Chimpancés
Para esta investigación, los científicos sometieron a un juego a seis chimpancés adultos y, paralelamente, pasaron por la misma prueba a 20 niños de dos a seis años.
Repartidos en parejas, uno de los jugadores debía escoger dos piezas del mismo color: con la cooperación de su compañero, esa pieza podía ser después cambiada por comida, en el caso de los chimpancés, y por pegatinas, en el caso de los niños.
Una de las dos piezas permitía compartir un 50% de la recompensa entre los dos compañeros, mientras que la otra favorecía a quien escogía la pieza en detrimento del otro jugador.
Una vez escogida la pieza, el participante que la tenía entre las manos se la debía dar a su compañero, que era el encargado de pasárselo al investigador que estaba dirigiendo la prueba para obtener la comida o la pegatina.
En cada pareja, los dos jugadores debían ponerse de acuerdo para escoger la pieza.
Como los niños, los chimpancés reaccionaron al juego como hacen típicamente los humanos adultos. Cuando se requería la cooperación del otro para darle la pieza al investigador, tanto los primates como los niños elegían la pieza que les permitía compartir la recompensa.
Sin embargo, en una versión modificada del juego en la que no se requería el acuerdo del compañero para obtener la recompensa, tanto los chimpancés como los niños escogían la opción en la que salían ganando.
Los chimpancés, que se muestran muy cooperativos cuando están en la naturaleza, deben tener forzosamente un sentido de lo que es equitativo para poderse beneficiar de la cooperación de sus congéneres, explicaron los investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre los Primates de la Universidad de Emory, en Georgia (sureste de Estados Unidos).
Según los investigadores, los resultados de este estudio podrían ayudar a desvelar los orígenes de la aversión humana por la desigualdad. Sus trabajos aparecen en la versión en internet de la Academia Nacional de las Ciencias (PNAS), en la edición fechada del 14 al 18 de enero.
Repartidos en parejas, uno de los jugadores debía escoger dos piezas del mismo color: con la cooperación de su compañero, esa pieza podía ser después cambiada por comida, en el caso de los chimpancés, y por pegatinas, en el caso de los niños.
Una de las dos piezas permitía compartir un 50% de la recompensa entre los dos compañeros, mientras que la otra favorecía a quien escogía la pieza en detrimento del otro jugador.
Una vez escogida la pieza, el participante que la tenía entre las manos se la debía dar a su compañero, que era el encargado de pasárselo al investigador que estaba dirigiendo la prueba para obtener la comida o la pegatina.
En cada pareja, los dos jugadores debían ponerse de acuerdo para escoger la pieza.
Como los niños, los chimpancés reaccionaron al juego como hacen típicamente los humanos adultos. Cuando se requería la cooperación del otro para darle la pieza al investigador, tanto los primates como los niños elegían la pieza que les permitía compartir la recompensa.
Sin embargo, en una versión modificada del juego en la que no se requería el acuerdo del compañero para obtener la recompensa, tanto los chimpancés como los niños escogían la opción en la que salían ganando.
Los chimpancés, que se muestran muy cooperativos cuando están en la naturaleza, deben tener forzosamente un sentido de lo que es equitativo para poderse beneficiar de la cooperación de sus congéneres, explicaron los investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre los Primates de la Universidad de Emory, en Georgia (sureste de Estados Unidos).
Según los investigadores, los resultados de este estudio podrían ayudar a desvelar los orígenes de la aversión humana por la desigualdad. Sus trabajos aparecen en la versión en internet de la Academia Nacional de las Ciencias (PNAS), en la edición fechada del 14 al 18 de enero.