el cine de folclóricas era femenino, el cine literario era femenino, el cine de niños prodigio era femenino o de enanos... Todo eso estaba ya apuntado hace 30 o 40 años".
Galán no tiene claro haber seguido una metodología predeterminada para llegar a los más de 180 fragmentos utilizados. "En el documental, al ir montando vas descubriendo caminos por lo que puedes ir. De hecho empezamos con cosas que luego han desaparecido. La primera, enfrentamientos de mujer a mujer, la casada que va a ver a la querida, a la amante. Pero al final no lo pusimos porque era un tema menor".
Los capítulos del recorrido se fijan de antemano, explica. "Había que hablar del aborto, tema por cierto que en España se ha vuelto de actualidad cuando legalmente estaba superado, hablar del destape y de todo lo contrario, el 'requetetape'... Otro tema era el lesbianismo. Se hicieron muchas películas sobre lesbianas porque es la forma de erotismo que pone cachondo también a los perversos. Pero no lo conservamos porque tampoco era tan importante".
Son todas las que están pero no están todas las que son. "Las películas buenas matizan, desarrollan; en cambio, las malas van a bocajarro y liquidan un tema en una frase, pegan más con el estilo de trabajo que hemos hecho", resume.
Dentro de las réplicas contundentes, que abundan en el documental, las machistas son las más brutales. Diego Galán elige un par al vuelo como ejemplos.
De "Puebla de las mujeres" (1953):
"- Mire usted qué chica tan mona.
- Sí, pero no hay que claudicar, hay que ahorcarla como a todas".
O de "La Violetera" (1958):
"la belleza es el único signo de inteligencia que le reconozco a una mujer".
Cuando mira hacia atrás, considera que en un país machista como España, a la igualdad de la mujer en derechos y consideración aún le queda camino por delante hasta recuperar niveles pasados. "En los años treinta había desnudos, pornografía, un concepto de la libertad muy sana. Eso se perdió porque al acabar la guerra, una de las consignas oficiales era 'hemos sacado a la mujer del trabajo para devolverla al hogar'".
Pero puntualiza que en los años treinta "también había un cine muy de la derecha, muy de curas, de melodramas, de castigo a la pecadora. La República no fue un nido de rojos, fue variopinta. Permaneció el cine moralista, el otro se perdió del todo. Y ese espíritu sano y limpio de la República no se termina de recuperar del todo, al menos en las películas, cuando a finales de los setenta se recuperan las libertades en España".
De hecho, recuerda, su serie "Memorias del cine español" (1975) contenía cosas de las que hay aquí. "Durante muchos años los géneros eran femeninos: el cine de folclóricas era femenino, el cine literario era femenino, el cine de niños prodigio era femenino o de enanos... Todo eso estaba ya apuntado hace 30 o 40 años".
Galán no tiene claro haber seguido una metodología predeterminada para llegar a los más de 180 fragmentos utilizados. "En el documental, al ir montando vas descubriendo caminos por lo que puedes ir. De hecho empezamos con cosas que luego han desaparecido. La primera, enfrentamientos de mujer a mujer, la casada que va a ver a la querida, a la amante. Pero al final no lo pusimos porque era un tema menor".
Los capítulos del recorrido se fijan de antemano, explica. "Había que hablar del aborto, tema por cierto que en España se ha vuelto de actualidad cuando legalmente estaba superado, hablar del destape y de todo lo contrario, el 'requetetape'... Otro tema era el lesbianismo. Se hicieron muchas películas sobre lesbianas porque es la forma de erotismo que pone cachondo también a los perversos. Pero no lo conservamos porque tampoco era tan importante".
Son todas las que están pero no están todas las que son. "Las películas buenas matizan, desarrollan; en cambio, las malas van a bocajarro y liquidan un tema en una frase, pegan más con el estilo de trabajo que hemos hecho", resume.
Dentro de las réplicas contundentes, que abundan en el documental, las machistas son las más brutales. Diego Galán elige un par al vuelo como ejemplos.
De "Puebla de las mujeres" (1953):
"- Mire usted qué chica tan mona.
- Sí, pero no hay que claudicar, hay que ahorcarla como a todas".
O de "La Violetera" (1958):
"la belleza es el único signo de inteligencia que le reconozco a una mujer".
Cuando mira hacia atrás, considera que en un país machista como España, a la igualdad de la mujer en derechos y consideración aún le queda camino por delante hasta recuperar niveles pasados. "En los años treinta había desnudos, pornografía, un concepto de la libertad muy sana. Eso se perdió porque al acabar la guerra, una de las consignas oficiales era 'hemos sacado a la mujer del trabajo para devolverla al hogar'".
Pero puntualiza que en los años treinta "también había un cine muy de la derecha, muy de curas, de melodramas, de castigo a la pecadora. La República no fue un nido de rojos, fue variopinta. Permaneció el cine moralista, el otro se perdió del todo. Y ese espíritu sano y limpio de la República no se termina de recuperar del todo, al menos en las películas, cuando a finales de los setenta se recuperan las libertades en España".