El cohete Larga Marcha 2F, que transporta a la nave Tiangong-1, despega.
Este lanzamiento se produce cuando faltan dos días para la fiesta nacional china, celebrada el 1 de octubre.
El presidente Hu Jintao se encontraba en el Centro de Control de los Vuelos Espaciales de Pekín. También asistieron al despegue el primer ministro Wen Jiabao y el vicepresidente Xi Jinping.
Diez minutos después del lanzamiento, Tiangong-1 se separó sin problemas, a unos 200 kilómetros de la Tierra y luego el módulo desplegó sus dos paneles solares, anunció la agencia China Nueva.
Cuando aún no habían transcurrido 30 minutos desde el despegue del lanzador, Chang Wanquan, comandante jefe de los programas espaciales tripulados chinos, declaró que había sido "un éxito".
La cadena de información de la televisión estatal CCTV dedicó una programación especial a la puesta en órbita del módulo, con reportajes de cariz nacionalista en los que se veía a los dirigentes chinos felicitar a los ingenieros a cargo del proyecto.
El año pasado, China aprovechó el día de su fiesta nacional para lanzar una sonda lunar, Chang'e-2, como parte del programa de vuelos espaciales tripulados emprendidos hace 20 años y que la convirtieron en 2003 en el tercer país en enviar hombres al espacio después de la ex Unión Soviética y de Estados Unidos.
Al módulo, un prototipo de una duración de vida espacial de dos años, se acoplará antes de un mes la nave no tripulada Shenzhou VIII, y luego de forma sucesiva otras dos con al menos un astronauta a bordo, la Shenzhou IX y la Shenzhou X.
Tiangong-1 girará en una órbita a 350 km de altura, superior a la de la Estación Espacial Internacional (ISS), y luego descenderá hasta los 343 km para el acoplamiento con la nave Shenzhou VIII.
La tecnología del acoplamiento espacial es compleja porque las dos naves, situadas en una misma órbita y que se mueven a unos 28.000 km/h alrededor de la Tierra, deben acercarse progresivamente antes de unirse para evitar destruirse.
Como para el primer vuelo espacial tripulado que hizo en 2003, China se halla en una fase en la que intenta recuperar tecnológicamente el tiempo perdido experimentando por sí misma las andanzas de los estadounidenses y los rusos en los años 1960.
"Los chinos utilizan sistemas de acoplamiento idénticos a los sistemas rusos" porque el programa Shenzhou se asemeja mucho a la tecnología de tipo Soyuz, explicó a la AFP Isabelle Sourbès-Verger, especialista del programa espacial chino en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés.
Antes de construir hacia 2020 una estación orbital como la rusa Mir o la ISS en la que una tripulación puede vivir de forma autónoma durante varios meses, China debe realizar otros ensayos una vez que el Tiangong-1 se desorbite en 2013.
"Si los chinos demuestran que tienen una capacidad de acoplamiento que funciona bien, esto los colocará en la potencial posición de poder un día aspirar a acceder a la Estación Espacial Internacional", según la investigadora francesa.
Pero, según Morris Jones, un experto australiano en cuestiones espaciales, "los mayores problemas de los chinos para participar en la ISS son de orden político. Estados Unidos se opone a ello firmemente".
El presidente Hu Jintao se encontraba en el Centro de Control de los Vuelos Espaciales de Pekín. También asistieron al despegue el primer ministro Wen Jiabao y el vicepresidente Xi Jinping.
Diez minutos después del lanzamiento, Tiangong-1 se separó sin problemas, a unos 200 kilómetros de la Tierra y luego el módulo desplegó sus dos paneles solares, anunció la agencia China Nueva.
Cuando aún no habían transcurrido 30 minutos desde el despegue del lanzador, Chang Wanquan, comandante jefe de los programas espaciales tripulados chinos, declaró que había sido "un éxito".
La cadena de información de la televisión estatal CCTV dedicó una programación especial a la puesta en órbita del módulo, con reportajes de cariz nacionalista en los que se veía a los dirigentes chinos felicitar a los ingenieros a cargo del proyecto.
El año pasado, China aprovechó el día de su fiesta nacional para lanzar una sonda lunar, Chang'e-2, como parte del programa de vuelos espaciales tripulados emprendidos hace 20 años y que la convirtieron en 2003 en el tercer país en enviar hombres al espacio después de la ex Unión Soviética y de Estados Unidos.
Al módulo, un prototipo de una duración de vida espacial de dos años, se acoplará antes de un mes la nave no tripulada Shenzhou VIII, y luego de forma sucesiva otras dos con al menos un astronauta a bordo, la Shenzhou IX y la Shenzhou X.
Tiangong-1 girará en una órbita a 350 km de altura, superior a la de la Estación Espacial Internacional (ISS), y luego descenderá hasta los 343 km para el acoplamiento con la nave Shenzhou VIII.
La tecnología del acoplamiento espacial es compleja porque las dos naves, situadas en una misma órbita y que se mueven a unos 28.000 km/h alrededor de la Tierra, deben acercarse progresivamente antes de unirse para evitar destruirse.
Como para el primer vuelo espacial tripulado que hizo en 2003, China se halla en una fase en la que intenta recuperar tecnológicamente el tiempo perdido experimentando por sí misma las andanzas de los estadounidenses y los rusos en los años 1960.
"Los chinos utilizan sistemas de acoplamiento idénticos a los sistemas rusos" porque el programa Shenzhou se asemeja mucho a la tecnología de tipo Soyuz, explicó a la AFP Isabelle Sourbès-Verger, especialista del programa espacial chino en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés.
Antes de construir hacia 2020 una estación orbital como la rusa Mir o la ISS en la que una tripulación puede vivir de forma autónoma durante varios meses, China debe realizar otros ensayos una vez que el Tiangong-1 se desorbite en 2013.
"Si los chinos demuestran que tienen una capacidad de acoplamiento que funciona bien, esto los colocará en la potencial posición de poder un día aspirar a acceder a la Estación Espacial Internacional", según la investigadora francesa.
Pero, según Morris Jones, un experto australiano en cuestiones espaciales, "los mayores problemas de los chinos para participar en la ISS son de orden político. Estados Unidos se opone a ello firmemente".