Decenas de soldados extranjeros ayudan a diario a los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza kurdoárabe que afronta al EI desde el 5 de noviembre, inicio de la ofensiva para reconquistar la ciudad de Raqa, la capital de facto de los yihadistas en Siria.
Los periodistas de la AFP vieron soldados con insignias estadounidenses o militares que hablaban francés en las zonas de combate.
Pero esos extranjeros prefieren permanecer en la sombra. Algunos piden incluso a los fotógrafos de la AFP que dejen de tomar fotos y se marchen del lugar.
Según fuentes de las FDS, hay unos 50 militares extranjeros implicados en la operación. Su misión principal consiste en guiar desde el terreno a los aviones de la coalición que golpean al EI.
La coalición se negó a dar indicaciones sobre el número y la nacionalidad de esos militares, aunque confirmó que desempeñaban un papel importante en la batalla de Raqa.
"Siguiendo los compromisos de la coalición de aconsejar, asistir y acompañar a las FDS, se nos pidió que ayudáramos en la planificación operativa, en la coordinación de los bombardeos, en el movimiento de las tropas, en la formación y el suministro de material a las FDS", indicó un portavoz a la AFP.
Cerca del pueblo de Al Huriya, a unos cuarenta kilómetros al norte de Raqa, los combatientes de las FDS "calculan la distancia que los separa de los mercenarios [del EI] y localizan de dónde proceden los disparos", explica un comandante de las FDS, Ahmad Othman.
"Luego nos mandan la ubicación y se la transmitimos a las fuerzas de la coalición para que los objetivos sean bombardeados", añade, mientras un consejero extranjero observa con sus prismáticos los combates en la localidad vecina de Al Hicha.
La coalición internacional comenzó a bombardear al EI en Siria en septiembre de 2014. Su cooperación con las FDS irrita a Turquía, que considera a los milicianos kurdos como "terroristas".
Según otro comandante de las FDS, Akid Kobani, los bombardeos son una buena forma de golpear con precisión al enemigo, reduciendo las pérdidas entre los civiles.
En la carretera hacia Al Huriya, a menos de dos kilómetros del pueblo de Al Hicha, una bandera blanca ondea sobre una casa para avisar a la aviación de la presencia de civiles. Más lejos, se ven casas totalmente destruidas.
Othman asegura que las FDS y la coalición trabajan juntos para evitar las víctimas civiles.
La semana pasada, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) anunció la muerte de 20 civiles tras unos bombardeos de la coalición en Al Hicha, una información desmentida por la alianza kurdoárabe.
Para Kobani, "el mayor peligro" es que el EI utilice a civiles como "escudos humanos".
En un campo de desplazados cerca de Ain Isa, a unos 50 kilómetros al norte de Raqa, Amcha, de 38 años, explica que "los bombardeos apuntan a Dáesh [acrónimo árabe del EI], pero Dáesh se esconde entre los niños".
"Nuestros niños tienen mucho miedo a los aviones. Tengo una niña que grita '¡aviones! ¡aviones!' cuando los ve en el cielo, y corre a esconderse", cuenta.
La joven Ghada, de unos 20 años, recuerda sus problemas con los yihadistas. El EI "escondía los coches bomba en el interior de nuestras casas para que los aviones no pudieran verlos".
"Nos decían que no temían la muerte, así que cómo les va a preocupar que mueran civiles junto a ellos".
Los periodistas de la AFP vieron soldados con insignias estadounidenses o militares que hablaban francés en las zonas de combate.
Pero esos extranjeros prefieren permanecer en la sombra. Algunos piden incluso a los fotógrafos de la AFP que dejen de tomar fotos y se marchen del lugar.
Según fuentes de las FDS, hay unos 50 militares extranjeros implicados en la operación. Su misión principal consiste en guiar desde el terreno a los aviones de la coalición que golpean al EI.
La coalición se negó a dar indicaciones sobre el número y la nacionalidad de esos militares, aunque confirmó que desempeñaban un papel importante en la batalla de Raqa.
"Siguiendo los compromisos de la coalición de aconsejar, asistir y acompañar a las FDS, se nos pidió que ayudáramos en la planificación operativa, en la coordinación de los bombardeos, en el movimiento de las tropas, en la formación y el suministro de material a las FDS", indicó un portavoz a la AFP.
- Guiar a los aviones -
Cerca del pueblo de Al Huriya, a unos cuarenta kilómetros al norte de Raqa, los combatientes de las FDS "calculan la distancia que los separa de los mercenarios [del EI] y localizan de dónde proceden los disparos", explica un comandante de las FDS, Ahmad Othman.
"Luego nos mandan la ubicación y se la transmitimos a las fuerzas de la coalición para que los objetivos sean bombardeados", añade, mientras un consejero extranjero observa con sus prismáticos los combates en la localidad vecina de Al Hicha.
La coalición internacional comenzó a bombardear al EI en Siria en septiembre de 2014. Su cooperación con las FDS irrita a Turquía, que considera a los milicianos kurdos como "terroristas".
Según otro comandante de las FDS, Akid Kobani, los bombardeos son una buena forma de golpear con precisión al enemigo, reduciendo las pérdidas entre los civiles.
En la carretera hacia Al Huriya, a menos de dos kilómetros del pueblo de Al Hicha, una bandera blanca ondea sobre una casa para avisar a la aviación de la presencia de civiles. Más lejos, se ven casas totalmente destruidas.
- El EI entre los civiles -
Othman asegura que las FDS y la coalición trabajan juntos para evitar las víctimas civiles.
La semana pasada, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) anunció la muerte de 20 civiles tras unos bombardeos de la coalición en Al Hicha, una información desmentida por la alianza kurdoárabe.
Para Kobani, "el mayor peligro" es que el EI utilice a civiles como "escudos humanos".
En un campo de desplazados cerca de Ain Isa, a unos 50 kilómetros al norte de Raqa, Amcha, de 38 años, explica que "los bombardeos apuntan a Dáesh [acrónimo árabe del EI], pero Dáesh se esconde entre los niños".
"Nuestros niños tienen mucho miedo a los aviones. Tengo una niña que grita '¡aviones! ¡aviones!' cuando los ve en el cielo, y corre a esconderse", cuenta.
La joven Ghada, de unos 20 años, recuerda sus problemas con los yihadistas. El EI "escondía los coches bomba en el interior de nuestras casas para que los aviones no pudieran verlos".
"Nos decían que no temían la muerte, así que cómo les va a preocupar que mueran civiles junto a ellos".