"En Rusia es más fácil especular que producir, esa es la realidad, pero yo no quería hacer un filme político. El tema es social, en eso estoy de acuerdo, pero no quería generalizar, sino hacer el retrato de un hombre en particular, Sascha, alguien con los pies en la tierra, que tiene su mundo, sus enemigos, y al cual la vida lo arrastra y lo convierte en un criminal", aclaró.
Alexander "Sascha" Sergeevich, interpretado por el actor Alexander Yatsenko, es en esta historia el gerente de una granja colectiva en el norte de Rusia. Los campesinos lo quieren y lo respetan y hasta toleran sus amoríos más o menos clandestinos con Anya, secretaria en la alcaldía de la comuna.
Un día el gobierno local decide acabar con la granja para poner en venta las tierras porque hay un comprador que propone mucho dinero. Pese a que le ofrecen "una tajada" en compensación para que se vaya, Sascha se niega y se enfrenta a quienes lo quieren echar. Ahí se produce el drama.
"No es para nada un filme sobre la identidad postsoviética", dijo el director. "Los campesinos son rehenes de la situación y quería saber a través de esta historia si eran capaces de adaptarse o no a lo que les estaba sucediendo", añadió.
Khlebnikov afirmó, ante una pregunta en la rueda de prensa que siguió a la proyección, que no se había inspirado para nada en Tolstoi ni en las escenas rurales de "Ana Karenina", en las que el personaje de Constantino trata de fomentar con ayuda de los campesinos una agricultura "inteligente".
"Pensaba más bien en 'Los siete samuráis', de Akira Kurosawa, en la escena en la montaña, al final, ante la tumba de los samuráis muertos. Se ve que los que ganan al final son los campesinos", aclaró.
En el filme de Kurosawa los habitantes de un pueblo de campesinos, hartos de ser periódicamente asaltados por una horda de bandidos, deciden hacer algo. El más anciano del pueblo sugiere contratar samuráis.
El comprador de las tierras en "Una vida larga y feliz" es un hombre lleno de tatuajes que dice que a él le importa un bledo las Navidades.
"El guionista, Alexander Rodionov, puso esa frase y a mí me pareció que estaba bien. Yo soy ateo y tampoco festejo las navidades. ¿Para qué quiere ese hombre comprar las tierras? Intencionalmente no aclaramos este punto. Quizás sea para especular. Para revenderlas más tarde. Eso ocurre", dijo.
"El guión de esta película partió de una broma. Veía ese western 'High noon', de Fred Zinneman, con Gary Cooper, en el que un hombre tiene que enfrentarse solo a cuatro bandidos. Me pregunté si podía aplicar ese argumento a la realidad rusa. Comencé a visitar pueblos, fincas, enterándome de los problemas de los agricultores en Rusia. Al final nos alejamos del argumento del filme de Zinneman", explicó.
Klebnikov contó que había filmado en un pueblo del norte de Rusia, con actores de teatro y gente que vive allí. "Los tres hombres que son asesinados al final son empleados de la administración comunal y decían las frases justas cuando hablaban", añadió.
El río que atraviesa el pueblo y la naturaleza que lo rodea están muy presentes en esta película.
"El río reconforta a Sasha cuando está triste. En Rusia la naturaleza es tan linda por todas partes y nosotros somos tan fuertes que estamos acabando con ella. Me parece bien que al final esos funcionarios rusos sean asesinados. Se lo merecían. Pero hablando en serio nuestro propósito no era filmar la naturaleza sino contar una buena historia", dijo por su parte Pavel Kostomarov, director de la fotografía.
"Pavel filmaba el río de manera maníaca, en los días libres. El río corre al comienzo y al final del drama, indiferente de lo que le ocurre a los humanos, a sus problemas. Eso lo descubrí gracias a él", contó Klebnikov.
"Cuando recorres kilómetros y kilómetros en Rusia ves esas granjas y esos pueblos y te das cuenta que no son rentables. En los mercados de Moscú encuentras leche, legumbres, carne, papas, hay de todo. Pero cuando llegas a esos pueblos, al campo, te das cuenta que están desapareciendo poco a poco, que no hay trabajo", añadió.
La vida no es larga ni feliz en este filme. "Hubiese podido serlo. El personaje de Sascha da un paso adelante que le cuesta mucho. Por eso el título tiene algo triste en el fondo", reconoció el director.
El productor Roman Borisevich dijo que el secreto del éxito de su compañía de producción, "Koktebel Film Company", había sido precisamente "no buscar el éxito sino el placer de crear cosas interesantes y bellas. Nuestra película recibió el apoyo del ministerio de Cultura de la Federación de Rusia".