La investigación, publicada en la revista estadounidense Science del 21 de septiembre, fue realizada en 220 miembros de grupos autóctonos sudafricanos, los Khoi y los San y confirma que ambos grupos se separaron de la rama ancestral común del resto de los humanos modernos hace 100.000 años.
Esto permitió analizar 2,3 millones de variaciones genéticas por persona, un número sin precedentes en estudios anteriores.
El análisis genético indicaría principalmente que la cuna del hombre moderno no se concentraría únicamente en África del Este, como se creía hasta ahora y hacen pensar "los archivos arqueológicos", sino que tendría orígenes más diversos en el continente africano, según explicaron los investigadores.
"Apoyándonos en estos datos genéticos y otras estadísticas no encontramos imágenes coherentes" que apunten al Este de África, explicó en una conferencia de prensa Mattias Jakobsson, de la Universidad de Uppsala en Suecia, uno de los principales autores de esta investigación.
"De hecho son diferentes partes de África las que aparecen para marcar potencialmente el origen anatómico del hombre moderno", dijo.
Según él, "estas profundas divergencias genéticas entre los pueblos africanos revelan la complejidad de su historia y hacen pensar que las poblaciones humana se han estructurado desde hace mucho tiempo, y que el hombre moderno podría haber surgido de un grupo no homogéneo".
El análisis genético también reveló que las poblaciones San originarias de Namibia y de Angola se separaron de los pueblos Khoi y San que viven en el sur de África hace entre 25.000 y 40.000 años.
Carina Schlebusch, igualmente de la Universidad de Uppsala y una de las coautoras del estudio, explicó que "existe una diversidad étnica sorprendente entre los pueblos Khoi-San". " Y hemos podido demostrar numerosos aspectos de su historia muy rica que produjo esta gran diversidad genética", agregó.
El estudio muestra también señales de adaptación local en diferentes grupos Khoi y San.
Los investigadores descubrieron principalmente indicaciones de la obra de la selección de la naturaleza en genes que juegan un rol en la función muscular, la respuesta del sistema inmunitario o la protección de la piel contra los rayos ultravioletas en los Khoi y San del sur de África.
"Aunque todos los humanos modernos tengas variaciones genéticas similares, la profunda divergencia que se produjo hace ahora 100.000 años entre los Khoi-San y el resto de los grupos de población nos permitió detectar los genes que evolucionaron rápidamente en los ancestros de todas las personas que viven hoy en el planeta", apuntó Pontus Skoglund, de la Universidad de Uppsala, también uno de los coautores del estudio.
Entre estos genes se encuentran aquéllos implicados en el desarrollo del esqueleto que habrían podido jugar un papel determinante en las características anatómicas de los humanos modernos, explicó.