¿Cuál es la apuesta de Arabia Saudita para salir del cuello de botella?


El hecho de haber negado Arabia Saudita la solicitud de la mediación iraquí con Irán, confirma que Riad declara públicamente lo contrario a lo que espera lograr tras los bastidores de la diplomacia, y que su crisis se impone sobre su acción de retroceso y avance; pero tal vez sueña con apostar por los cambios en Irak para salvar la cara.



El sacerdote musulmán chií iraquí Muqtada As Sadr-en el centro-con el príncipe heredero saudí Mohamad Ben Salman-a la derecha-.
El sacerdote musulmán chií iraquí Muqtada As Sadr-en el centro-con el príncipe heredero saudí Mohamad Ben Salman-a la derecha-.
Una fuente anónima saudita niega en el marco de la afirmación, la petición saudita sobre la mediación de Irak con Irán, tal y como lo había aclarado  el ministro iraquí del Interior, Qassem al Araji.

La negación se hizo dos días después de la declaración de Al Araji y se caracterizó con una escalada  simulada contra Irán, señalando que “Arabia Saudita se negaría a reunirse con Irán antes de que esta renuncie al terrorismo”.

Esta fue una manera de responder a los medios de comunicación de Qatar, que se habían aprovechado de la declaración de Al Araji durante más de dos días seguidos para atacar a Arabia Saudita, acusándola de adoptar un doble discurso en su crisis con Qatar.

La negación saudita tiene sus motivos y se resumen en que la carta casi única que posee Arabia Saudita que contiene algo de credibilidad es la de promover la ilusión de que Riad sigue siendo la contraparte poderosa que derrotaría a Irán en la región, al aliarse con Washington. Por tanto, reconocer que había solicitado la mediación de Irak es un franco reconocimiento de su derrota, y el desmoronamiento de los esfuerzos para preservar algo de prestigio, consideración e influencia.

Pero con lo que se filtra a través de diferentes comentarios detrás de bastidores, se confirma que Arabia Saudita planteó la cuestión con el primer ministro iraquí Haidar al Abadi y con el ministro del Interior Qassem al Araji, quien fuera recibido por Riad antes que Al Abadi, después de haberlo acusado en el pasado de ser leal a la guardia revolucionaria y al comandante de la legión de al Quds, Qassem Soleimani. 

Arabia Saudita también expresó ante el líder de la corriente as Sadr, su deseo de llegar a un acuerdo con Irán, “si Irán respeta el principio de la no injerencia en los asuntos internos de los países de la región”. Esto se filtró durante la visita; pero se sospecha que hay otras líneas que Arabia Saudita abre de manera tímida, y la de Moscú puede ser una de las principales.  

La solicitud de la mediación saudita es más digna que su negación y más apremiante, con la esperanza de lograr una negociación regional antes de que sea demasiado tarde; ya que en Siria, Arabia Saudita, quedó fuera del juego y con las manos vacías, y solo le queda el "Ejército del Islam" y otros grupos de poca relevancia sobre el terreno, después que los cambios políticos regionales e internacionales han llegado a confirmar la imposibilidad de invertir en Daesh y an Nusra.     

Tal vez no sea el expediente sirio el problema que ponga de relieve la crisis saudita contra Irán, Siria y la resistencia, sino más bien es el expediente yemenita el que más preocupa a Arabia Saudita, en lo que se denomina su "patio trasero" y la puerta a la seguridad nacional de los estados del Golfo.

El juego que ya finalizó en Siria, como lo dijo Robert Ford, ha culminado de manera más clara en Yemen, el deseo de Arabia Saudita, la cual “soñaba esperanzada” de recuperar el control en Yemen, se vio frustrado a pesar del sofocante asedio y la destrucción masiva; cada día aumenta la presión sobre Arabia Saudita para que detenga las masacres contra Yemen, una presión que aumenta su ritmo sobre el terreno yemenita y repercute su eco humanitario en las sociedades occidentales y en la ONU, y según lo publicado por “Foreign Policy”, la cual cita un informe que revela acusaciones graves sobre crímenes contra los derechos humanos.  
  En su informe anual sobre las libertades religiosas, el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, acusa a los aliados de Washington “de no respetar las libertades religiosas”, e inmediatamente responde el presidente de la asamblea nacional de los derechos humanos en Arabia Saudita, Mefleh al Qahtani, que esta acusación no concuerda con lo que decían los funcionarios en la administración estadounidense.  

El centro de investigación del “Grupo de Crisis Internacional” va más allá al advertir que de continuar la guerra, esto “fortalecería a Al Qaeda y Daesh en Yemen. Por su parte, los movimientos anti-guerra presionan al gobierno español para que detenga la venta de armas que usan los cuerpos de seguridad saudita contra los civiles en al Awwamiya (este de Arabia Saudí, n.d.r.). 

En paralelo a esa presión el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se ve obligado a abrir una investigación sobre el armamento canadiense utilizado por la guardia de seguridad saudita contra los civiles en Qatif (este de Arabia Saudí n.d.r.); y es probable que continúe la presión sobre Arabia Saudita de maneras distintas  como lo revelan los informes sobre la hambruna y la epidemia del cólera.

Arabia Saudita se ve en la obligación de abandonar su terquedad en su búsqueda de compromisos regionales con Irán, tal vez Riad cuenta que con el correr del  tiempo pueda salvar la cara en relación a su posición y prestigio. Tal  vez apuesta por mejorar algunas de sus posiciones con el apoyo estadounidense para establecer una región en al Anbar iraquí a la que pueda influenciar Arabia Saudita a través de Jordania; pero para aspirar a cualquier tipo de prestigio y categoría primero hay que salir del cuello de botella.

Qasem Ezzedine
Sábado, 19 de Agosto 2017
Al Mayadeen, Líbano
           


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