Basada en una novela de Carlos Busqued ("Bajo este sol tremendo"), la cinta cuenta la historia del empleado público desempleado Cetarti (Daniel Hendler), que va a cobrar un seguro a un pequeño pueblo del norte de Argentina.
Allí conoce al turbio Duarte (Leonardo Sbaraglia), un delincuente y gran charlatán que poco a poco atraerá a Cetarti a su universo: secuestro, robo, violación y muerte.
Al principio hay lugar para un humor basado en el absurdo, pero pronto la cinta se sume en la sordidez y expone al espectador a toda su crudeza, con primeros planos a lo Tarantino. La gráfica escena de una violación impulsó a algunas personas del público a salir de la sala del Festival de Cine de Miami donde se estrenó mundialmente el filme el viernes por la noche.
"Hay una cosa postapocalíptica en la película donde todo el mundo depende del Estado, ya sea para hacer su negocio o para cobrar su seguro; donde pareciera ser que lo oficial es la delincuencia", dice Caetano a la AFP. "Nadie cuestiona a nadie por los actos que llevan a cabo. Hay un mundo muy podrido del que nadie se sorprende".
Pero Caetano sí se sorprende. Hizo la película por encargo y mantuvo el tono ya desolador de la novela original.
En otros filmes suyos, como "Un oso rojo" (2002) y "Crónica de una fuga" (2006), por ejemplo, la sordidez tenía redención. "Me gustaba plantear universos crueles donde había un héroe que, a través de la salvación personal o del sacrificio, lograba que ese mundo fuera menos doloroso".
"En cambio acá hay un mundo doloroso y muy cruel", cuenta Caetano. "Al final hay un acto de justicia pero no termina de satisfacer al espectador. Creo que es la película más cruel que hice".
"En este mundo donde hay ley, pero no se ejerce, transcurren estos personajes. La gente muere y a nadie parece importarle".
Ni siquiera los perros provocan simpatía.
Para el autor, de 47 años, la desesperanza de la cinta puede extrapolarse a la vida real. "Es un poco como lo que pasa en Venezuela y en el resto de Latinoamérica", dice. "Hay un sabor amargo porque pareciera que no hay salida, donde la salida es solamente individual; individual y a costa de otros".
La cinta está lejos de seguir el esquema del thriller de Hollywood que prevé una vuelta de tuerca ("turning point") cada determinados minutos, para mantener al espectador atado a la silla. Prescindir del esquema es una decisión valiente para un policial, pero "El otro hermano" consigue de todos modos mantener el suspenso.
"Me interesan los géneros cinematográficos, pero no como un esquema a seguir a rajatabla. Eso supone un riesgo que a veces resulta bien y a veces no tanto. Si yo me hubiera formado en el cine, estudiado, tal vez tendría los casilleros más claros, sabría cuáles son las fórmulas para cada género", dice Caetano.
Pero, ¿cómo se logra entonces el ritmo? "Creo que tiene que ver con la gran influencia del cine americano que tuve en mi infancia y adolescencia", responde. "Luego me volqué al cine independiente y descubrí que hay autores que se permiten salirse del esquema, de la estructura americana".
"Terminé formándome en las dos cosas. Es como ir a un colegio católico y después ir a un colegio judío".
El Festival de Cine de Miami, que termina el domingo, presenta 131 largometrajes, documentales y cortos de 40 países, incluyendo 22 estrenos mundiales e internacionales.
Allí conoce al turbio Duarte (Leonardo Sbaraglia), un delincuente y gran charlatán que poco a poco atraerá a Cetarti a su universo: secuestro, robo, violación y muerte.
Al principio hay lugar para un humor basado en el absurdo, pero pronto la cinta se sume en la sordidez y expone al espectador a toda su crudeza, con primeros planos a lo Tarantino. La gráfica escena de una violación impulsó a algunas personas del público a salir de la sala del Festival de Cine de Miami donde se estrenó mundialmente el filme el viernes por la noche.
"Hay una cosa postapocalíptica en la película donde todo el mundo depende del Estado, ya sea para hacer su negocio o para cobrar su seguro; donde pareciera ser que lo oficial es la delincuencia", dice Caetano a la AFP. "Nadie cuestiona a nadie por los actos que llevan a cabo. Hay un mundo muy podrido del que nadie se sorprende".
Pero Caetano sí se sorprende. Hizo la película por encargo y mantuvo el tono ya desolador de la novela original.
En otros filmes suyos, como "Un oso rojo" (2002) y "Crónica de una fuga" (2006), por ejemplo, la sordidez tenía redención. "Me gustaba plantear universos crueles donde había un héroe que, a través de la salvación personal o del sacrificio, lograba que ese mundo fuera menos doloroso".
"En cambio acá hay un mundo doloroso y muy cruel", cuenta Caetano. "Al final hay un acto de justicia pero no termina de satisfacer al espectador. Creo que es la película más cruel que hice".
"En este mundo donde hay ley, pero no se ejerce, transcurren estos personajes. La gente muere y a nadie parece importarle".
Ni siquiera los perros provocan simpatía.
- Mezcla de influencias -
Para el autor, de 47 años, la desesperanza de la cinta puede extrapolarse a la vida real. "Es un poco como lo que pasa en Venezuela y en el resto de Latinoamérica", dice. "Hay un sabor amargo porque pareciera que no hay salida, donde la salida es solamente individual; individual y a costa de otros".
La cinta está lejos de seguir el esquema del thriller de Hollywood que prevé una vuelta de tuerca ("turning point") cada determinados minutos, para mantener al espectador atado a la silla. Prescindir del esquema es una decisión valiente para un policial, pero "El otro hermano" consigue de todos modos mantener el suspenso.
"Me interesan los géneros cinematográficos, pero no como un esquema a seguir a rajatabla. Eso supone un riesgo que a veces resulta bien y a veces no tanto. Si yo me hubiera formado en el cine, estudiado, tal vez tendría los casilleros más claros, sabría cuáles son las fórmulas para cada género", dice Caetano.
Pero, ¿cómo se logra entonces el ritmo? "Creo que tiene que ver con la gran influencia del cine americano que tuve en mi infancia y adolescencia", responde. "Luego me volqué al cine independiente y descubrí que hay autores que se permiten salirse del esquema, de la estructura americana".
"Terminé formándome en las dos cosas. Es como ir a un colegio católico y después ir a un colegio judío".
El Festival de Cine de Miami, que termina el domingo, presenta 131 largometrajes, documentales y cortos de 40 países, incluyendo 22 estrenos mundiales e internacionales.