Imagen del film 4:44 Last day on earth, de Abel Ferrara.
La película de Comencini, abucheada durante la presentación a la prensa, no convenció a los exigentes críticos cinematográficos que censuraron el guión, basado en un libro homónimo de la cineasta, en el que narra sentimientos, contradicciones y miedos frente a la crianza de un hijo.
"Decidí realizar este filme porque nadie habla mucho de la ambivalencia que genera iniciar una relación con el hijo que acaba de nacer", aseguró la Comencini.
Protagonizada por Claudia Pandolfi y Filippo Timi, conocidos actores de la televisión, el filme no logra calar en el espectador por su tono melodramático.
Lo que debería ser un drama psicológico, íntimo y sentimental, sobre el impacto del nacimiento de un hijo para una madre, se convirtió en una caricatura del dolor, generando carcajadas y risas en el público durante los momentos más difíciles.
La temporada de descanso de un mes de una joven madre en los apacibles Alpes italianos con su hijo de dos años, se vuelve una experiencia clave para su maduración, al comprender el profundo cansancio que implica acudir a un chico que llora y se despierta siempre de noche.
La compleja relación que se establece con el vecino y propietario de la casa, con un carácter intratable y traumatizado por el abandono de la mujer, pasa de la sospecha de violencia por parte de ella al hijo a puro amor por el hombre.
Mucho más convincente y aplaudido resultó el nuevo filme de Ferrara, "4:44 Last Day on Earth", sobre las grandes razones para vivir la vida, cuestión propuesta con tono leve pese a que está por llegar el fin del mundo.
El realizador estadounidense, de 60 años, emblema del cine independiente, narra las últimas horas de vida del planeta, a través de la relación de su actor fetiche, Willem Dafoe, con Shanyn Leigh y desde un apartamento en Nueva York.
Con el cineasta chileno Pablo Larraín como productor, la película de bajo presupuesto y sin efectos especiales, propone la manera de vivir con serenidad el fin del mundo, cuando llegue a las 4h44.
"Cuando se debe morir y el mundo está por acabarse, hay que aceptarlo. Dos cosas en la vida llegan con seguridad: los impuestos y la muerte", bromea Ferrara, quien compite en la sección oficial.
De fin del mundo, pero esta vez concreto, trata el filme del renombrado director japonés Sion Sono, "Himizu", ambientado justamente después del terremoto y tsunami en Japón en marzo de este año.
La adaptación de un célebre manga o cuento de animación japonés sobre un chico abandonado por la familia que sueña con tener una vida normal, es en realidad un retrato desconsolador de la violencia, ausencia de valores y principios en la sociedad moderna.
Con imágenes del devastador terremoto, tsunami y accidente nuclear, la película fue tachada de nihilista por el crítico del diario Il Corriere della Sera.
El cambio del final pesimista por uno positivo resultó una sorpresa: "El 11 de marzo cambió mi visión del mundo. Dejé de ahondar los impulsos suicidas y ahora pienso más en la esperanza", confesó Sono.
"Decidí realizar este filme porque nadie habla mucho de la ambivalencia que genera iniciar una relación con el hijo que acaba de nacer", aseguró la Comencini.
Protagonizada por Claudia Pandolfi y Filippo Timi, conocidos actores de la televisión, el filme no logra calar en el espectador por su tono melodramático.
Lo que debería ser un drama psicológico, íntimo y sentimental, sobre el impacto del nacimiento de un hijo para una madre, se convirtió en una caricatura del dolor, generando carcajadas y risas en el público durante los momentos más difíciles.
La temporada de descanso de un mes de una joven madre en los apacibles Alpes italianos con su hijo de dos años, se vuelve una experiencia clave para su maduración, al comprender el profundo cansancio que implica acudir a un chico que llora y se despierta siempre de noche.
La compleja relación que se establece con el vecino y propietario de la casa, con un carácter intratable y traumatizado por el abandono de la mujer, pasa de la sospecha de violencia por parte de ella al hijo a puro amor por el hombre.
Mucho más convincente y aplaudido resultó el nuevo filme de Ferrara, "4:44 Last Day on Earth", sobre las grandes razones para vivir la vida, cuestión propuesta con tono leve pese a que está por llegar el fin del mundo.
El realizador estadounidense, de 60 años, emblema del cine independiente, narra las últimas horas de vida del planeta, a través de la relación de su actor fetiche, Willem Dafoe, con Shanyn Leigh y desde un apartamento en Nueva York.
Con el cineasta chileno Pablo Larraín como productor, la película de bajo presupuesto y sin efectos especiales, propone la manera de vivir con serenidad el fin del mundo, cuando llegue a las 4h44.
"Cuando se debe morir y el mundo está por acabarse, hay que aceptarlo. Dos cosas en la vida llegan con seguridad: los impuestos y la muerte", bromea Ferrara, quien compite en la sección oficial.
De fin del mundo, pero esta vez concreto, trata el filme del renombrado director japonés Sion Sono, "Himizu", ambientado justamente después del terremoto y tsunami en Japón en marzo de este año.
La adaptación de un célebre manga o cuento de animación japonés sobre un chico abandonado por la familia que sueña con tener una vida normal, es en realidad un retrato desconsolador de la violencia, ausencia de valores y principios en la sociedad moderna.
Con imágenes del devastador terremoto, tsunami y accidente nuclear, la película fue tachada de nihilista por el crítico del diario Il Corriere della Sera.
El cambio del final pesimista por uno positivo resultó una sorpresa: "El 11 de marzo cambió mi visión del mundo. Dejé de ahondar los impulsos suicidas y ahora pienso más en la esperanza", confesó Sono.