Mientras las delegaciones del gobierno y de los rebeldes se congregaban en un hotel de lujo en Adis Abeba, responsables de organizaciones humanitarias advirtieron que la situación de los civiles se está agravando a causa de estos combates que comenzaron hace unas tres semanas en la nación más joven del mundo.
"Estamos preparados para las conversaciones", afirmó a la AFP un miembro de la delegación rebelde, agregando que se ignoraba el momento y la forma en que comenzarían las reuniones.
Tampoco se sabía si ya habían llegado todos los miembros de las delegaciones, lo que podría significar que las conversaciones plenarias podrían no tener lugar este jueves.
Se teme que miles de personas hayan perdido la vida en los combates que enfrentaron a unidades militares leales al presidente Salva Kiir contra una imprecisa alianza étnica de milicianos y comandantes militares amotinados liderados nominalmente por el exvicepresidente Riek Machar.
Los enfrentamientos empezaron el 15 de diciembre, cuando Kiir acusó a Machar de tratar de dar un golpe de Estado.
Machar lo desmintió, acusando a su vez al presidente de llevar a cabo una violenta purga de sus adversarios, y los combates se extendieron a todo el país, mientras los insurgentes se apoderaban de varias zonas del norte, rico en petróleo.
Sin embargo, el envío de delegaciones para conversaciones iniciales sobre un alto el fuego fue recibido positivamente.
La emisaria especial de las Naciones Unidas para Sudán del Sur, Hilde Johnson, dijo en Juba que era "positivo que estén enviando delegaciones", subrayando la urgente necesidad de una "reconciliación y un proceso de curación" después de la violencia.
"Hemos visto actos terribles de violencia en las dos últimas semanas (...) y de acuerdo con lo que sabemos, si bien nadie es considerado responsable, existe un gran riesgo de que la violencia continúe", agregó.
Unos 200.000 refugiados sudaneses --que escaparon a los enfrentamientos en su propio país-- también se encuentran en una situación grave debido a que muchos empleados de organizaciones humanitarias que los ayudaban fueron evacuados.
La situación de los civiles empeora
El martes, los rebeldes reconquistaron la ciudad de Bor, capital del estado de Jonglei, a sólo 200 km al norte de Juba, la capital.
Los civiles de esa ciudad deben enfrentar ahora "una situación cada vez más terrible: se están agotando las reservas de agua, alimentos y medicamentos, las condiciones sanitarias están empeorando", declaró el jefe de la ayuda humanitaria de la ONU en ese país, Toby Lanzer.
Bor cambió de manos en tres oportunidades durante las dos últimas semanas, mientras se señalaba que los enfrentamientos continuaban en la zona.
Cerca de 200.000 civiles se vieron obligados a abandonar sus hogares, muchos de los cuales pidieron refugio a los agobiados responsables del mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.
Este conflicto también se ha visto agravado por un incremento de la violencia étnica entre los miembros de la tribu dinka a la cual pertenece Kiir y la comunidad nur de Machar. La misión de la ONU en Sudán del Sur (MINUSS) señaló que "continúan registrándose atrocidades" en todo el país.
La MINUSS afirmó que se produjeron "ejecuciones extrajudiciales de civiles y de soldados capturados" y que se "descubrieron cantidades importantes de cadáveres" en Juba, Bor y Malakal, la principal ciudad del estado del Alto Nilo, productor de petróleo.
Sudán del Sur obtuvo la independencia de Sudán en 2011 después de décadas de guerra civil.